Mil y una entrevistas
Salman Rushdie es un mago maravilloso de la literatura, af¨ªn a la cr¨®nica period¨ªstica e historiador de profesi¨®n a quien sus padres tambi¨¦n quer¨ªan endilgarle que estudiara econom¨ªa sin darle importancia a que era narrador desde ni?o
En febrero de 1989 ¨Creci¨¦n casado y luego del primer fracaso en mi intento por doctorarme de historiador en Madrid¡ªnos bajaron de un avi¨®n de Iberia en Madrid por una amenaza de bomba. Los editores unidos de Espa?a hab¨ªan editado el libro Los versos sat¨¢nicos de Salman Rushdie y la necia fatwa que lo condenaba a muerte se extend¨ªa en el delirio fan¨¢tico hacia las librer¨ªas, los editores, traductores, lectores e incluso, aviones que tuvieran algo qu¨¦ ver con el mundo libre, all¨ª donde se puede leer y decir lo que uno piensa sin necesidad de que lo condene o bendiga un anciano con cara de diablo que se cre¨ªa santo. Iberia extendi¨® una suma en compensaci¨®n y con el dinero compr¨¦ el libro de tapas azules que hab¨ªa provocado ¨Cfelizmente¡ªla posibilidad de conocer Amsterdam y luego, volar por KLM a M¨¦xico. Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s he vuelto a cruzar el Atl¨¢ntico, pero para encontrarme con Salman Rushdie, una luminosa inteligencia de contagiosa sensibilidad. Tard¨¦ casi treinta a?os para abrazarlo.
Debo el milagro a la Universidad Aut¨®noma de Nuevo Le¨®n y a mi clon, el Dr. Celso Jos¨¦ Garza, la ocurrencia de sentarme a dialogar con un hombre cuyo nombre pronunciamos mal desde que lo conocimos: de acentuarlo en castellano, dir¨ªamos Salm¨¢n R¨²shdie, como debe de ser y de leerlo, sabr¨ªamos que en realidad no estamos ante un rijoso endiablado que decidi¨® desmadrar la fe de millones de fieles musulmanes o sacudir los pilares del Islam, sino narrar una historia con ingenio y humor, con alma de historiador y notabil¨ªsimas virtudes de novelista, cuentista, ensayista y cronista de gran literatura. Ya lo hab¨ªa confirmado con su novela Midnight¡¯s Children (donde un personaje es espejo del autor, al nacer justo a la medianoche del d¨ªa en India se libera del Imperio de Gran Breta?a) y ahora que vol¨¦ para conocerlo he terminado de leer todas sus novelas ¨Cla que dedic¨® a su hijo en la forma de un r¨ªo maravilloso de historias que se beben como quien toma agua de una fuente, la que redefine el rock desde U2 a Beatles y dem¨¢s, la que habla de un millonario delirante, la del payaso de pueblo en pueblo en los senderos perdidos de la India, la de una musa rubia en Florencia¡ª y tambi¨¦n sus luminosos ensayos, sus discursos y su autobiograf¨ªa de cuando tuvo que adoptar el seud¨®nimo de Joseph Anton (en homenaje a Ch¨¦jov y Conrad) para que Scotland Yard no anduviera ventilando su nombre por esa larga d¨¦cada de persecuci¨®n y terror en la que un solo hombre nos ayud¨® dificultosamente a comprender que all¨ª donde una sola vida est¨¢ amenazada, peligran en realidad todas las dem¨¢s.
Aprovech¨¦ los meses previos al encuentro para ver mil y una entrevistas con este mago maravilloso de la literatura, af¨ªn a la cr¨®nica period¨ªstica e historiador de profesi¨®n a quien sus padres tambi¨¦n quer¨ªan endilgarle que estudiara econom¨ªa sin darle importancia a que era narrador desde ni?o. Si pudiera, pedir¨ªa que la vida me brindara la oportunidad de conversar con Salman una vez a la semana y sumar mil y una entrevistas adicionales al torrente maravilloso de sapiencia, serenidad y paciencia de este Kalim¨¢n ilustrado y juntos reconocer tantas sincron¨ªas como cuando ayer en Monterrey pronunciamos en voz alta y al mismo tiempo la convicci¨®n de que Trump es un pendejo. Me habl¨® de Rulfo y hablamos de Garc¨ªa M¨¢rquez, evocamos a Fuentes y record¨® a mi amigo Philippe Oll¨¦-Laprune y hablamos de Paul Auster, Pete Hamill, ?lvaro Enrigue y Juan Villoro y cont¨® que Pushkin le regal¨® a Gogol la trama de Las almas muertas y cont¨® chistes y hace bromas instant¨¢neas y se r¨ªe de la hermosa vida, ya sin el velo ominoso de la persecuci¨®n pero con al apuntalada filiaci¨®n por la libertad, la que le dio alas desde su infancia y adolescencia, la de sus libros antes de que le llegara la condena del odio y ahora que viaja en una alfombra m¨¢gica por encima del para¨ªso de las palabras donde a la sombra de una palmera me consuela considerarme su amigo¡ en un abrazo que dura tres d¨¦cadas por haberlo le¨ªdo. Es decir, mil noches y una noche, en vuelo sobre el oc¨¦ano.
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