Ricardo Musse: ¡°No se pueden ganar unas elecciones en Brasil sin una caja B¡±
Uno de los acad¨¦micos que m¨¢s de cerca ha seguido al PT desde sus inicios analiza el peor a?o en la historia del partido
Cuando se cre¨® el Partido de los Trabajadores (PT), en febrero de 1980, Ricardo Musse (Goi¨¢s, 1959), entonces un estudiante, firm¨® su manifiesto fundacional, donde la agrupaci¨®n promet¨ªa convertirse en el primer gran partido de izquierdas de Brasil y combatir la desigualdad. Desde entonces, Musse no ha dejado de seguir su trayectoria desde la universidad. Ha visto c¨®mo llegaban a gobernar Brasil a partir de 2002, durante una ¨¦poca de espectacular bonanza (cuya responsabilidad se arrogan) y durante otra de lamentable decadencia y crisis econ¨®mica (cuya responsabilidad niegan). Ahora, la agrupaci¨®n se encuentra en el mayor annus horribilis de su historia: Lula fue preso por corrupci¨®n en abril, su sustituto en las elecciones afronta los peores pron¨®sticos en las encuestas que el PT haya tenido en d¨¦cadas, y el tremendo odio suscitado por las siglas ha contribuido al alarmante auge del ultraderechista Jair Bolsonaro,? Musse, ahora profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad de S?o Paulo y especializado en el estudio de sociedades capitalistas, recuerda qu¨¦ queda hoy de aquella agrupaci¨®n inicial, c¨®mo puede sobrevivir al trauma de 2018 y qu¨¦ se puede esperar de ellos en el futuro.
P. ?C¨®mo se ha convertido el antipetismo en un arma tan poderosa?
R. El odio al PT ya era com¨²n en todos los sectores de la vida pol¨ªtica. Y Bolsonaro lo supo capitalizar bien. Le dio forma, lo vincul¨® a otros males generalizados, como el rechazo al sistema pol¨ªtico, a la corrupci¨®n y a la indginaci¨®n social. En el PT hubo una gran dificultad para reaccionar. Estaba muy entreverado en el sistema pol¨ªtico, al que pertenece desde que lleg¨® al Gobierno en 2002, y a la vez abandonado por sus aliados y por apoyos en el mundo empresarial, sobre todo las industrias de la agricultura y la banca. Se vio muy marginado.
P. Todo apunta a que va a volver a la oposici¨®n. ?Supone una oportunidad de hacer un punto y aparte?
R. El partido se robusteci¨® bastante haciendo oposici¨®n durante dos a?os al gobierno de Michel Temer tras el impeachment a Dilma. En aquella ¨¦poca [verano de 2016], Lula ten¨ªa el 16% de la intenci¨®n del voto. En la ¨²ltima encuesta [finales de agosto de 2018] ten¨ªa un 39%. Ahora, dependiendo c¨®mo lo haga Bolsonaro, Brasil puede a volver a una situaci¨®n similar a la que fortaleci¨® al PT en los a?os ochenta y noventa: un Gobierno que despierta resistencia en la propia sociedad civil, y oposici¨®n parlamentaria e institucional. La conjugaci¨®n de esos polos depende de lo autoritario que sea Bolsonaro.
P. ?Y la actual ola de antipetismo, d¨®nde queda en ese contexto?
R. Habr¨¢, en cierta medida, movimientos no solo para criminalizar al PT, como ya hizo el caso Petrobras, sino de excluirlo del sistema pol¨ªtico. Prohibirlo. Y esa ser¨¢ la cuesti¨®n principal. Suponiendo que haya normalidad democr¨¢tica y elecciones en 2022, lo que no est¨¢ garantizado.
P. ?La candidatura de Lula vali¨® la pena? ?No hubiera sido mejor perder sin ¨¦l?
R. La izquierda brasile?a ha cambiado muy poco en estos ¨²ltimos a?os: supone entre un 20 y 30% de los votos. Sin Lula, ese ser¨ªa el techo electoral del PT. Corr¨ªa el riesgo de no pasar de la primera vuelta. El lulismo es m¨¢s amplio que la izquierda y que el PT. La referencia a Lula era imprescindible. El problema es que Haddad no hered¨® todos sus votos y s¨ª todo su rechazo, que es muy fuerte sobre todo en las clases medias.
P. ?La presencia de Lula se ha vuelto t¨®xica?
R. Sin Lula, el PT es el PSOL (el Partido Socialismo y Libertad, que obtuvo un 0,58% de los votos en la primera vuelta), una fuerza s¨®lida pero muy minoritaria. Ya le he contestado: es m¨¢s grande el lulismo que el petismo. Otra cosa es que Lula, por hacerse mayor o por estar encarcelado e incomunicado, deje de ser visible. Pero el PT no se va a desvincular del legado de Lula. Fue lo ¨²nico que llev¨® a Haddad a la segunda vuelta.
P. ?Por qu¨¦ el PT se ha mantenido en sus viejos discursos mientras Bolsonaro llegaba m¨¢s lejos exprimiendo el antipetismo?
R. Volvemos al tama?o del partido. El PT tanto representa a obreros como a ciertas facciones de la peque?a burgues¨ªa, como a las masas desorganizadas, como los sectores m¨¢s pobres de la sociedad. A partir de ah¨ª, cualquier movimiento, tanto a la izquierda cl¨¢sica como al centro izquierda, puede resultarle fatal. Ten¨ªa que moverse en las dos direcciones a la vez, lo que es una paradoja porque son contradictorias. Pero siempre lo hab¨ªa conseguido. A¨²n puede, aunque sea en la oposici¨®n.
P. ?Deber¨ªa haber respondido a las acusaciones de corrupci¨®n?
R. Respondi¨® de dos maneras. Primero utiliz¨® como discurso el hecho de que todos los instrumentos que permiten el combate a la corrupci¨®n los puso ah¨ª el PT. Pero esa es una respuesta formal que no abarca todo el asunto porque hay una cuesti¨®n de contenido. El otro discurso, el que el PT no asume expl¨ªcitamente, es que us¨® una contabilidad en B durante las elecciones, algo que es inherente al sistema pol¨ªtico brasile?o;
P. ?Perd¨®n?
R. Todos los partidos se valen de contabilidad en B en las elecciones. No se puede ganar las elecciones sin ella. La cantidad de recursos que hay que movilizar est¨¢ por encima de lo que la ley permite gastar. El sistema es muy restrictivo con los donativos. Eso es un hecho que la poblaci¨®n no acepta, y que los propios medios condenan, y que todo el mundo est¨¢ obligado a decir que no lo practica. Pero la pol¨ªtica brasile?a no puede hacerse con esas restricciones.
P. ?Encaja las acusaciones de corrupci¨®n en un contexto?
R. Todos los partidos populares de Brasil sufren cr¨ªticas por el tema de la corrupci¨®n. Fueron las que llevaron a Get¨²lio Vargas a suicidarse [en 1954, el entonces presidente brasile?o, respondi¨® a las tremendas presiones fruto de una crisis pol¨ªtica provocada por sus adversarios pol¨ªticos, dispar¨¢ndose en el pecho]. Fue la corrupci¨®n lo que se us¨® para justificar el golpe militar de 1964. Es una tendencia casi circular de las clases dominantes, de los sectores que defienden los intereses empresariales. Combinan as¨ª esa atribuci¨®n generalizada de los males del pa¨ªs a la corrupci¨®n. Siempre fue parte del juego electoral.
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