Pittsburgh: ?Podr¨ªa America Latina vivir algo similar?
Hay una normalizaci¨®n de una visi¨®n intolerante y polarizada de la sociedad americana que percibe a los jud¨ªos y otras minor¨ªas como los enemigos
No es la primera vez que nos hemos visto obligados a reflexionar sobre el antisemitismo y sus vertientes contempor¨¢neas, en este caso debido a la tragedia en Pittsburgh hace unas cuantas semanas. Once jud¨ªos- la mayor¨ªa ancianos- orando en su sinagoga, perdieron la vida a manos de un antisemita desquiciado motivado por el imperante discurso de odio y por el acceso ilimitado a armas. Tampoco es novedoso que, derivado de este crimen de odio, observemos con espanto y un sentido profundo de d¨¦j¨¤ vu la normalizaci¨®n de una visi¨®n intolerante y polarizada de la sociedad americana que percibe a los jud¨ªos y otras minor¨ªas como los enemigos y c¨®mplices en la edificaci¨®n de sociedades inclusivas y diversas.
Ya antes de las elecciones de 2016 escuch¨¢bamos con estupor la peligrosa ret¨®rica en contra de los latinos, musulmanes y otros y la c¨ªnica explotaci¨®n de consignas y mensajes antisemitas cl¨¢sicos. Esto devino en una escalada pronunciada del 17% en los ataques contra minor¨ªas de acuerdo a las cifras reci¨¦n publicadas por el FBI. En efecto, en los ¨²ltimos 3 a?os ha habido un incremento sostenido en los ataques de odio en Estados Unidos. Sorprendentemente, los n¨²meros de 2017 revelan un ascenso del 39% dirigido hacia blancos jud¨ªos. En efecto. Las im¨¢genes de las marchas- con antorchas- de neo-nazis en Charlotesville en agosto de 2017- y sus c¨¢nticos remont¨¢ndonos a episodios obscuros en la historia de la humanidad que consider¨¢bamos superados, pusieron en jaque la solidez de principios democr¨¢ticos liberales que son esencia de esta naci¨®n.
La comunidad judeo- americana, probablemente el caso m¨¢s exitoso y espectacular en la milenaria trayectoria de la di¨¢spora jud¨ªa, vivi¨® Pittsburgh como un asalto a su sentido de pertenencia y seguridad en este pa¨ªs. ?Como era posible que se estaba dando marcha regresiva a una sensaci¨®n- ya desconocida- de vulnerabilidad y de alienaci¨®n? No es que permaneciera con los ojos vendados. Organizaciones como AJC (Comit¨¦ Jud¨ªo Americano), desde 1906 se ha abocado a sentir el pulso de la sociedad americana y a construir alianzas con grupos que abracen visiones afines sobre la importancia de la democracia y los derechos humanos. Hemos estado siguiendo de cerca, desde hace tiempo y con gran preocupaci¨®n, la legitimaci¨®n de expresiones que reivindican una visi¨®n en la que ¨²nicamente aquellos que cumplan o racial o ideol¨®gicamente con sus par¨¢metros de lo que constituye la identidad nacional, puedan sentirse aceptados e integrados. Jud¨ªos, latinos, musulmanes, inmigrantes centroamericanos no encajan en dicha definici¨®n y por ende deben de ser desplazados en el mejor de los casos y en el peor, eliminados.
En medio de la tragedia y del resurgimiento de estos espectros, decenas de millones de muestras de adhesi¨®n y de humanidad en este pa¨ªs y alrededor del mundo no se dejaron esperar. Las lecciones internalizadas hace d¨¦cadas condujeron a un grito colectivo rechazando la violencia y el odio a la vez que haciendo un llamado solidario con las victimas de la masacre y con la comunidad jud¨ªa americana en su conjunto. Y en las recientes elecciones en este pa¨ªs hace unos d¨ªas, el voto popular americano, se verti¨® en contra aquellos que apoyan esta visi¨®n exclusivista dando al Partido Dem¨®crata control de la C¨¢mara de Representantes as¨ª como de gubernaturas y una mayor¨ªa en legislaturas estatales.
