Las heridas abiertas que dej¨® Pablo Escobar
A 25 a?os de su muerte, Colombia busca sacudirse el estigma del capo del c¨¢rtel de Medell¨ªn
El avi¨®n despeg¨® pasadas las 7.10 de El Dorado, el aeropuerto de Bogot¨¢. Cinco minutos despu¨¦s, cuando sobrevolaba el municipio de Soacha, una bomba acab¨® con la vida la vida de 107 personas. La explosi¨®n provoc¨® un incendio que, al alcanzar los tanques de combustible, hizo saltar en mil pedazos el Boeing 727 de Avianca. Los 101 pasajeros y los seis tripulantes del vuelo 203 se dirig¨ªan ese 27 de noviembre de 1989 a Cali. Un lunes m¨¢s de trabajo que termin¨® nada m¨¢s empezar en el horror, el atentado m¨¢s terror¨ªfico de Pablo Escobar, la acci¨®n criminal que demostr¨® la dimensi¨®n de la guerra del narco contra el Estado colombiano. El capo del cartel de Medell¨ªn pretend¨ªa asesinar al futuro presidente liberal C¨¦sar Gaviria, entonces candidato, quien finalmente suspendi¨® el viaje.
Han pasado 25 a?os desde el d¨ªa en que Escobar muri¨® en el tejado de su ¨²ltimo refugio, una casa del barrio Los Olivos, tras ser atrapado por una escuadra de 17 agentes. Su ca¨ªda est¨¢ rodeada, como toda la trayectoria del zar de la coca¨ªna, de versiones y leyendas que alimentan un falso mito de h¨¦roe pseudorrom¨¢ntico. Colombia busca, no obstante, sacudirse ese estigma, las heridas profundas que dej¨® en la sociedad y en el imaginario colectivo, porque su memoria solo tiene que ver con miles de asesinatos. "El da?o m¨¢s grande que hizo la mafia en nuestra sociedad fue haber tergiversado nuestros valores: le quit¨® el valor a la vida y en su lugar le puso un precio a cada vida", record¨® ayer Federico Guti¨¦rrez, alcalde de Medell¨ªn, una ciudad que lucha contra ese pasado y en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha experimentado una importante transformaci¨®n.
"La vida de Pablo Escobar ha estado muy mal contada", lamenta Gonzalo Rojas, director de la Fundaci¨®n Colombia con Memoria, creada en 2009 para atender a los familiares de las v¨ªctimas del vuelo de Avianca. En su opini¨®n, las pel¨ªculas y las series corren el riesgo de blanquear la figura del narcotraficante. "Termina siendo personificada por actores muy talentosos y carism¨¢ticos que generan mucha empat¨ªa con la audiencia. Esa no es su vida, Escobar ha dejado a miles de v¨ªctimas, hu¨¦rfanos, viudas, transform¨® proyectos de vida. Hay que ser muy cr¨ªticos, entender que nos estamos viendo a un h¨¦roe ni un Robin Hood sino a un delincuente, un mat¨®n. Ese no puede ser el estilo de vida que queramos compartir", enfatiza. Rojas tiene impresas en la retina las im¨¢genes de la ma?ana en que perdi¨® a su padre. "Ten¨ªa 10 a?os, estaba en el colegio. Recuerdo c¨®mo recib¨ª la noticia, fue la directora del colegio que me sac¨® a su oficina y me cont¨® lo que hab¨ªa pasado. Desde muy peque?o me gener¨® muchas reflexiones. De cierta manera ha encaminado mi vida", contin¨²a.?
Enrique Ortiz rememora junto a su esposa, Mar¨ªa Cardona, el calvario por el que atravesaron hasta tener la certeza de que su hijo Ramiro hab¨ªa fallecido.? "Era el mayor, trabajaba en la previsora de seguros. Su viaje era para Bucaramanga, pero a ¨²ltima hora se present¨® un problema en Cali, entonces le llamaron y le dijeron: 'Hombre tiene que irse para Cali'", relatan. "Cuando nosotros seguimos las noticias no sab¨ªamos si era o no era su avi¨®n, porque hab¨ªan salido dos al mismo tiempo. Me fui para el sitio de la tragedia, me encontr¨¦ con la polic¨ªa, empezaron a mirar las c¨¦dulas de identidad y estaba la de ¨¦l", cuenta antes de asistir a una misa por las v¨ªctimas en la capilla del Gimnasio Moderno de Bogot¨¢. "Pero pasamos tres d¨ªas de zozobra porque reconocerlo fue dur¨ªsimo, dur¨ªsimo. Ten¨ªa 25 a?os".
"Quer¨ªa enterrarme viva, pero tenemos que seguir viviendo", recuerda su madre. "Fue un trauma espantoso, yo no pod¨ªa entender c¨®mo nos hab¨ªa pasado eso. Ese hombre [Escobar] puso bombas en todo el pa¨ªs, hizo mucho da?o. Era una bomba en cada esquina. Ahora se inventan unas telenovelas espectaculares, mejor dicho lo ponen como si fuera un h¨¦roe, pero fue el hombre m¨¢s siniestro, era un demente, porque solo una persona demente hace unas actividades tan violentas y tan espantosas", recalca Mar¨ªa Cardona.
Los familiares del vuelo 203 fueron reconocidos hace una d¨¦cada por la Fiscal¨ªa como v¨ªctimas de un delito de lesa humanidad. Hoy cada uno sigue afrontando como puede el dolor de la ausencia. Yamile Charry encontr¨® el valor de enfrentarse a uno de los sicarios del cartel en las redes sociales. "Sali¨® de Medell¨ªn Jhon Jairo diciendo ya pagu¨¦ por todo lo que hice", describe a prop¨®sito de Jhon Jairo Vel¨¢squez, alias Popeye, que en 2014 sali¨® de prisi¨®n y el pasado mayo volvi¨® a ser detenido por extorsi¨®n y otros cargos. "No", zanja. "Yo le escrib¨ª, porque el tipo se volvi¨® muy popular. Le escrib¨ª al Twitter de ¨¦l. Y le dije que no s¨¦ hasta qu¨¦ punto se piensa que pag¨®. Pero usted no ha pagado. En mi coraz¨®n usted no ha pagado".
Su voz se quiebra al mencionar a su madre, Amparo Ortega de Charry. Yamile ten¨ªa 13 a?os. "Ella era contadora p¨²blica, era auditora de Colpatria y viajaba por trabajo, como casi todos. De entrada, yo lo acept¨¦ primero y mi hermano no. No se mide ni la gravedad ni la dimensi¨®n de lo que pas¨®, aparte de que fue un ataque muy tenaz, aparte de que fue lesa humanidad, perder a una mam¨¢ es muy tenaz, no se mide", afirma. "Yo no puedo perdonar".?
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