Una ¨¦lite de EE UU criada en excesos, alcohol y machismo
Las acusaciones de abusos sexuales contra Brett Kavanaugh, el juez nombrado por Trump al Supremo, ponen el foco en el ambiente estudiantil en que se forman ciertos l¨ªderes
El privilegio se respira en este colegio, que se extiende por 38 hect¨¢reas de c¨¦sped perfectamente cortado y cuenta, entre otras instalaciones, con un campo de golf de nueve hoyos, pabell¨®n de baloncesto, cuatro canchas de entrenamiento, campos de b¨¦isbol, de lacrosse, de f¨²tbol y de f¨²tbol americano, as¨ª como pista de atletismo cubierta, piscina ol¨ªmpica, zona de trampolines y un estudio de grabaci¨®n profesional. En la escuela de secundaria Georgetown Preparatory, enraizada en la tradici¨®n jesuita, cada clase comienza con una oraci¨®n y la matr¨ªcula se paga a m¨¢s de 32.000 euros, casi el doble para los internos. Situada en la zona de Maryland lim¨ªtrofe con Washington DC, una de las m¨¢s ricas del pa¨ªs, el centro lleva, como recuerdan los carteles repartidos por su per¨ªmetro vallado, formando ¡°hombres para los otros desde 1789¡±.
Aqu¨ª pas¨® su adolescencia Brett Kavanaugh, el hombre designado por Donald Trump para juez del Supremo y que el jueves, entre l¨¢grimas y muecas de rabia, comparti¨® con todo el pa¨ªs sus intimidades de la ¨¦poca. Lo que sucedi¨® o no sucedi¨® una noche de verano en esos tiempos, en los que Christine Blasey Ford acusa al juez de haber intentado violarla, sigue copando el debate nacional.
Otra mujer, Deborah Ram¨ªrez, acusa al juez de haberla agredido sexualmente en la universidad de Yale, donde ambos estudiaron. Y una m¨¢s, Julie Swetnick, de haber estado presente cuando la violaron en una fiesta de secundaria. A ellas se suma otra denuncia an¨®nima. Todas tienen en com¨²n un contexto de ingesta de alcohol que muchos describen como irrespetuoso con las mujeres. Las acusaciones contra Kavanaugh, que ¨¦l engloba en una campa?a de difamaci¨®n orquestada por los dem¨®cratas, han vuelto a poner el foco en la cultura de excesos y de abuso a las mujeres en los exclusivos centros donde se forman las ¨¦lites del pa¨ªs.
¡°El modelo de doctor Jeckyll y m¨ªster Hyde es algo muy com¨²n en esos ambientes¡±, asegura Terry MacMullan, profesor de Filosof¨ªa de la Eastern University de Washington, que se gradu¨® en Georgetown Preparatory en 1990, siete a?os m¨¢s tarde que Kavanaugh. ¡°Chicos estudiosos, educados, p¨ªos en la iglesia¡ pero tocabas un bot¨®n en su cabeza y, cuando se iban de fiesta, se convert¨ªan en otros¡±. MacMullan se?ala dos factores que pueden explicar esa especie de ¡°psicosis¡±. ¡°All¨ª, las pasiones eran exageradamente altas¡±, explica. ¡°En lo acad¨¦mico, todo el mundo se esforzaba al m¨¢ximo. No quer¨ªas un notable, quer¨ªas la mejor nota. En el campo deportivo, igual. Era un anhelo constante de excelencia. Y, al desaparecer la presi¨®n, eso se replicaba en comportamientos extremos cuando estabas de fiesta. No val¨ªa con beber unas cervezas, ten¨ªas que beber hasta vomitar y luego seguir bebiendo. Era todo al l¨ªmite, y eso te llevaba a verte involucrado en comportamientos muy extremos y destructivos¡±.
El segundo factor tiene que ver con una determinada concepci¨®n de las mujeres. ¡°Pesaba una idea arraigada en el catolicismo de que las mujeres o son bellas y perfectas, como la virgen Mar¨ªa, o son Jezabel¡±, explica. ¡°No hab¨ªa chicas en el colegio, solo habl¨¢bamos de ellas, eran algo m¨ªtico. Les neg¨¢bamos la oportunidad de ser personas. Eran solo el objeto de nuestros sentimientos, de nuestros deseos¡±.
Una lacra extendida
En una consulta encargada por 27 universidades que constituyen la ¨¦lite de la educaci¨®n superior estadounidense y respondida por m¨¢s de 1.500 alumnos, el 26% de las estudiantes declar¨® haber sido v¨ªctima de abusos sexuales mediante fuerza, amenazas o incapacitaci¨®n (con drogas o alcohol). El 16,5% afirm¨® haber sido violada. Se trata de n¨²meros algo m¨¢s altos que los registrados en el mismo estudio hace dos a?os (23% y 10%, respectivamente).
