Las voces y los ecos
No hay Gobierno que no reciba ataques de sus opositores, pero parte de su labor es aprender a separar el ruidero de la cr¨ªtica atinada y ¨²til
En las redes y los medios mexicanos el discurso de odio por el actual Gobierno, sus integrantes y cada una de sus acciones es un espect¨¢culo cotidiano. Parte de este encono, c¨®mo dudarlo, proviene de miembros, simpatizantes y clientelas de anteriores Gobiernos y de los grupos pol¨ªticos que se vieron desplazados del poder tras las elecciones federales del a?o pasado. Es abucheo autom¨¢tico, digamos. Otra parte procede de quienes, visceralmente y al margen de los hechos, sienten antipat¨ªa por el presidente y sus adeptos y por cualquier tufo pol¨ªtico diferente del que acostumbran, y se dedican a replicar fake news sin ning¨²n pudor (¡°?Ya vieron que est¨¢n implantando la educaci¨®n socialista?¡±). Pero no toda la cr¨ªtica es odio ni todo el desacuerdo es complot. Existe, finalmente, una parte m¨¢s, y no es la menor: la de quienes, desde razonamientos y posiciones distintas de las del Gobierno, revisan cada d¨ªa las noticias y se sienten intranquilos o directamente irritados por el rumbo que est¨¢ tomando la administraci¨®n.
Porque, aunque as¨ª lo quieran entender y presentar muchos adeptos del Gobierno, no toda la cr¨ªtica est¨¢ manipulada por poderes oscuros ni motivos arteros. Y esto no tendr¨ªa que ser motivo de esc¨¢ndalo. Es normal y deseable que en una democracia se levanten voces que se?alen los yerros, incongruencias, y patinazos del poder y le abran, as¨ª, un camino para enmendarlos. La infalibilidad, me temo, no forma parte de la teor¨ªa democr¨¢tica. Nadie puede pretender que ¡°su¡± presidente no incurre jam¨¢s en pifias ni mucho menos sostener que los gobernados carezcan del elemental derecho de reclamo, sean cuales sean los porcentajes de inconformes sobre el total de la poblaci¨®n. Las elecciones las gana el que tiene m¨¢s votos pero, en una democracia, se gobierna para todos y a todos se escucha. Ning¨²n porcentaje de votos recibidos da carta blanca para ignorar a los dem¨¢s. Y all¨ª se encuentra uno de los flancos m¨¢s endebles del gobierno mexicano: que le cuesta, y mucho, o¨ªr algo que no sea su propia voz.
No hay Gobierno que no reciba una ola constante de ataques de sus opositores. Pero parte de su labor es aprender a separar el ruidero de la cr¨ªtica atinada y ¨²til (distinguir las voces de los ecos, dir¨ªa Machado) y actuar en consecuencia. La personalidad de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador y la del movimiento que encabeza ha acusado los largos a?os de fungir como la principal oposici¨®n del pa¨ªs. Pero la campa?a ya se acab¨®, y ahora les corresponden las responsabilidades de la jefatura de Estado (y el comando de las dos c¨¢maras legislativas). Y eso incluye dejar de entender su comportamiento cotidiano como una batalla y comenzar a entenderlo como un servicio general.
No: el Gobierno no ha sido infalible y pretender lo contrario es hacerse tonto. El proyecto de la Guardia Nacional va directamente en el sentido contrario de las promesas de campa?a de desmilitarizar el pa¨ªs. El recorte del subsidio a las estancias infantiles y el torpe comentario de que a los ni?os ¡°mejor que los cuiden sus abuelos¡± da mucho en qu¨¦ pensar en cuanto al progresismo oficial. La blitzkrieg?lanzada contra el robo de combustibles provoc¨® una crisis de abasto (y de credibilidad) que pudo minimizarse con una mejor comunicaci¨®n y un plan de contingencia menos improvisado. Los forcejeos con el Conacyt o episodios como la presi¨®n que orill¨® a renunciar a Daniel Goldin de la Biblioteca Vasconcelos nos hablan de una falta de sensibilidad preocupante. Y estos son solo botones de muestra. Lo cardinal es que un Gobierno que no sepa dialogar, negociar, escuchar, tomar el pulso de las verdaderas necesidades de los ciudadanos, est¨¢ condenado a atravesar tormentas... cuando no al naufragio. La victoria de un pol¨ªtico no es llenar las urnas de votos: es dejar un pa¨ªs mejor del que recibi¨®. Y eso no se puede si el capit¨¢n cree que todas las voces que le avisan de que tiene un iceberg delante de las narices lo hacen por joder.
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