Siete meses esperando a Yeisvi
Una guatemalteca detenida en la frontera de EE UU lleva desde mayo separada de su hija. La mujer puede perder la custodia de su peque?a porque tiene nacionalidad estadounidense
Vilma Carrillo tiene cuatro dientes postizos. Su esposo le arrebat¨® los verdaderos en una de las palizas. Abatida por la violencia, la mujer ind¨ªgena de Guatemala tom¨® una decisi¨®n en mayo de este a?o: escapar de su tierra para solicitar asilo en Estados Unidos, el pa¨ªs en el que hab¨ªa vivido ilegalmente durante cuatro a?os a comienzos del 2000, y donde hab¨ªa concebido a una de sus dos hijas. No ten¨ªa los recursos para llevarse a ambas as¨ª que opt¨® por marchar con la que ten¨ªa nacionalidad estadounidense, suponiendo que la tratar¨ªan mejor. Pero sus planes se dieron de bruces con la pol¨ªtica migratoria de mano dura de Donald Trump. Carrillo, de 38 a?os, cruz¨® la frontera de Arizona tres d¨ªas despu¨¦s de que entrara en vigor la pol¨¦mica medida de separaci¨®n de familias. Los agentes las retuvieron en la aduana y cuando se dieron cuenta de que su peque?a de 11 a?os era una ciudadana de EE UU, la sacaron de la celda. Esa fue la ¨²ltima vez que vio a su hija.
¡°Las dos lloramos al despedirnos. Yeisvi me dec¨ªa: ¡®Mami, no quiero dejarte sola¡¯. Y yo le promet¨ª que ¨ªbamos a estar juntas pronto. Despu¨¦s de eso me desmay¨¦¡±, relata Vilma por tel¨¦fono desde el centro de detenci¨®n Irwin, en Georgia, siete meses despu¨¦s de la separaci¨®n. El pasado julio la trasladaron desde esas mismas instalaciones a Texas junto a otras madres. Sin saber leer ni escribir, ni ingl¨¦s ni casi espa?ol ¡ªhabla mam, una lengua maya¡ª, crey¨® entender que las reunir¨ªan con sus hijos. A medida que transcurr¨ªan los d¨ªas el nudo en el est¨®mago de Vilma se volvi¨® piedra. Ve¨ªa c¨®mo llamaban una a una a sus compa?eras de celda menos a ella. De los cerca de 2.600 menores que hab¨ªan sido separados de sus padres, el Gobierno de EE UU a¨²n tiene bajo su custodia a cerca de 80. Yeisvi, que desde mayo vive con una familia de acogida en Arizona, a 3.000 kil¨®metros de su madre, forma parte de esa cifra.
La raz¨®n que le dieron a Vilma Carrillo para no reunificarla fue que los ciudadanos estadounidenses no pueden estar en los centros de detenci¨®n para inmigrantes. Carrillo fue trasladada nuevamente a Georgia, donde se present¨® a trav¨¦s de videoconferencia a una audiencia para obtener asilo. La guatemalteca ten¨ªa una pena que no sab¨ªa traducir. Declar¨® sin abogado, sin la documentaci¨®n que respaldaba los abusos a los que fue sometida ¡ªla ten¨ªa en una mochila que la polic¨ªa a¨²n no le hab¨ªa devuelto¡ª y con un int¨¦rprete que en teor¨ªa hablaba mam, pero que en las transcripciones de la sesi¨®n, a las que tuvo acceso EL PA?S, queda en evidencia que no era as¨ª.
¡ª Juez: Se?ora, ?qu¨¦ edad tiene hoy?
¡ª Vilma: El 10 de mayo, ah¨ª fue cuando cruc¨¦ la frontera y ellos se llevaron a mi ni?a, y ya han pasado tres meses desde que la ni?a naci¨® aqu¨ª y no he podido ver a mi ni?a.
Carrillo testific¨® a trompicones por el idioma y los nervios sobre las amenazas de muerte que recibi¨® por parte de su esposo. Explic¨® que no lo denunci¨® porque la estaci¨®n de polic¨ªa m¨¢s cercana estaba a tres horas de su casa.
¡ª Juez: ?Por qu¨¦ no se mud¨® al pueblo donde est¨¢ la estaci¨®n de polic¨ªa?
