Lilia Schwarcz, historiadora: ¡°Bolsonaro lleva tiempo dici¨¦ndonos qui¨¦n es¡±
La escritora, una de las intelectuales m¨¢s respetadas de Brasil, desentra?a la fascinaci¨®n que hay en su pa¨ªs con la dictadura
La antrop¨®loga y escritora Lilia Schwarcz, una de las intelectuales m¨¢s queridas de Brasil, ha escrito varios libros sobre la historia de su pa¨ªs y, en ellos, no hay tantos pasajes tan cargados de tensi¨®n y significado como las elecciones que se celebran este domingo. El ultraderechista Jair Bolsonaro lidera las encuestas con una ventaja cada d¨ªa mayor mientras el resto de candidatos paga por los respectivos fracasos de sus proyectos pol¨ªticos en los ¨²ltimos a?os. Schwarcz, profesora de la Universidad de S?o Paulo y cofundadora de la editorial Companhia das Letras, explica el presente mirando a las manifestaciones de 2013, cuando grupos de izquierdas y derechas por igual salieron a la calle, hartos d el desgaste del Partido de los Trabajadores (PT) tras 10 a?os en el poder y de su ya indisimulable corrupci¨®n. Tambi¨¦n mira al impeachment a Dilma Rousseff en 2016, al caso Petrobras, que demostr¨® que la corrupci¨®n se extend¨ªa a toda la clase pol¨ªtica, y, tirando un poco del hilo, tambi¨¦n al ¨²ltimo emperador de Brasil, Pedro II.
Pregunta. ?C¨®mo ve esta tendencia, cada vez m¨¢s frecuente seg¨²n se definen estas elecciones, de comparar a Haddad y a Bolsonaro?
Respuesta. A la sociedad brasile?a a¨²n le duele el pasado reciente. Las manifestaciones de 2013, la corrupci¨®n desvelada por el caso Petrobras, y el desarrollo de esa investigaci¨®n, el impeachment de Dilma Rousseff en 2016. Y eso se traduce en que el voto se ha polarizado, pero no en que esos polos sean dos caras de la misma moneda. Es imposible comparar uno con el otro. Bolsonaro representa un desaf¨ªo a la democracia y Haddad, al igual que el resto de candidatos, no. Ser¨ªa bueno tener una alternativa de derechas a la propuesta de izquierdas de Haddad, pero al hablar de Bolsonaro hablamos de un radical.
P. ?Y esos sectores de la sociedad que piensan que se calmar¨¢ al llegar al poder, que todo lo que dice lo hace solo para jalear al electorado?
R. Bolsonaro lleva tiempo dici¨¦ndonos qui¨¦n es. Un hombre que se presenta como outsider de la pol¨ªtica cuando lleva 27 a?os en el Congreso y tiene dos hijos diputados. Que en ese tiempo present¨® 600 proyectos de ley y logr¨® que se aprobaran dos. Que sin embargo se ha juntado con un vicepresidente, Hamilton Mour?o, capaz de decir que puede reformar la constituci¨®n sin consultar al pueblo, y que imita a los generales de la dictadura brasile?a. No hay doblez en Bolsonaro. Esto no es algo que haya inventado para las elecciones. Se ha caracterizado por su talante autoritario y por oponerse a la conquista de los derechos de mujeres, minor¨ªas raciales y LGBTQI durante a?os.
P. ?Y esa diferencia entre los dos, es un desaf¨ªo o una baza para la campa?a del PT?
R. El PT siempre ha seguido las reglas democr¨¢ticas. Dilma se someti¨® al impeachment, aunque las acusaciones contra ella eran dudosas, y Lula est¨¢ preso. Ahora, es cierto que viene de un periodo en el que se ha descubierto que us¨® la m¨¢quina del gobierno con fines no p¨²blicos. Quiz¨¢ lo que m¨¢s les convenga es construir un consenso nacional.
P. Alg¨²n cr¨ªtico le dir¨ªa que en el proyecto de poder del PT los consensos no han sido siempre su punto fuerte.
R. Hay muchos ejemplos de la flexibilidad del PT, a escala federal o estatal. Conociendo a Haddad por su trabajo como ministro de Educaci¨®n para Dilma y Lula, no dir¨ªa que es un radical.
P. ?Es posible que Bolsonaro est¨¦ menos solo de lo que se ha cre¨ªdo hasta ahora? El nuevo presidente del Tribunal Supremo brasile?o, Dias Toffoli, acaba de repetir una frase muy usada por el ultraderechista: que prefiere referirse a la asonada militar que comenz¨® la dictadura en 1964 no como un golpe de Estado sino como "movimiento".
R. Creo que es pronto para sacar conclusiones. Pero nadie puede decir que lo que ocurri¨® en 1964 no fue un golpe de Estado. Llegaron los militares, echaron al gobierno democr¨¢ticamente electo y en 20 a?os emitieron 17 Actos Institucionales (decretos), cada cual retirando m¨¢s derechos de la sociedad civil. Si eso no es un golpe de Estado, habr¨ªa que reescribir la literatura universal revisando el significado del concepto.
P. ?C¨®mo explica este fen¨®meno nost¨¢lgico por la dictadura tras 30 a?os de democracia?
R. Existe del deseo de ver la dictadura como una utop¨ªa que mejorar¨ªa la seguridad, la econom¨ªa, la estabilidad¡ Todo lo que nos va mal ahora. El brasile?o tiene esa man¨ªa, de proyectar la responsabilidad de sus desgracias. Y no hay nada como proyectarse en un gobierno militar. Es distante, autoritario y recibe todas tus responsabilidades como ciudadano. En Brasil, todo es siempre culpa de otro.
P. ?Esa tendencia es constante a lo largo de la historia?
R. Cuando escrib¨ª un libro sobre Dom Pedro II [el admirado emperador, ¨²ltimo en ser jefe de Estado], detect¨¦ que los brasile?os tienden a ver a los gobernantes como un gran padre. Alguien que tiene m¨¢s idea que nosotros, que gobierna en nuestro lugar, que ejercita nuestros derechos. Que es severo, pero que tolera nuestras debilidades y sabe estar a la altura de los desaf¨ªos. Eso mismo pas¨® con el caudillo Get¨²lio Vargas [quien gobern¨® Brasil en cuatro mandatos entre 1930 y 1954]. Solo que en los ¨²ltimos 30 a?os deber¨ªamos haberlo superado.
P. ?Cree que la confusi¨®n entre los asuntos p¨²blicos y los sentimientos privados a¨²n se mantiene hoy?
R. Lo p¨²blico todav¨ªa se entiende como algo casi familiar, s¨ª. Construimos instituciones d¨¦biles y llamamos a los gobernantes por su nombre propio, como a los santos, o convertimos su apellido en mote [un ejemplo de esto ser¨ªa el caso de Luiz In¨¢cio da Silva, que cambi¨® legalmente su nombre para que su mote, Lula, estuviese presente en las papeletas y los votantes le reconocieran]. Tenemos una sensaci¨®n de intimidad con el poder.
P. ?Estos demonios que Bolsonaro ha despertado, se ir¨¢n con ¨¦l si no alcanza la presidencia?
R. Lo dudo. Su votantes sab¨ªan muy bien c¨®mo era ¨¦l cuando lo eligieron.
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