May exige a los euroesc¨¦pticos que velen por los intereses de Reino Unido
El Partido Conservador afronta su congreso anual profundamente dividido por el Brexit
El d¨ªa a d¨ªa de Theresa May se ha convertido en una lucha por la supervivencia y esta semana deber¨¢ hacer frente a un reto colosal. El Partido Conservador celebra su congreso anual en la ciudad de Birmingham (Reino Unido) y los euroesc¨¦pticos afilan los cuchillos con el prop¨®sito de acabar con el plan Chequers, el ¨²nico salvavidas al que sigue aferr¨¢ndose la primera ministra para salvar sus negociaciones sobre el Brexit con Bruselas. "Dejad ya de hacer juegos pol¨ªticos y empezad a actuar en defensa del inter¨¦s del pa¨ªs", exigi¨® al ala dura una May desafiante en su debilidad.
El Partido Conservador brit¨¢nico fue considerado durante mucho tiempo la m¨¢quina electoral m¨¢s eficaz en la historia pol¨ªtica. Aglutinador de todas las ideolog¨ªas a la derecha ¡ªdel neoliberalismo de Thatcher al nacionalismo de Disraeli malentendido por los euroesc¨¦pticos, pasando por el conservadurismo social que intenta representar May¡ª, su principal baza era la convicci¨®n asentada en muchos de sus votantes de que se trataba del partido del pragmatismo y de la gesti¨®n eficaz.
Hoy los conservadores ni siquiera pueden presentar esa medalla. El laberinto del Brexit ¡ªque May hered¨®, le ha tocado gestionar y para muchos correligionarios la ha convertido en el cordero sacrificial de esta crisis¡ª ha desatado una guerra interna entre los tories que amenaza con llev¨¢rselos por delante.
La primera ministra sabe que muchos en su partido la dan por amortizada y que si no provocan a¨²n su ca¨ªda es porque nadie quiere achicharrarse pol¨ªticamente en los seis meses que quedan por delante hasta que el pr¨®ximo 29 de marzo, el Brexit ¡ªsuave, duro, negociado o a las bravas¡ª sea una realidad. May conf¨ªa en sobrevivir este congreso con el doble argumento de pasar la responsabilidad del bloqueo de las negociaciones a la UE y airear un orgullo nacional herido en la pasada cumbre de Salzburgo (Austria), cuando los l¨ªderes europeos rechazaron de plano su plan Chequers, lo que ha despertado solidaridad con ella en compa?eros de filas y votantes conservadores. "Mi plan es el ¨²nico que puede respetar el resultado del refer¨¦ndum, asegurar que no haya una nueva frontera entre Irlanda y el ?lster y proteger la econom¨ªa y los empleos en Reino Unido", defend¨ªa este domingo en el programa del periodista Andrew Marr, en la BBC.
El simp¨¢tico Boris Johnson frente a la pragm¨¢tica Theresa May
Todo el mundo quiere a Boris Johnson. Los periodistas pol¨ªticos demandan incansablemente sus salidas de tono y sus titulares explosivos; los compa?eros de partido admiten su brillantez y su locuacidad de fuegos artificiales; los militantes adoran sus intervenciones p¨²blicas. Eso no quiere decir, sin embargo, que todos ellos le tomen tan en serio como ¨¦l se toma a s¨ª mismo. Son muchas las encuestas que se?alan que, a la hora de elegir, una mayor¨ªa de votantes prefiere antes el pragmatismo y el sentido com¨²n de Theresa May, aunque admitan que es incapaz de entender el estado de ¨¢nimo de la ciudadan¨ªa, al car¨¢cter extempor¨¢neo de Johnson. Alguien que le conoce bien y ha trabajado con ¨¦l cuando ocup¨® la cartera de Exteriores se?ala un problema poco conocido de Johnson: desde muy joven padece una sordera a la que no ha querido poner remedio. Eso explicar¨ªa su tono de voz elevado y avasallador, pero quiz¨¢ tambi¨¦n su desconocimiento de? la percepci¨®n que de ¨¦l se tiene a sus espaldas.
