Kim Jong-un y Donald Trump, optimistas en el comienzo de su segunda cumbre
¡°Tengo confianza en que habr¨¢ un buen resultado¡±, ha declarado el l¨ªder norcoreano al saludar al estadounidense
Sonrisas, apretones de mano y muchas promesas de buena voluntad. Con un c¨®ctel de gambas y un entrecot por medio, el presidente de EE. UU., Donald Trump, y el l¨ªder norcoreano, Kim Jong-un, han abierto este mi¨¦rcoles en Han¨®i su segunda cumbre para hablar de desnuclearizaci¨®n, con media hora de conversaci¨®n en privado y una cena en petit comit¨¦. Mientras el estadounidense resaltaba los ¡°grandes progresos¡± obtenidos en los ¨²ltimos meses, el norcoreano promet¨ªa hacer ¡°cuanto est¨¦" en su mano para conseguir el ¨¦xito de la negociaci¨®n.
Fueron, en total, 130 minutos de charla, en lo que se pretend¨ªa que fuera un ambiente lo m¨¢s relajado posible en el hotel Metropole de la capital vietnamita. La puesta en escena era muy similar a la de hace ocho meses en Singapur, cuando los dos l¨ªderes se vieron las caras por primera vez.
Como entonces, ambos se encontraron sobre un estrado decorado con doce banderas, seis por pa¨ªs. Cada uno entr¨® por un lado y se encontraron exactamente en el centro, para darse un apret¨®n de manos ni muy d¨¦bil ni muy fuerte. El estadounidense palme¨® en el hombro al l¨ªder norcoreano. Kim le devolvi¨® el gesto sin mucha convicci¨®n.
Quiz¨¢ esos primeros momentos fueron los m¨¢s envarados. Trump luc¨ªa su mejor sonrisa de promotor inmobiliario. Kim, en cambio, aparec¨ªa serio, menos suelto ante las c¨¢maras. Si, como hab¨ªa asegurado Trump en su d¨ªa, los dos mandatarios est¨¢n ¡°enamorados¡±, su pasi¨®n no parec¨ªa a flor de piel.
Con las int¨¦rpretes acudiendo al lado de los l¨ªderes, la atm¨®sfera recuper¨® calidez. Ya en un formato m¨¢s familiar para Kim, hablando de l¨ªder a l¨ªder, y c¨®modamente sentados, el mandatario norcoreano recuper¨® la sonrisa.
La cumbre ¡°ser¨¢ un ¨¦xito¡±, prometi¨® el presidente estadounidense, haciendo caso omiso ¡ªo aparentando que lo hac¨ªa¡ª a la declaraci¨®n que efectuaba en Washington ante el Congreso su exabogado Michael Cohen. En una breve conversaci¨®n ante las c¨¢maras, antes de hablar en privado, Trump reiter¨® el mensaje que ha enviado a Pyongyang a lo largo de estos meses: si accede a prescindir de su armamento nuclear, la econom¨ªa de Corea del Norte ¡°tiene un potencial tremendo, incre¨ªble, ilimitado¡± para desarrollarse. "Estoy deseoso de ver c¨®mo ocurre (ese desarrollo) y de ayudar a que ocurra, y ayudaremos a que ocurra", agreg¨®.
Por su parte, el l¨ªder norcoreano, en t¨¦rminos similares a los que emple¨® en Singapur en junio del a?o pasado, reconoci¨® que ha sido necesario ¡°superar muchos obst¨¢culos para llegar hasta aqu¨ª¡±, antes de mostrar su ¡°confianza en que habr¨¢ resultados". "Har¨¦ cuando est¨¦ en mi mano para conseguirlo¡±, agreg¨®.
La reuni¨®n en Singapur, el ¨²nico encuentro oficial hasta el de este mi¨¦rcoles que hab¨ªan mantenido un l¨ªder de EE. UU. con uno de Corea del Norte, se sald¨® con una vaga declaraci¨®n de intenciones. Desde entonces, apenas se han producido progresos en las conversaciones, debido principalmente a las grandes diferencias entre las dos partes sobre lo que significa ¡°desnuclearizaci¨®n¡±. Para Washington, implica que Corea del Norte se deshaga de su arsenal de manera completa y verificable. Para Pyongyang, que desaparezca el paraguas nuclear estadounidense que protege a Corea del Sur y amenaza al Norte.