Como observadora de la realidad latinoamericana, todo esto me ha conducido inevitablemente a reflexionar si es posible que dicha regi¨®n- con comunidades jud¨ªas peque?as, bien integradas e influyentes- pueda verse azotada por escenarios similares en momentos de profunda polarizaci¨®n mundial y reivindicaci¨®n de tribalismos. Queremos pensar que m¨¢s all¨¢ de los inmensos retos que encaramos en tantos frentes, falta de seguridad, corrupci¨®n, crecimiento econ¨®mico endeble, pobreza extrema, populismo, millones de refugiados y desplazados, estar¨ªamos exentos de situaciones an¨¢logas
Aunque la democracia, como hemos visto, no es un ant¨ªdoto para la expresi¨®n del antisemitismo que como un virus permanece en remisi¨®n y que emerge con toda fuerza cuando las condiciones son propicias, las sociedades latinoamericanas, mayoritariamente democr¨¢ticas- han adoptado instrumentos legales para ponerle coto en el ¨¢mbito p¨²blico. En efecto, el antisemitismo de derecha, de izquierda o de fuentes islamistas han permanecido mal que bien en los m¨¢rgenes. Se encuentra presente- claro est¨¢? en las redes sociales que le brindan el cobijo del anonimato y un margen de libertad mayor. Y fue en Venezuela, no hace tanto, a donde el antisemitismo de derecha, de izquierda y promovido por Ir¨¢n fue utilizado como arma pol¨ªtica y legitimado por el discurso y los medios oficiales.
M¨¦xico, Argentina, Brasil y Colombia han adoptado legislaci¨®n pionera para sancionar el discurso del odio y violencia contra minor¨ªas. Chile, que ha experimentado una ola reciente de antisemitismo promovida por un grupo militante de la comunidad palestina local, tambi¨¦n est¨¢ buscando fortalecer su marco legal. En todos estos casos las comunidades jud¨ªas han servido como catalizadores y permanecen vigilantes para evitar expresiones racistas y discriminatorias. No deja de sorprendernos como muchos gobiernos y sociedades civiles han respondido- en forma clara y contundente- en contra de ataques espor¨¢dicos y aislados.
A pesar de que Am¨¦rica Latina- a diferencia de Europa- no tiene una conexi¨®n profunda con el tema del Holocausto, en la ¨²ltima d¨¦cada se han establecido fechas espec¨ªficas para conmemorarlo, edificado museos y memoriales y desplegado ingentes esfuerzos para que forme parte del curr¨ªculum educativo. Adem¨¢s, hay que recordarlo, fueron varios pa¨ªses latinoamericanos- como Bolivia, Ecuador, El Salvador y la Rep¨²blica Dominicana- los que abrieron sus puertas a refugiados huyendo de Europa cuando la mayor¨ªa- incluyendo Estados Unidos- cerraron sus fronteras.
La inmigraci¨®n, un asunto constante para M¨¦xico y Centroam¨¦rica, aunque no tanto para el resto del continente, ahora cobra una importancia mucho mayor debido a los millones de refugiados desplazados de Venezuela confrontando a las naciones que los acogen con todo tipo de dilemas f¨ªsicos y morales. Aunque ciertamente se han escuchado consignas xen¨®fobas y ha habido algunos ataques, es reconfortante saber que sentimientos de empat¨ªa y solidaridad permean las interacciones entre los reci¨¦n llegados y sus anfitriones.
Obviamente los dos ataques en Argentina, contra la Embajada de Israel en 1992 y AMIA en 1994, tr¨¢gicamente confrontaron al pa¨ªs a donde habita la comunidad mas numerosa latinoamericana con sus propios prejuicios y experiencia hist¨®rica. Redefinieron el sentido de pertenencia e identidad de la propia sociedad argentina que a su vez ha impactado a muchas otras. Todo ello trajo as¨ª mismo aparejado un sentido de enorme vulnerabilidad que conllevo a intensas medidas de seguridad, realidad con las que tienen que lidiar cada vez m¨¢s las instituciones religiosas en EU ya que ven muy dif¨ªcil proseguir con su pol¨ªtica tradicional de puertas abiertas
No acariciamos una visi¨®n romantizada de la complej¨ªsima realidad de Am¨¦rica Latina acosada por multitud de d¨¦ficits y lacras y que vive hoy por hoy populismos de derecha o de izquierda con ataques potenciales a chivos expiatorios. Sin embargo, la adopci¨®n de legislaci¨®n a lo largo y ancho de la regi¨®n que castigan tanto la incitaci¨®n al odio como la violencia derivada de dichas consignas, las expresiones p¨²blicas de rechazo en¨¦rgico por parte de todos los actores clave, as¨ª como el compromiso con la educaci¨®n de las nuevas generaciones en la democracia y aceptaci¨®n del otro, son elementos disuasivos que podr¨ªan quiz¨¢s prevenir escenarios dantescos similares a lo que se vivi¨® en Pittsburgh y que nos han marcado para siempre.
Dina Siegel Vann es directora del Instituto Arthur y Rochelle Belfer para Asuntos Latinos y Latinoamericanos de AJC (American Jewish Committee).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.