No lo va a tener f¨¢cil. Los conservadores euroesc¨¦pticos (y cerca de un 80% de los militantes) rechazan el plan de May y siguen aireando la enso?aci¨®n de que lo mejor para el pa¨ªs es salirse sin m¨¢s de la UE y aspirar a un nuevo acuerdo de libre comercio con Bruselas similar al que ahora tiene Canad¨¢. El exministro de Exteriores, Boris Johnson, que no puede intervenir en el congreso por no ser ya un miembro del Gobierno, tiene aun as¨ª intenci¨®n de hacer mucho ruido. El martes intervendr¨¢ en un acto multitudinario en Birmingham organizado de forma paralela a la convenci¨®n torie.?
Johnson, quien ha ido un paso m¨¢s en sus ataques al definir el plan de May como "un acto de locura" en una entrevista para The Sunday Times,?tiene cada vez m¨¢s prisa y menos disimulo en mostrar su aspiraci¨®n a suceder a May en el liderazgo conservador. Esta semana se despachaba con un art¨ªculo de m¨¢s de 4.000 palabras en The Telegraph en el que expon¨ªa su propio plan para abandonar las instituciones europeas. "Las propuestas de Chequers tienen lo peor de ambos mundos. Son una humillaci¨®n moral e intelectual para este pa¨ªs", escrib¨ªa Johnson con ese tono churchilliano que tanto admira, para proponer un "Acuerdo de Libre Comercio Super-Canad¨¢". "Si fallamos", conclu¨ªa, "las generaciones futuras no nos lo perdonar¨¢n f¨¢cilmente".
El problema para Johnson y para los euroesc¨¦pticos m¨¢s recalcitrantes es que las generaciones futuras ¡ªsobre todo los j¨®venes de clase media¡ª no comparten esos prejuicios y recelos hacia Europa que ellos han resucitado. "La principal causa del euroescepticismo conservador viene de un temor ya lejano en el tiempo de muchos parlamentarios veteranos hacia la cada vez mayor integraci¨®n de Europa", explica Colin Kidd, profesor de Historia en la Universidad de St. Andrews. "La mayor¨ªa de los afiliados son ya mayores y es ah¨ª donde reside el mayor apoyo al Brexit. Pero los militantes conservadores son solo una min¨²scula fracci¨®n del electorado torie",?advierte.
Y gran parte de ese electorado comparte las angustias producidas por los a?os de crisis econ¨®mica. Empleos inestables, precios desorbitados de la vivienda o servicios p¨²blicos en ruinas. Lo que ha llevado a muchos pol¨ªticos conservadores a admitir con desesperaci¨®n que el diagn¨®stico y las f¨®rmulas radicales propuestas por el l¨ªder laborista Jeremy Corbyn comienzan a reverberar con fuerza en los o¨ªdos ciudadanos y el Partido Conservador es incapaz de capturar el nuevo esp¨ªritu de los tiempos. "La otra parte tiene una ideolog¨ªa, nosotros debemos tener la nuestra", advirti¨® en su momento Margaret Thatcher.
Theresa May intervendr¨¢ ante el plenario del congreso el mi¨¦rcoles. Si logra controlar el ruido en torno al Brexit y que los suyos le permitan vivir un d¨ªa m¨¢s, intentar¨¢ dibujar una agenda dom¨¦stica que la aleje de esa pesadilla y le d¨¦ alas para aguantar. Ya ha anunciado medidas populares como un nuevo impuesto para los no residentes en Reino Unido que quieran comprar una vivienda. El dinero recaudado se destinar¨ªa a dar cobijo a los brit¨¢nicos "sin techo". Hay miles de ellos. Sin entrar en? las virtudes o fallos econ¨®micos de la propuesta, los euroesc¨¦pticos se han lanzado ya al cuello de May. "No se puede derrotar a Corbyn convirti¨¦ndote en otro Corbyn", dice Johnson, convencido de que solo un Brexit dr¨¢stico lograr¨¢ devolver el esplendor econ¨®mico al pa¨ªs.
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