Aunque esta cumbre comienza con pocas expectativas de que se logren avances profundos, s¨ª se espera que se anuncien medidas concretas. Ninguna de las dos partes puede permitirse un nuevo gatillazo diplom¨¢tico. Entre los posibles pasos a cerrar en las negociaciones que continuar¨¢n este jueves, podr¨ªa encontrarse un acuerdo para declarar el fin formal de la guerra de Corea (1950-1953), t¨¦cnicamente solo detenida hasta ahora por un armisticio.
Se cumplir¨ªa as¨ª una de las grandes exigencias de Corea del Norte en este proceso de negociaci¨®n, adem¨¢s de una relajaci¨®n del r¨¦gimen de sanciones internacionales. Y Trump, al menos a sus propios ojos, acumular¨ªa puntos para lo que parece una de sus grandes ambiciones internacionales: lograr un premio Nobel de la Paz y emular as¨ª a su predecesor y n¨¦mesis, Barack Obama. A cambio del acuerdo de paz, Kim podr¨ªa conceder el desmantelamiento de su centro nuclear de Yongbyon.
A ello se le sumar¨ªan la entrega norcoreana de m¨¢s restos de soldados estadounidenses ca¨ªdos en la guerra ¡ªun paso que ya prometi¨® en Singapur¡ª y el establecimiento de oficinas de enlace en los respectivos pa¨ªses.
Los dos l¨ªderes tratar¨¢n de cerrar un acuerdo en torno a estas posibilidades durante sus negociaciones este jueves, que repetir¨¢n el programa de su encuentro anterior. Comenzar¨¢n a las 09.00 (03.00 hora espa?ola) con una reuni¨®n a solas de 45 minutos, antes de que se sumen sus equipos negociadores. Tras almorzar, firmar¨¢n un acuerdo. Trump regresar¨¢ a su pa¨ªs despu¨¦s de ofrecer una rueda de prensa.
La diplomacia culinaria
Si las negociaciones de hoy se prometen delicadas para conseguir resultados y que ninguno de los dos bandos pueda ser visto como un perdedor a expensas del otro, una diplomacia diferente, la culinaria, ten¨ªa ayer un ganador claro: Donald Trump. La cena que los dos l¨ªderes compartieron llevaba el sello de su gusto personal: un c¨®ctel cl¨¢sico de gambas, un entrecot con salsa y el indefectible pastel de chocolate, esta vez en su variedad coulant ¡ªderretido en el centro¡ª y acompa?ado de helado de vainilla. Aunque en la confecci¨®n participaron chefs norcoreanos, el ¨²nico gui?o a la cocina de su pa¨ªs fue el acompa?amiento del filete ¡ªkimchi macerado dentro de una pera¡ª y la bebida, un ponche tradicional con una base de miel y caqui.
Las im¨¢genes difundidas de la cena mostraban a un Kim y a un Trump abiertamente sonrientes. Para posibilitar una conversaci¨®n lo m¨¢s fluida posible se hab¨ªa preparado una mesa solo de ocho personas: dos asesores y una traductora por pa¨ªs, adem¨¢s de los dos mandatarios. Por parte estadounidense, los elegidos eran el secretario de Estado, Mike Pompeo; y el jefe de Gabinete en funciones de la Casa Blanca, Mick Mulvaney. En el lado norcoreano, el ministro de Exteriores, Ri Yong-ho; y el responsable de Inteligencia, Kim Yong-chol.
Tanto se quiso mantener la atm¨®sfera relajada e ¨ªntima que incluso se recort¨® a m¨ªnimos el grupo de periodistas que habitualmente acompa?a al presidente estadounidense en todos sus actos p¨²blicos. ?nicamente se autoriz¨® la entrada, adem¨¢s de a fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n, a un redactor. Seg¨²n la Casa Blanca, la restricci¨®n se decidi¨® despu¨¦s de que, en actos previos, los reporteros gritasen preguntas sobre ¡°temas sensibles¡± a su presidente y a Kim Jong-un. Una de esas preguntas hab¨ªa sido sobre la declaraci¨®n en el Congreso del exabogado de Trump Michael Cohen.
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