Terminar de entregar M¨¦xico a los militares
La verdadera batalla por el poder, en los s¨®tanos del viejo sistema de partido ¨²nico, primero, y en los de la alternancia, despu¨¦s, se dio entre los civiles y los militares, como si la Revoluci¨®n de 1910 nunca hubiera terminado
Partamos de una pregunta sencilla: ?por qu¨¦ hace falta consagrar en la Constituci¨®n la militarizaci¨®n de la seguridad p¨²blica, si no vivimos en un r¨¦gimen militar?
Regresemos, despu¨¦s, algunos a?os: tal vez, la mayor¨ªa de los an¨¢lisis pol¨ªticos de finales del siglo pasado y comienzos del presente milenio, han sido parciales. O como dice el viejo dicho: por ver los ¨¢rboles, no vimos el bosque.
Debajo de las pugnas entre estatistas y privatizadores, populistas y neoliberales, derechistas e izquierdistas, la verdadera batalla por el poder, en los s¨®tanos del viejo sistema de partido ¨²nico, primero, y en los de la alternancia, despu¨¦s, se dio entre los civiles y los militares ¡ªcomo si la Revoluci¨®n de 1910 nunca hubiera terminado.
Las preguntas, por m¨¢s temor que despierten, son entonces obligatorias: ?la transici¨®n del a?o 2000 fue tambi¨¦n un reacomodo de los factores reales de poder ¡ªl¨®gico e inercial, si recordamos la ruptura que sigui¨® al levantamiento zapatista y al asesinato de Luis Donaldo Colosio, y si recordamos, adem¨¢s, que en 1996 Ernesto Zedillo solicit¨® a la Suprema Corte de Justicia la jurisprudencia necesaria para empezar a militarizar tareas de seguridad p¨²blica, naciendo la Polic¨ªa Federal Preventiva?
Vayamos m¨¢s all¨¢ con estas preguntas, al tiempo que revisamos nuestra historia reciente: ?es posible que los militares comprendieran, mejor que nuestros pol¨ªticos civiles ¡ªaquellos que no formaban parte de su grupo, es decir, de la facci¨®n hist¨®ricamente encabezada por los herederos de la Direcci¨®n Federal de Seguridad, desde la ¨¦poca de Luis Echeverr¨ªa hasta la de Zedillo¡ª que daba igual cu¨¢l fuera el partido en el poder, siempre y cuando el Ej¨¦rcito y la Marina estuvieran detr¨¢s o dentro de dicho partido? ?La elecci¨®n de cambio de siglo no habr¨ªa sido, entonces, tambi¨¦n una victoria de los militares?
Si analizamos c¨®mo y cu¨¢nto han crecido el poder, la influencia y los intereses del Ej¨¦rcito y de la Marina durante los ¨²ltimos 18 a?os, la respuesta a estas preguntas resulta evidente: de la Polic¨ªa Federal Preventiva zedillista se pas¨® a la creaci¨®n de la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica foxista, que implement¨® los primeros operativos conjuntos, como el de Ciudad Ju¨¢rez. Por primera vez, entonces, asistimos a la narrativa de los soldados contra los criminales. Pero pongamos un ejemplo ¡ªapenas una paja en un extenso campo¡ª que ilustra esto de manera personal y que es tambi¨¦n otra pregunta: ?no fue Rafael Macedo de la Concha el primer procurador general de la Rep¨²blica de extracci¨®n puramente militar?
Las preguntas, insisto, son demasiadas e inspiran, cada vez que sumamos otra, nuevos temores y mayores confusiones ¡ªa menos, claro, que pensemos en el Estado de excepci¨®n descrito por Agamben, o en la doctrina militarista que los Estados Unidos han promovido en Am¨¦rica Latina¡ª: ?Los militares no entendieron, durante el sexenio calderonista, tras una elecci¨®n que puso en entredicho nuestro sistema pol¨ªtico, que su presencia y su actuar necesitaban ser legitimadas, dejar de ser subterr¨¢neas? ?No lo comprendieron, adem¨¢s y precisamente, en un momento de crisis de legitimidad del aparato de poder civil?
?Y no fue Felipe Calder¨®n quien les otorg¨® esta legitimidad, militarizando, en la pr¨¢ctica, a la Polic¨ªa Federal, que de un d¨ªa para el otro aument¨® su n¨²mero de integrantes un 800% ¡ªde d¨®nde, si no de los cuarteles, salieron los 25.000 nuevos elementos? Ni siquiera hace falta mencionar cu¨¢nto creci¨® el presupuesto del Ej¨¦rcito y de la Marina durante el calderonismo, se?alar c¨®mo se increment¨® la publicidad estatal en su nombre o acusar c¨®mo se avocaron a acciones en las calles para demostrar c¨®mo fue entonces que alcanzaron la legitimaci¨®n. Lo que hace falta en este punto, en todo caso, es hacer otra pregunta: ?d¨®nde est¨¢n los elementos del extinto Estado Mayor Presidencial, ser¨¢ que van a caer en la futura Guardia Nacional?