¡ª Vilma: Incluso si voy, no tengo dinero para darles. Ellos me pedir¨¢n dinero. Tampoco tengo para comprar el pasaje de bus hasta all¨¢. Llegu¨¦ aqu¨ª porque mis vecinos hicieron una colecta para ayudarme y me dijeron que como mi ni?a hab¨ªa nacido aqu¨ª quiz¨¢ me pod¨ªan ayudar.
La solicitud de asilo fue rechazada y se orden¨® su deportaci¨®n. No solo porque no se pudo expresar bien, sino tambi¨¦n porque desde el pasado junio la violencia dom¨¦stica en el pa¨ªs de origen del solicitante ya no basta como motivo ¨²nico para pedir protecci¨®n en EE UU. Su hermano Mart¨ªn (nombre ficticio), de 34 a?os y radicado desde hace 15 a?os en Georgia, atribuye la negativa del juez a un asunto de discriminaci¨®n. ¡°Este es un Estado racista y ese fue el juez que le toc¨®¡±, comenta por tel¨¦fono. El tribunal de Atlanta es de los que menos peticiones de asilo conceden, en torno al 20%. A pesar de que los hermanos est¨¢n en la misma provincia, no se han podido ver porque est¨¢n prohibidas las visitas a los centros de detenci¨®n. S¨ª han podido hablar: ¡°Est¨¢ desesperada¡±, lamenta.
Carrillo se encuentra en proceso de apelaci¨®n. En caso de que esta siga adelante y la expulsen del pa¨ªs, las autoridades estadounidenses pueden decidir que es demasiado arriesgado que se lleve a su hija por los antecedentes de violencia que ella misma ha expuesto para solicitar asilo. ¡°Tenemos un muy buen argumento para pedir otra audiencia. No le pueden negar el derecho al debido proceso. Esa no puede ser su ¨²nica oportunidad, tiene que ir a un juicio donde se pueda hacer entender¡±, explica Shana Tabak, abogada de Vilma y directora ejecutiva del Centro de Justicia Tahirih, una organizaci¨®n que ofrece servicios legales a las inmigrantes v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero.
El equipo de abogados apel¨® la decisi¨®n del juez ¡ªun recurso que puede tardar meses¡ª, y solicit¨® que, mientras se tramita, liberen a Vilma por razones humanitarias para que pueda ver a su hija. El 5 de noviembre el juez rechaz¨® el requerimiento. ¡°El Gobierno federal est¨¢ perjudicando su derecho a ser madre, puede perder la custodia¡±, apunta Tabak. Carrillo est¨¢ llamada a declarar el 29 de enero en una audiencia en Arizona junto a un abogado del Estado que velar¨¢ por los intereses de Yeisvi. La representante legal de la guatemalteca teme que si no la liberan antes de esa fecha, los jueces estimen que no se puede hacer cargo de la menor. La ofensiva antimigratoria de Trump establece que no puede liberarse a los inmigrantes mientras esperan su juicio sobre asilo porque luego no se presentan y se quedan ilegalmente en EE UU. Tabak recoge esta suposici¨®n en el alegato y responde que eso no va a ocurrir con Vilma porque tiene un buen argumento para obtener la protecci¨®n y porque ya lo ha difundido: ¡°?D¨®nde se va a ir? Ella no quiere desaparecer. Quiere estar aqu¨ª y que le respeten su derecho. Solo quiere hacerlo hablando en mam¡±.
Desde la separaci¨®n, Carrillo ha mantenido el contacto con su peque?a v¨ªa telef¨®nica. ¡°Creo que est¨¢ traumatizada. Vio c¨®mo su pap¨¢ me quemaba, escapamos, y ahora no estamos juntas¡±, afirma con un hilo de voz. Su otra hija, de 17 a?os, se mud¨® con una de sus t¨ªas a un pueblo a ocho horas de su natal Huehuetenango por miedo a su padre. ¡°Me dijo ¡®mami, puedes irte con mi hermanita a luchar a Estados Unidos¡¯¡±, relata la solicitante de asilo. Y agrega: ¡°Yo no vine aqu¨ª para ser rica, vine para salvar a mi hija¡±.
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