Boracay, el para¨ªso filipino, reabre sus puertas¡ Pero no a todos
La isla llevaba seis meses cerrada a turistas y no residentes para limpiar sus deterioradas playas
Con menos restaurantes, hoteles y aforo limitado, adem¨¢s de restricciones al consumo de alcohol para controlar el frenes¨ª festivo: el nuevo Boracay, una de las islas insignia de Filipinas por sus playas de fin¨ªsima arena blanca y agua cristalina, vuelve a estar accesible al p¨²blico tras seis meses clausurada. Un periodo que ha sido empleado a fondo para devolver al entorno su imagen paradis¨ªaca y enterrar la ¡°cloaca¡± en la que, seg¨²n el presidente Rodrigo Duterte, se hab¨ªa convertido.
El objetivo ha quedado cumplido: sus playas, entre ellas la emblem¨¢tica White Beach (Playa Blanca), lucen tan pr¨ªstinas como cuando no hab¨ªa electricidad en la isla en la d¨¦cada de 1980, seg¨²n las autoridades filipinas. Desde entonces, la eclosi¨®n del turismo, y en los ¨²ltimos a?os de un turismo joven con ganas de diversi¨®n, la hab¨ªa convertido en una permanente bacanal, con los residentes quej¨¢ndose de la suciedad, la contaminaci¨®n, el tr¨¢fico y del riesgo de inundaciones en su otrora tranquilo entorno.
Informado al respecto, Duterte decidi¨® cortar por lo sano. Seg¨²n el medio independiente filipino Rappler, fue idea del presidente cerrarla completamente a turistas y no residentes una temporada, mientras las autoridades locales y los empresarios de Boracay (situada a unos 300 kil¨®metros al sur de la capital, Manila) abogaban por un enfoque menos dr¨¢stico, como clausurar aquellos negocios que violasen las normativas medioambientales.
Fotogaler¨ªa | As¨ª fue el cierre de la isla
Poco amigo de la moderaci¨®n, la decisi¨®n de Duterte se ejecut¨® rigurosamente. En este tiempo se han demolido centenares de edificaciones construidas a una distancia inferior a los actuales treinta metros estipulados que debe haber de espacio hasta la orilla, con vistas a ensanchar una l¨ªnea de playa que empezaba a resultar claustrof¨®bica en hora punta. No es ni de lejos el ¨²nico cambio. Los habituales masajistas, vendedores de regalos y hasta los tragafuegos y malabaristas que entreten¨ªan y relajaban a los turistas en la orilla no podr¨¢n desarrollar sus tareas en la l¨ªnea de playa. Tambi¨¦n queda prohibido beber alcohol y fumar fuera de los espacios destinados para ello, y los tres casinos que operaban han sido cerrados de forma permanente para cumplir con la nueva imagen de un Boracay limpio no solo de cuerpo, sino tambi¨¦n de esp¨ªritu.
De los m¨¢s de 600 hoteles que operaban hasta abril, solo un centenar cuenta ahora con permiso para reabrir sus puertas, aunque se espera que la cifra aumente a medida que los establecimientos prueben al Departamento de Turismo que cumplen con las nuevas normas medioambientales. El flujo de turistas permitidos se reduce casi a la mitad: si antes pod¨ªan ocupar la peque?a isla de poco m¨¢s de 10 kil¨®metros cuadrados hasta 40.000 amantes del sol y la playa, el m¨¢ximo permitido se reduce ahora a 19.200.
Unas medidas que buscan, en palabras de la secretaria de Turismo Bernadette Romulo-Puyat, hacer que el ¡°nuevo Boracay comience una cultura de turismo sostenible¡± en Filipinas, advirtiendo que otros destinos ya masificados o en ciernes de saturarse seguir¨¢n los mismos pasos. Romulo-Puyat se refiri¨® en concreto a playas de gran atractivo tur¨ªstico como El Nido ¡ªaunque m¨¢s remota en acceso que Boracay¡ª y la isla de Panglao.
Filipinas no es el ¨²nico pa¨ªs del sureste asi¨¢tico que ha decidido poner coto al turismo. Las autoridades tailandesas anunciaron en octubre que la playa de Maya, en la isla de Phi Phi Leh y famosa por ser el escenario de The Beach (La Playa), la pel¨ªcula de Danny Boyle protagonizada por Leonardo DiCaprio, quedaba cerrada hasta nuevo aviso para evitar el completo deterioro de su patrimonio natural.
Otro para¨ªso que podr¨ªa tomarse sus propias vacaciones es la archivisitada isla de Bali, en Indonesia, donde las autoridades barajan qu¨¦ medidas tomar despu¨¦s de declarar el pasado a?o como situaci¨®n de emergencia la basura acumulada en algunas de sus playas m¨¢s transitadas, como la de Kuta, engullida por monta?as de desechos.
Las cifras sugieren que no ser¨¢n los ¨²nicos. Con 134 millones de turistas (28 de ellos de China) llegados al sureste asi¨¢tico en 2017, por encima de los 113 millones del a?o anterior y superando las expectativas regionales de alcanzar los 123 millones para 2020, aumentan las posibilidades de que otros destinos de la zona tengan que tomarse un tiempo para adaptar sus infraestructuras a la ola de visitantes y mantener intacto su encanto.
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