Venezuela: liberar la justicia

Controlar la justicia es una de las herramientas esenciales de todo proyecto autoritario. Primero, para evitar que ella controle al poder pol¨ªtico (y sus tentaciones o pr¨¢cticas corruptas). Segundo, para instrumentalizar a los jueces y fiscales en sus prop¨®sitos pol¨ªticos.

De eso se ha visto, antes y ahora, muchos ejemplos a lo largo de la historia: la separaci¨®n de poderes y la independencia de la justicia como espacio democr¨¢tico fundamental a avasallar. As¨ª ocurri¨® en el Per¨² cuando el fujimorismo someti¨® a la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional y la Fiscal¨ªa de la Naci¨®n, y ocurre hoy en pa¨ªses de Europa del Este donde los autoritarios empiezan neutralizando a los tribunales constitucionales.

Como lo ha destacado en una comunicaci¨®n reciente el grupo Bloque Constitucional de Venezuela, la falta de independencia de jueces y fiscales frente al poder pol¨ªtico es un componente clave en el proceso autoritario que all¨¢ se sufre. En el proceso democratizador, como es evidente, contar con una justicia independiente tendr¨¢ que ser central para poder hablar de ¡°democracia¡± en el pa¨ªs. Dos perlas; a modo de ejemplo.

Una, las medidas cautelares penales pedidas por el Fiscal General ¡ªdesignado por una Asamblea Constituyente de dudosa legitimidad¡ª al Tribunal Supremo de Justicia contra Juan Guaid¨®, presidente de la Asamblea Nacional y encargado interinamente por ¨¦sta de la presidencia del pa¨ªs. Medidas que incluyen el bloqueo de sus bienes y el impedimento de salir del pa¨ªs. Velocidad del rayo en la sentencia suprema en violaci¨®n constitucional pues el C¨®digo Procesal Penal establece que no proceden medidas cautelares penales contra altos funcionarios sin previo antejuicio.

Dos, detenciones masivas desde la ¨²ltima semana de enero ¡ªm¨¢s de 850 del 21 al 26 de enero¡ª sin ¨®rdenes de captura o autorizaciones judiciales: allanamientos, detenciones arbitrarias y uso excesivo de la fuerza sin que los jueces hubieran podido actuar en los casos en que lo intentaron. Lamentablemente, en paralelo, muchas veces jueces y fiscales provisorios, sometidos al poder pol¨ªtico, convalidaron ¡ªa veces con su inacci¨®n¡ª varias de las detenciones arbitrarias.

Una de los medios para afectar la independencia judicial ha sido contar con un ¨ªndice muy alto de jueces provisorios (m¨¢s del 80% y el 100% de los fiscales seg¨²n el Bloque Constitucional de Venezuela). Carentes de estabilidad y garant¨ªas, la provisionalidad es instrumental al poder.

Otra forma han sido las operaciones de copamiento del Tribunal Supremo y de la Fiscal¨ªa, espacios sujetos a nombramientos pol¨ªticos cuestionados desde hace a?os. Herramienta esencial para esto: una Comisi¨®n Judicial controlada pol¨ªticamente con facultades de nombrar y remover, con total discrecionalidad y sin ning¨²n tipo de estabilidad, a los jueces provisorios.

Como lo vimos tambi¨¦n en la experiencia peruana, el manto autoritario y de sujeci¨®n al poder no siempre, sin embargo, logra ser absoluto. En medio de tempestades y navegando contra la corriente, hay magistradas y magistrados que resisten a los zarpazos. Dos magistrados en el Tribunal Supremo, por ejemplo, se opusieron a la decisi¨®n adoptada por sus colegas contra Guaid¨®. En los procesos de reconstrucci¨®n democr¨¢tica suelen ser sorprendentes las fuerzas y capacidades internas que afloran para conducir la justicia por una ruta democr¨¢tica.

Una justicia independiente e imparcial es un derecho democr¨¢tico esencial de la gente para que cuente con garant¨ªas de que se resuelva con neutralidad y de acuerdo al derecho. Y, principalmente, como espacio de control de cualquier abuso de poder. Por eso es en los procesos autoritarios avasallar esa independencia es constante y recurrente. Por eso, desmontar los andamiajes creados dentro del sistema judicial venezolano para someterlo al poder pol¨ªtico es uno de los grandes temas de la agenda que hoy levantan las mayor¨ªas en ese pa¨ªs.