La caravana migrante, a las puertas de la incertidumbre
La obsesi¨®n por llegar a la frontera con EE UU ha quedado atr¨¢s, ahora las dudas asaltan a miles de centroamericanos sin rumbo fijo ni certezas de lo que vendr¨¢ en los pr¨®ximos meses
"Aqu¨ª es donde se empiezan a destruir los sue?os", dice Rodny P¨¦rez, un migrante guatemalteco de 23 a?os, y se?ala el muro que est¨¢ a sus espaldas y que divide a M¨¦xico de Estados Unidos. "No sabemos qu¨¦ hacer, no sabemos qu¨¦ va a pasar, no confiamos en nadie". En cada frase hay un dejo de frustraci¨®n, dudas y sentimientos encontrados. Despu¨¦s de atravesar m¨¢s de 4.500 kil¨®metros desde Centroam¨¦rica, tras m¨¢s de un mes con la obsesi¨®n de llegar a Tijuana, est¨¢n a las puertas de la tierra prometida. Pero la entrada del "sue?o americano" est¨¢ resguardada por barrotes, concertinas y soldados con armas largas. ?Qu¨¦ sigue? Esa es la pregunta que invade a los miles de migrantes que han llegado en los ¨²ltimos d¨ªas y que podr¨ªan quedarse varados en un limbo migratorio durante meses. Entre opciones legales e ilegales. Entre apuestas conservadoras y arriesgadas. Entre dos pa¨ªses.
"Desde los ocho a?os mi sue?o es llegar a Estados Unidos", cuenta Jos¨¦ Manuel Hern¨¢ndez, un guatemalteco de 20 a?os. Su hermano mayor vive en Los ?ngeles desde hace 12 a?os. Otro hermano suyo estuvo cinco a?os en California. "El que llega y cruza es exitoso, el que cruza una vez ya sabe c¨®mo hacerlo las siguientes veces, carnal", dice Hern¨¢ndez sobre c¨®mo es crecer en una familia de emigrantes y por qu¨¦ no quiso contar a nadie cuando se uni¨® a la caravana. El fracaso marcar¨ªa su vida. "No hay plan b, voy a pasar sin papeles", resume Hern¨¢ndez mientras viaja en uno de los autobuses que emprendieron un viaje marat¨®nico por el desierto de Sonora, en el norte de M¨¦xico, y llegaron esta semana a Tijuana. Se calcula que ya hay 3.500 centroamericanos y que pueden arribar hasta 9.000 migrantes, seg¨²n el Ayuntamiento de Tijuana.
El cruce irregular es una opci¨®n m¨¢s popular entre hombres j¨®venes que tienen familiares del otro lado del muro y que se identifican como migrantes econ¨®micos. Hay que eludir a la patrulla fronteriza, atravesar el desierto, esconderse en las monta?as, descifrar una frontera vigilada. Es un camino sumamente peligroso, desgastante en lo f¨ªsico y, si son atrapados, se terminar¨ªa cualquier oportunidad de solicitar asilo o refugio. Donald Trump ha emitido un decreto a principios de mes que ha endurecido los procesos para quienes buscan protecci¨®n y en suelo estadounidense a¨²n se alimenta a cuentagotas la idea de una invasi¨®n con v¨ªdeos de c¨¢maras de seguridad en los que migrantes an¨®nimos sacuden t¨ªmidamente la alambrada que se acaba de instalar.
"Ves el muro y pierdes la esperanza, pero esperamos que haya un arreglo con las autoridades", comenta Abelardo Mercado, un hondure?o de 23 a?os, mientras clava la mirada en la zona de Playas de Tijuana, donde el muro se extiende varios metros oc¨¦ano adentro. Mercado prefiere esperar antes de decidir. Consigui¨® un trabajo temporal como lavaplatos en una pizzer¨ªa para ganar un poco de dinero que le ayude a sobrevivir en los pr¨®ximos d¨ªas.
La leyenda de Tijuana como una ciudad de migrantes y con empleos bien pagados seduce a muchos centroamericanos. "Aqu¨ª hay trabajo", dice en pocas palabras Gustavo Canales, un hondure?o que ha vivido ocho a?os en M¨¦xico. "Si me preguntaran a m¨ª, les dir¨ªa mil veces que se quedaran aqu¨ª", explica Canales: "En Estados Unidos vives como un perro, tienes que estarte escondiendo, aqu¨ª est¨¢s mucho m¨¢s tranquilo".
"Mi familia cree que lo mejor es que me entregue en Estados Unidos para buscar asilo, pero los abogados que me han asesorado dicen que no tengo un caso s¨®lido", dice Katherine Sigar¨¢n, una salvadore?a de 22 a?os, que viaja sola y que se ha refugiado en el deportivo Benito Ju¨¢rez, el mayor albergue de Tijuana, tambi¨¦n a unos metros del muro fronterizo. El proceso en Estados Unidos empieza con una entrevista de miedo cre¨ªble, en la que las personas tienen que detallar por qu¨¦ huyen y que su vida corre peligro. El asilo es, por definici¨®n, pol¨ªtico y el mayor reto es argumentar que alg¨²n grupo o, sobre todo, alguna autoridad los amenaza de forma concreta. La miseria y la violencia, en t¨¦rminos abstractos, no suelen ser suficientes.
