Golpe a la memoria maldita de Pablo Escobar
Clausurada la casa museo del capo del c¨¢rtel de Medell¨ªn. La ciudad busca enterrar los s¨ªmbolos del narcotraficante
"Bienvenidos a nuestro museo, bienvenidos a nuestra historia". Con esta premisa empezaba, hasta el mi¨¦rcoles, la visita a una casa dedicada a la memoria del criminal que m¨¢s ha manchado el pasado reciente de Colombia. La alcald¨ªa de Medell¨ªn y el viceministerio de Turismo han dado un golpe al culto a Pablo Escobar y han clausurado, por el momento de forma temporal, el inmueble. Lo hicieron por una irregularidad administrativa, porque esa especie de parque tem¨¢tico, regentado por su hermano mayor, Roberto, carec¨ªa de permisos. Pero la simbolog¨ªa que rodea al capo de la droga, fallecido en 1993, va m¨¢s all¨¢ y supone un estigma que el pa¨ªs quiere enterrar sin mirar atr¨¢s.
En la vivienda, ubicada en un exclusivo sector residencial, los visitantes pod¨ªan interactuar con un imitador de El Patr¨®n, como se conoc¨ªa al narco, hacerse una foto en una celda, ver la reconstrucci¨®n de unos pasadizos secretos, observar una colecci¨®n de memorabilia entre lo exc¨¦ntrico y lo grotesco. Un im¨¢n para decenas de turistas extranjeros -los colombianos ten¨ªan habitualmente restringido el acceso- que pagaban 90.000 pesos (25 euros o 30 d¨®lares) para conocer una versi¨®n edulcorada del horror. Miles de asesinatos convertidos en el trasfondo de una supuesta existencia rom¨¢ntica.?
"Aqu¨ª encontrar¨¢s gran parte de la historia del m¨ªtico Pablo Escobar, conocer¨¢s, entre otros, la moto de James Bond, de la pel¨ªcula La esp¨ªa que me am¨®, sus carros... gran cantidad de fotograf¨ªas. Siempre ser¨¢s atendido por un miembro de la familia". As¨ª se promocionaba el museo en la web TripAdvisor. El hermano del narcotraficante, tambi¨¦n conocido como El Osito, se enfrenta a una sanci¨®n de m¨¢s de 12.000 d¨®lares. Sin embargo, si logra la licencia tur¨ªstica, podr¨¢ seguir operando.
La fascinaci¨®n siniestra por el mal, por la violencia, no es una novedad. Su explotaci¨®n comercial, alentada en los ¨²ltimos a?os por el imaginario audiovisual y las series de Netflix, tampoco es una prerrogativa de los c¨¢rteles de narcos colombianos. Sucedi¨® algo parecido con la mafia siciliana, empezando por las novelas de Mario Puzo y las pel¨ªculas de Francis Ford Coppola sobre los Corleone. Lo que preocupa a las autoridades colombianas es el relato, controlado por la familia del criminal. Porque esa apelaci¨®n a "nuestra historia" con la que empieza el recorrido es una perversi¨®n de la historia real.
"Ellos no son las leyendas ni los h¨¦roes". Probablemente el principal objetivo de Federico Guti¨¦rrez, alcalde de Medell¨ªn es, al igual que el de sus predecesores en el cargo, cambiar de una vez la imagen de la ciudad, uno de los motores del pa¨ªs, que ya ha experimentado una transformaci¨®n muy significativa en las ¨²ltimas d¨¦cadas. "Puede que nosotros no podamos impedir ese tipo de narcotours si funcionan con los registros de turismo. Pero la pregunta es tambi¨¦n qu¨¦ tal si hacemos un cambio cultural, si contamos la historia del lado de las v¨ªctimas y no de los victimarios. Ac¨¢ no son bienvenidos quienes vienen a hacer apolog¨ªa del delito".
Colombia libr¨®, en los ochenta y en los noventa, una guerra contra las mafias de narcotraficantes de Medell¨ªn y de Cali. No obstante, hoy sigue siendo el principal productor de coca en el mundo. El a?o pasado las hect¨¢reas sembradas pasaron de 146.000 a 171.000, extensos territorios en disputa entre grupos disidentes de las FARC, bandas de paramilitares y organizaciones criminales como el clan del Golfo. A pesar de los cambios, de la paz con la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica, el pa¨ªs a¨²n no ha resuelto el problema de la violencia en las regiones rurales, que en buena medida depende de las econom¨ªas ilegales y del tr¨¢fico de droga. Y en esta batalla es fundamental desmontar el universo simb¨®lico del narco. Empezando por Escobar.
En febrero la alcald¨ªa destruir¨¢ el edificio M¨®naco, que fue el cuartel general del c¨¢rtel. "Nunca vamos a negar lo que pas¨® en esta ciudad", defiende Guti¨¦rrez. Su aspiraci¨®n es imponer una justicia narrativa. Es decir, que figuras como Jhon Jairo Vel¨¢squez V¨¢squez, Popeye, jefe de sicarios de El Patr¨®n y autor de 300 asesinatos, dejen de ser, aun para unos pocos, estrellas macabras del pasado. Y que el narcoturismo, ya en declive, no sea m¨¢s que una tendencia marginal.
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