Si se incluyen los intentos de agresi¨®n, como el que Christine Blasey Ford denuncia, una de cada tres estudiantes que particip¨® en la consulta asegur¨® haber sido v¨ªctima en alg¨²n momento de su carrera. En cuanto al acoso sexual, entendido como un ¡°comportamiento que interfiere en el rendimiento acad¨¦mico de la v¨ªctima o crea un entorno de trabajo intimidatorio¡±, el 62% dice haberlo sufrido en alg¨²n momento de su carrera.
El porcentaje de v¨ªctimas que acude a las autoridades universitarias a denunciar los abusos es bajo, seg¨²n la encuesta realizada por la empresa Westat. En el caso de la violaci¨®n es un 25,5%, pero solo denuncia una peque?a parte de las v¨ªctimas de tocamientos con fuerza f¨ªsica (7%) o incapacitaci¨®n (5%). La principal raz¨®n que alegan para no haber denunciado es que no consideraban que era lo suficientemente grave.
MacMullan, que advierte de que ¡°no era una cultura monol¨ªtica¡± y apunta que la cosa cambi¨® cuando en 1986 se elev¨® la edad m¨ªnima de consumo de alcohol, es uno de los 300 exalumnos de elitistas escuelas privadas de la zona que han firmado una carta abierta a Ford. ¡°Te creemos¡±, le escriben. ¡°Hemos escuchado tu historia y a ninguno nos sorprendi¨®. Es la historia de nuestras vidas y de las vidas de nuestros amigos¡±.
En medio del revuelo, el presidente del colegio, el reverendo James R. Van Dyke, escribi¨® una carta a la comunidad escolar en la que admit¨ªa que es hora de ¡°hablar honesta y francamente¡± con los alumnos ¡°sobre el respeto a los otros, especialmente a las mujeres y a otras personas marginadas¡±. Es hora, a?adi¨®, de promover ¡°una comprensi¨®n saludable de la masculinidad, en contraste con muchos de los modelos culturales y caricaturas que ven¡±.
Georgetown Preparatory pod¨ªa sacar pecho en la era Trump. El hombre que coloc¨® el presidente al frente de la Reserva Federal, Jerome Powell, es antiguo alumno. Tambi¨¦n los ser¨¢n, si el pleno del Senado aprueba el nombramiento de Kavanaugh, dos de los nueve jueces del Supremo. Y cuatro de ellos son licenciados en Yale, la prestigiosa universidad del Estado de Connecticut en cuya facultad de Derecho ingres¨® Kavanaugh en 1983.
Las fraternidades son incubadoras de ambiciones y Kavanaugh se uni¨® a la Delta Kappa Epsilon (DKE), fundada en 1844, entre cuyos ilustres miembros se encuentran George Bush padre e hijo. Los hermanos de la fraternidad son conocidos como los ¡°meat heads¡± ("cabezas de carne"), comenta Dan, que prefiere no dar su apellido y que estudi¨® en Yale antes de que surgiera el movimiento contra los abusos sexuales en las universidades. ¡°Les llaman as¨ª porque eran una panda de brutos¡±, explica. ¡°A las estudiantes les daba miedo acercarse a sus fiestas. Se beb¨ªa mucho¡±.
La fraternidad est¨¢ ahora pr¨¢cticamente desmantelada. Una de sus dos propiedades, situada a menos de cinco minutos andando de la escuela de Derecho, acaba de ser reconvertida en residencia para estudiantes. ¡°La vendieron antes del verano¡±, se?ala una inquilina. La fraternidad no anuncia ya actividades. En el campus explican que se debe a las m¨²ltiples denuncias que hay contra sus miembros. DKE ya fue objeto de una sanci¨®n, por la que la universidad cort¨® v¨ªnculos con la fraternidad durante cinco a?os, esperando un cambio de conducta y de cultura.
El juez lleg¨® a Yale 15 a?os despu¨¦s de que se permitiera el acceso de las mujeres a la facultad. ¡°Todo es muy diferente ahora¡±, asegura Joyce Maynard, que se matricul¨® por primera vez en Yale en 1971, pero tuvo que abandonar la carrera en el segundo curso. A los 64 a?os de edad ha vuelto a intentarlo. Lo que vio el viernes en televisi¨®n, asegura, ¡°representa el pasado¡±. ¡°Ahora la mitad de las estudiantes son mujeres y hay mucha diversidad¡±, explica. ¡°Eso contribuir¨¢ a que Yale deje de ser vista como una escuela solo de machos y reservada a las ¨¦lites¡±.
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