Footage from a #USBP thermal camera captures multiple men climbing the border barrier near Imperial Beach and destroying recently installed concertina wire. All seeking to enter the U.S. are urged to do so at one of more than 320 official U.S. Ports of Entry. #CBP #bordersecurity pic.twitter.com/1IoSjiFoBt
— CBP San Diego (@CBPSanDiego) November 16, 2018
Antes de que empiece el proceso, cientos de personas se arremolinan en el puente fronterizo de El Chaparral, donde se forma una larga fila en territorio mexicano. Una persona muestra un pasaporte nicarag¨¹ense, se lo da a un voluntario que anota sus datos en un cuaderno y otra voluntaria le da un turno escrito sobre un peque?o pedazo de papel. "?1427! En dos semanas puede venir a consultar". La frase se repite una y otra vez. Diez veces para ser precisos.
As¨ª funciona la lista que ordena los turnos para solicitar asilo en Estados Unidos. Es un acuerdo informal entre autoridades de ambos lados de la frontera, que es gestionado por los propios solicitantes, los llamados voluntarios. Cada n¨²mero representa a 10 solicitantes. Cada d¨ªa se da tr¨¢mite a hasta nueve n¨²meros, estos ¨²ltimos dos d¨ªas solo han pasado tres n¨²meros, unas 30 personas. "La llegada de la caravana ha desbordado el sistema, hace unos d¨ªas se anotaban 200 personas, hoy son 400, 500", se?ala Gibelis Soto, una voluntaria venezolana. Todo parece discrecional: los criterios para definir el n¨²mero de solicitudes que se procesan, la transparencia de qui¨¦n es el pr¨®ximo en la lista, el derecho de priorizar algunas solicitudes.
"Llevamos m¨¢s de un mes esperando", lamenta George, un solicitante camerun¨¦s. Hay gente de M¨¦xico y de todo el mundo. Est¨¢ previsto que los tiempos de espera se prolonguen a¨²n m¨¢s y no es ni siquiera el inicio formal del proceso. A quienes se rechaza se les deporta a sus pa¨ªses. Trump ha fijado para este a?o el n¨²mero de acogida en 30.000 lugares, el m¨ªnimo hist¨®rico. Desde 2013, el n¨²mero de solicitudes en la frontera sur de Estados Unidos ha aumentado un 2.000%, de acuerdo con cifras oficiales. En M¨¦xico, no hay muchas m¨¢s opciones. Las solicitudes de asilo y refugio se incrementaron m¨¢s de un 1.000% en los ¨²ltimos cinco a?os y nueve de cada diez vinieron de Centroam¨¦rica, seg¨²n el Gobierno. Es un sistema saturado y restringido.
"??Qui¨¦n quiere ir a Jap¨®n, qui¨¦n quiere ir a Canad¨¢, qui¨¦n quiere ir a los pa¨ªses n¨®rdicos?!", pregunta Irineo Mujica, uno de los principales activistas de Pueblos sin Fronteras (PSF), los coordinadores del ¨¦xodo. Mujica, parado en un templete, apela a la asamblea que se ha convocado en el albergue Benito Ju¨¢rez y que se emociona ante cada puerta que parece abrirse, incluso a miles de kil¨®metros de donde se encuentran. Hasta ahora, no hay ofertas concretas.
"Se est¨¢n analizando otras opciones m¨¢s all¨¢ de M¨¦xico y Estados Unidos, pero hasta ahora no hay nada concreto", se?ala Gina Garibo, coordinadora de proyectos de PSF. "Es probable que si hay buena disposici¨®n de las autoridades, esto se resuelva en dos o tres meses, pero no lo sabemos", comenta Garibo. El Gobierno de Tijuana, que se dice v¨ªctima de un "tsunami" migratorio, calcula que se desahogue en m¨ªnimo seis meses, lo que ha crispado las tensiones entre la poblaci¨®n local. PSF se ha acercado a las autoridades para ver la posibilidad de empleo formal para los migrantes, hay un ofrecimiento de miles de plazas que no se ha oficializado por parte del Gobierno.
"El hecho de que haya muchas o pocas caravanas en el futuro depende de s¨ª pasamos", dice Merl¨ªn Hern¨¢ndez, un hondure?o de 26 a?os. "Los dem¨¢s nos est¨¢n viendo", bromea Hern¨¢ndez. "Ser¨¢ un reto en el futuro", opina el internacionalista Andrew Selee. "?M¨¦xico es el pa¨ªs que deporta m¨¢s migrantes que Estados Unidos o es el pa¨ªs que deja pasar a la caravana de migrantes por su territorio?", se pregunta Selee. "En realidad, no lo sabemos y esa ausencia de pol¨ªtica migratoria pasar¨¢ factura al Estado mexicano", apunta el acad¨¦mico: "No ser¨¢ la primera ni la ¨²ltima caravana".
En el camino reaparecen rostros conocidos. Manuel Beras y Jos¨¦ Hern¨¢ndez aseguran que buscar¨¢n regularizar su situaci¨®n migratoria y que buscar¨¢n trabajo en M¨¦xico. Carlos L¨®pez analiza una oferta laboral en Tijuana. Sergio C¨¢ceres buscar¨¢ ayuda en Estados Unidos para una cirug¨ªa de columna que le ayude a dejar su silla de ruedas. L¨¦ster Mendoza esperar¨¢ unas semanas a que se aclare el panorama. El ¨¦xodo centroamericano ya no camina, ni viaja a jal¨®n ni aborda buses hacia el Norte, es una crisis humanitaria que se ha aparcado en Tijuana ante el cierre de las v¨ªas legales e irregulares: con procesos de asilo empantanados, fronteras selladas y con el miedo de volver sin que el sacrificio haya merecido la pena. "Vamos a ver qu¨¦ pasa, a veces no se hacen realidad los sue?os en un lugar, pero se cumplen otro lado", dice el guatemalteco P¨¦rez, a unos pasos de Estados Unidos.
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