Campeones del cinismo
Un an¨¢lisis de la actualidad internacional a trav¨¦s de art¨ªculos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista CTXT
¡°En estos tiempos, nos tenemos que unir¡±. Palabras de Donald Trump al poco de conocerse que varios paquetes bomba hab¨ªan sido enviados en Washington y Nueva York al presidente Barack Obama, a la anterior secretaria de Estado Hillary Clinton y su rival en las ¨²ltimas elecciones y a la sede de CNN. Tres d¨ªas antes, otro paquete fue enviado a la casa de George Soros. Todos ellos figuras que son el blanco habitual de los ataques de Trump. Michael Balsamo, Eric Tucker y Colleen Long cuentan en The Washington Post c¨®mo a dos semanas de las elecciones parciales de mitad de legislatura, esta acci¨®n terrorista ha disparado la tensi¨®n y el miedo en la clase pol¨ªtica. Y citan a Jeff Zucker, presidente mundial de CNN, quien considera que ¡°la Casa Blanca no se ha dado cuenta de las graves consecuencias de sus continuos ataques a los medios¡±. Ataques que el presidente retom¨® pocas horas despu¨¦s de apelar a la unidad, responsabilizando a la prensa del clima de hostilidad y enfrentamiento creado.
Khashoggi: un crimen atroz, seg¨²n Bin Salm¨¢n
Primero lo negaron; luego dijeron que solo lo redujeron porque ¨¦l se puso agresivo en el interrogatorio pero que sali¨® por su propio pie del consulado, y finalmente reconocieron que hab¨ªa sido asesinado en la sede diplom¨¢tica sin el consentimiento del Gobierno y que sus autores pagar¨¢n por ello. ¡°Ha sido un asesinato atroz¡±, dijo el pr¨ªncipe heredero, Mohamed bin Salm¨¢n, de quien se sospecha orden¨® el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saud¨ª de Estambul. El r¨¦gimen absolutista saud¨ª ha ido modificando las versiones sobre la muerte de Khashoggi en un intento desesperado por contener la furiosa reacci¨®n de la opini¨®n p¨²blica internacional y evitar que el caso traiga mayores consecuencias diplom¨¢ticas y econ¨®micas para el reino. La escalofriante reconstrucci¨®n que Robin Wright hace del caso para la revista The New Yorker est¨¢ a la altura del m¨¢s sangriento episodio de la serie Homeland. Todas las pruebas recogidas en esta cr¨®nica apuntan a la premeditaci¨®n del Gobierno saud¨ª en el asesinato del disidente pol¨ªtico y colaborador de The Washington Post.
Malabarismos diplom¨¢ticos
La principal preocupaci¨®n de Arabia Saud¨ª y de su pr¨ªncipe heredero es que la crisis diplom¨¢tica abierta haga perder al reino su posici¨®n hegem¨®nica en la regi¨®n. Una posibilidad que satisface a sus principales rivales, Ir¨¢n y Turqu¨ªa, pero que despierta la preocupaci¨®n de Israel, su aliado encubierto, y de EE UU, su principal valedor, como cuentan en el The New York Times Ben Hubbard y David M. Halbfinger. Pero no solo Israel teme por la futura estabilidad de la regi¨®n. Los Gobiernos ¨¢rabes aliados de los saud¨ªes tambi¨¦n est¨¢n alarmados, dicen en The Washington Post Karen de Young y Souad Mekhennet. Algunos de los expertos citados no descartan incluso que la Administraci¨®n Trump, que ha hecho hasta ahora malabarismos diplom¨¢ticos para salvar a Riad, se vea finalmente forzada por el Congreso a retirar el apoyo a su socio ¨¢rabe favorito.
De momento, la presi¨®n interna ha obligado al presidente estadounidense a verbalizar una amenaza de sanciones y a admitir que la operaci¨®n, que calific¨® de ¡°chapuza¡±, pudo haber sido ordenada por Bin Salam. Otras potencias occidentales han boicoteado el Foro para la Inversi¨®n que ten¨ªa lugar esta semana en Riad. La canciller Angela Merkel ha ido m¨¢s lejos al intentar coordinar una acci¨®n conjunta europea para paralizar el comercio de armamento con Arabia Saud¨ª y retirar las visas a los diplom¨¢ticos saud¨ªes. Una iniciativa secundada por Francia y el Reino Unido pero no por Espa?a. Lo que no ha logrado la vergonzante guerra de Yemen, liderada por Arabia Saud¨ª y apoyada por EE UU con la aquiescencia de Europa, ?podr¨¢ conseguirlo el?caso Khashoggi?
Erdogan, posible ganador
Si hay alguien que puede beneficiarse del macabro incidente es el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, como cuenta Martin Chulov en The Guardian. El pa¨ªs sunita pero no ¨¢rabe, que est¨¢ sumido en una severa crisis econ¨®mica y desprestigiado pol¨ªticamente por los golpes autoritarios asestados por Erdogan a su democracia, tiene una oportunidad de oro para hacerse con el liderazgo como la gran potencia isl¨¢mica en la regi¨®n. Cuenta para ello con el apoyo de Qatar, enemigo ac¨¦rrimo de Arabia Saud¨ª.
