La agon¨ªa de las democracias liberales
La violencia pol¨ªtica y la corrupci¨®n est¨¢n demoliendo los pilares de las democracias liberales
Como en la ¨¦poca de fascismo y el nazismo, las democracias occidentales est¨¢n en jaque. Pero las cosas han cambiado, ya no se trata de dictaduras militares como las del cono sur, m¨¢s bien de autoritarismos que surgen en las urnas y luego comienzan a destruir las instituciones democr¨¢ticas. Hay dos formas. Algunos l¨ªderes, por ejemplo, desmantelan las democracias de forma r¨¢pida, como en la Alemania de Hitler. Pero m¨¢s recientemente, hay una forma menos dram¨¢tica, apenas perceptible, una erosi¨®n lenta a pasos que apenas se ven. Esto es lo que demuestra una reciente investigaci¨®n de Levitsky y Ziblatt, dos profesores de la Universidad de Harvad. Utilizan ejemplos alrededor del mundo, desde la Venezuela de Hugo Ch¨¢vez hasta la fuerte derecha xen¨®foba polaca que en las ¨²ltimas horas exhibi¨® su fuerza en Varsovia durante los festejos del d¨ªa de la independencia de Polonia. Tambi¨¦n, pasan por Filipinas, Turqu¨ªa y Ucrania. Obviamente, la investigaci¨®n se pregunta por la erosi¨®n democr¨¢tica en Estados Unidos y asuntos como el ataque a medios de comunicaci¨®n comienzan a ser problemas serios. La pregunta es qu¨¦ tanto aguantar¨¢n las democracias esta embestida autoritaria. Porque, en todo caso, estos retrocesos democr¨¢ticos han comenzado en las urnas.
Pero la investigaci¨®n de los profesores de Harvard omite otros dos peligros de las democracias en el mundo occidental: dos fuerzas subterr¨¢neas que est¨¢n demoliendo los pilares de las democracias liberales. Se trata de la violencia pol¨ªtica y la corrupci¨®n. Estos dos peligros se asientan de forma fuerte en Am¨¦rica Latina.
No se trata solo de defender las instituciones democr¨¢ticas de los vicios autoritarios. Tambi¨¦n se deben corregir sus deformaciones
Sobre el tema de violencia pol¨ªtica, se puede decir que en muchos de nuestros pa¨ªses se ha convertido en un mecanismo m¨¢s de competencia pol¨ªtica. Por ejemplo, durante el periodo electoral en M¨¦xico fueron asesinados m¨¢s de 120 candidatos a diferentes corporaciones. Igualmente la consultora Etellekt ha contabilizado el asesinato de 34 pol¨ªticos y 19 de sus familiares en el periodo de transici¨®n en M¨¦xico, es decir, entre el 2 de julio y los primeros ocho d¨ªas de noviembre. El ¨²ltimo de los hechos fue el sucedido a la hija de la diputada Carmen Medel, asesinada a tiros en un gimnasio. Ocurri¨® en el violento Estado de Veracruz, mencionado en las p¨¢ginas de todos los medios de comunicaci¨®n por ser un territorio tomado por el crimen y con esc¨¢ndalos de corrupci¨®n dignos de la ciencia ficci¨®n. El exgobernador Duarte es el mejor ejemplo. R¨¢pidamente, el actual gobernador de Veracruz, Yunes, dijo que el asesinato se produjo porque la confundieron con una mujer vinculada al crimen organizado. Pero esta versi¨®n siembra muchas dudas.
En Colombia, 191 l¨ªderes sociales han sido asesinados desde el 24 de noviembre de 2016, fecha en que se firm¨® el acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la entonces guerrilla de las FARC. Esto significa que cada cuatro d¨ªas asesinan un l¨ªder social en Colombia. La versi¨®n de las autoridades colombianas causa una sensaci¨®n que provoca risas e indignaci¨®n. Dicen que los asesinan porque son infieles o por ri?as en medio del consumo de licor. Absurdo, pero es la versi¨®n oficial. Honduras padece la misma situaci¨®n: el asesinato de l¨ªderes sociales es bastante com¨²n y hasta en Estados Unidos paquetes bomba fueron enviados a dirigentes pol¨ªticos. En ¨²ltimas, hay sectores pol¨ªticos a los que les gusta tener guardias pretorianas a sus servicios.
Los acad¨¦micos norteamericanos han liderado la idea de que, a mayor competencia pol¨ªtica mejor salud de la democracia, pero recientemente esa tesis se ha desvirtuado. En Colombia y en M¨¦xico, la regla es que en elecciones locales y regionales cuanto m¨¢s competido un cargo de elecci¨®n popular mayor es la probabilidad de que los candidatos acepten ayudas de criminales. Al final, esta violencia va creando enclaves autoritarios.
El otro gran problema de las democracias contempor¨¢neas es la corrupci¨®n. Pero no se trata de que los pol¨ªticos nazcan con un gen que los vuelve propensos a la corrupci¨®n. De hecho, todo parece indicar que la corrupci¨®n le es intr¨ªnseca a las din¨¢micas democr¨¢ticas actuales. La explicaci¨®n guarda relaci¨®n con los costos econ¨®micos de las democracias.
La utilizaci¨®n de medios de comunicaci¨®n masivos, las encuestas internas, los especialistas en marketing pol¨ªtico, las redes de propaganda negra, la compra de votos, la compra de l¨ªderes pol¨ªticos de base, entre otras, hacen que una campa?a al Senado de la Rep¨²blica o a gobernaci¨®n de un Estado pueda valer millones de d¨®lares. En Colombia, la campa?a de un senador como Bernardo El¨ªas, hoy preso por el esc¨¢ndalo de Odebrecht, cost¨® cinco millones de d¨®lares. En las ¨²ltimas elecciones en el Estado de M¨¦xico el PRI mantuvo la gobernaci¨®n invirtiendo miles de d¨®lares. En Argentina, en las ¨²ltimas elecciones, tanto Macri como Scioli, gastaron millonadas en sus campa?as.
As¨ª las cosas, los candidatos deben hacer todo tipo de pactos con agentes privados para poder financiar sus campa?as, luego esos privados exigen la devoluci¨®n de sus dineros en contratos, donde recuperan la plata invertida en las campa?as y as¨ª comienza el c¨ªrculo de la corrupci¨®n. El ¨²ltimo de los hechos es el de Keiko Fujimori en Per¨², pero los ejemplos abundan por todo el continente. No se trata solo de defender las instituciones democr¨¢ticas de los vicios autoritarios. Tambi¨¦n se deben corregir sus deformaciones.
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