Pero volvamos a la legitimaci¨®n. Y es que muy pronto, esta se volver¨ªa insuficiente para los militares ¡ªpensemos, otra vez, en Agamben y en los vac¨ªos que en la pr¨¢ctica deja el poder civil, para que sea otro quien los llene¡ª. Durante el sexenio de Enrique Pe?a Nieto, en el que el Ej¨¦rcito y la Marina se convirtieron en empresa privada ¡ªrecordemos, si no, el asunto de la barda perimetral del fallido aeropuerto de Texcoco¡ª, am¨¦n de volverse los encargados plenipotenciarios de la seguridad ¡ªa trav¨¦s de la Comisi¨®n Nacional de Seguridad y de una gendarmer¨ªa que, aunque no fue creada en el papel, s¨ª lo fue en los hechos¡ª, los militares aspiraron a m¨¢s.
Legitimados y enriquecidos, no solo v¨ªa presupuesto ¡ªentre 1996 y 2019, el dinero que el erario otorg¨® anualmente al Ej¨¦rcito y la Marina aument¨® casi 6.000 millones de d¨®lares¡ª, los militares quisieron volverse intocables ¡ªpara que nadie se atreviera a se?alar, a contar o a acusar, por ejemplo, una matanza como la de Iguala, como la de Tlatlaya o como la de Apatzing¨¢n; para que nadie, nunca, se atreviera a fiscalizar la compra de armas ¡ªentre 1996 y 2019, M¨¦xico pas¨® de ser el lugar 90 a meterse en los primeros 14 pa¨ªses del ranking¡ª o a investigar el valor de unos terrenos ubicados, por ejemplo, en Santa Fe.
Y aqu¨ª vale hacer un par de preguntas m¨¢s: ?por qu¨¦ nadie, de entre toda la gente que compone el nuevo Gobierno, lo asesora o lo acompa?a, quiere acordarse, a pesar de haber utilizado los argumentos de su amnesia durante la campa?a que los llev¨® al poder, que, desde la militarizaci¨®n del pa¨ªs, una sola cosa ha sucedido con los ¨ªndices delictivos: han subido? ?Y por qu¨¦ nadie, a pesar de que tambi¨¦n acusaron esto durante la campa?a de 2018, parece enterarse de c¨®mo se maneja el dinero al interior de los cuerpos militares?
Pero volvamos a la revisi¨®n de nuestro pasado reciente: para volverse intocables, el Ej¨¦rcito y la Marina ?no deb¨ªan volver constitucionales sus l¨®gicas de actuaci¨®n? Es decir, ?no deb¨ªan aspirar a que su quehacer fuera legalizado? Como todo mexicano sabe: aquello que entra en la Constituci¨®n, solo sale de ¨¦sta cuando ya no es necesario. Esto era, entonces, lo que deb¨ªan conseguir los militares. Y por eso fue esto lo que intentaron hacer durante los ¨²ltimos meses del sexenio pe?ista: de no haber sido por la SCJN, este objetivo tambi¨¦n lo hubieran alcanzado.
Desgraciadamente, el triunfo que signific¨® la resoluci¨®n de la Suprema Corte dur¨® muy poco. Porque el nuevo Gobierno, que presume de independencia y que se presume de izquierda, ha decidido entregarle a las Fuerzas Armadas la legalizaci¨®n que tanto hab¨ªan anhelado, al igual que ha decidido respetar su econom¨ªa, tanto v¨ªa presupuesto como v¨ªa empresa privada. ?O no es esto lo que significan la Guardia Nacional y la operaci¨®n del aeropuerto de Santa Luc¨ªa, por poner, otra vez, un par de ejemplos?
Y ac¨¢ se presenta, entonces, la pregunta m¨¢s complicada: ?no corre el riesgo, el cambio de r¨¦gimen de 2018, de convertirse en el culmen de los acontecimientos que iniciaran en el a?o 2000? Es decir, ?no corremos el riesgo de que la Cuarta Transformaci¨®n cumpla su promesa de ser un cambio de r¨¦gimen, pero que este suceda no solo por donde se nos hab¨ªa prometido, sino tambi¨¦n por su extremo opuesto?
?No corremos el riesgo de que el cambio ¡ªse de cuenta quien lo encabeza o no, se den cuenta los diputados y los senadores que lo acompa?an o no, nos demos cuenta quienes votamos por ¨¦ste o no¡ª sea tambi¨¦n el fin de un proceso que transcurre en lo m¨¢s hondo de nuestro sistema pol¨ªtico? ?No corremos, pues, el riesgo de que el nuevo r¨¦gimen se vuelva, tambi¨¦n, un r¨¦gimen militar?
Las preguntas, insisto, son muchas, aunque haya dos que las engloben y resuman: ?por qu¨¦ todos nuestros Gobiernos, del partido que sean ¡ªincluso de aquellos que llegaron al poder gracias al discurso de la paz¡ª, est¨¢n urgidos por ceder ante el Ej¨¦rcito y la Marina?
Y as¨ª volvemos a la pregunta m¨¢s sencilla, reformul¨¢ndola: ?por qu¨¦, si el car¨¢cter militar de la Guardia Nacional ser¨¢ temporal, hace falta legalizarla en la Constituci¨®n?
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