Es quiz¨¢s demasiado pronto para anticipar un cambio de poderes. La influencia del reino en las finanzas mundiales se ha visto incrementada desde la llegada del joven pr¨ªncipe heredero al Gobierno. Bin Salm¨¢n controla desde marzo de 2015 el llamado Fondo de Inversi¨®n P¨²blica (FIP), uno de los fondos soberanos m¨¢s grandes y activos del mundo, seg¨²n publican Andrew England y Simenon Kerr en el Financial Times. En un exhaustivo trabajo de investigaci¨®n, relatan c¨®mo el pr¨ªncipe logr¨® hacerse con el control del fondo soberano del reino en marzo de 2015, al poco de ascender al trono su padre, el rey Salm¨¢n. Apenas activo, este fondo ha pasado a ser un importante veh¨ªculo de inversi¨®n y de influencia del reino bajo el mandato directo del hijo predilecto y presunto reformador del r¨¦gimen. Teniendo en cuenta los ingresos por la venta de petr¨®leo del primer exportador del mundo (abastece el 17% del consumo mundial), es evidente que las relaciones de los bancos y los Estados emisores de deuda con el reino se han visto alteradas por la entrada de este poderoso jugador en los mercados financieros. Algunos lo comparan con un ¡°Estado paralelo¡±.
El poder de las inversiones saud¨ªes
?Tendr¨¢ algo que ver con ello la reuni¨®n del secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, con el mism¨ªsimo pr¨ªncipe el lunes 22 de octubre, tal y como revelaba The Washington Post? ?En medio de semejante foll¨®n? El ministro de Exteriores saud¨ª, que colg¨® la foto del encuentro en Twitter, recordaba ¡°la importancia estrat¨¦gica de la alianza de Estados Unidos y Arabia Saud¨ª y su papel en el futuro alineado con el del reino¡±. Trump se defiende argumentando que est¨¢n en juego los intereses de la naci¨®n y que no va a paralizar de momento la venta de armas por valor de 110.000 millones de d¨®lares. Jeet Heer se?ala en The New Republic que el presidente exagera los beneficios de la venta de armas a Arabia Saud¨ª y multiplica exponencialmente su impacto en el empleo nacional. El acuerdo inicialmente crear¨ªa 40.000 puestos de trabajo, hace diez d¨ªas eran 450.000 y la semana pasada, ?un mill¨®n!
Mientras, la diplomacia saud¨ª hace todo lo posible por lavar la imagen del reino. Sin ning¨²n escr¨²pulo. Y en el colmo de la infamia distribuyen las im¨¢genes del encuentro entre el pr¨ªncipe heredero y Salah Khashoggi, el hijo del periodista asesinado, que tiene prohibido abandonar el pa¨ªs. La opini¨®n p¨²blica internacional ha reaccionado con estupor, como cuenta Ben Hubbard en The New York Times. Mohamed bin Salam quer¨ªa expresarle sus ¡°condolencias¡± por la muerte de su padre. Las im¨¢genes revelan lo tenso del encuentro.
¡®The Economist¡¯ apoya a Haddad
Con similar estupor est¨¢ reaccionando la comunidad internacional ante la muy probable victoria del populista de extrema derecha Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de Brasil, cuya segunda vuelta se celebra este domingo. Su preocupaci¨®n es que la llegada al poder del exmilitar, que en el m¨¢s puro estilo trumpista promet¨ªa hace pocos d¨ªas que iba ¡°a barrer del mapa a los malditos rojos¡±, suponga un serio retroceso de los derechos fundamentales y de la democracia en Brasil. En un intento por comprender el porqu¨¦ del voto a Bolsonaro, Luciana Coelho ofrece en la Folha de S?o Paolo algunos datos reveladores: solo el 12% de los votantes del candidato ultra le votan por lo que representa. El 30% lo hace porque quiere un cambio y el 25% por ¡°antipetismo¡±(contra el Partido de los Trabajadores). En el caso del candidato de esta ¨²ltima formaci¨®n, Fernando Haddad, el 15% le vota por sus propuestas, y el 20% porque rechazan a Bolsonaro (29% entre los m¨¢s j¨®venes).
En su ¨²ltima edici¨®n, la revista The Economist apoya al candidato petista, Fernando Haddad, a quien considera una figura mucho m¨¢s s¨®lida y tranquilizadora. No ahorra cr¨ªticas contra la corrupci¨®n y la mala gesti¨®n de la econom¨ªa de Dilma Rousseff. Pero considera que Haddad ha sabido reconocer errores y ha demostrado su capacidad para manejar las cuentas p¨²blicas. Como alcalde de Sao Paulo, entre 2013-2016 redujo el d¨¦ficit presupuestario y atrajo inversi¨®n privada. La revista lamenta que el candidato haya empezado tarde a reconocer errores del pasado y que la opci¨®n ganadora sea ahora Bolsonaro, a quien considera una ¡°verdadera amenaza¡± para la joven democracia brasile?a.
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