Sin frenos en la ¨²ltima curva del Brexit
Theresa May tiene el doble m¨¦rito de haber irritado a euroesc¨¦pticos y proeuropeos
Como tantos otros aforismos ingeniosos, la autor¨ªa se atribuye a Winston Churchill aunque no sea el caso. "Las naciones suelen comportarse de modo inteligente una vez que han agotado el resto de alternativas". La frase era en realidad de Abba Evan, ministro de Exteriores de Israel a finales de la d¨¦cada de los sesenta. Educado en el Queen's College de Cambridge, Evan adquiri¨® esa capacidad ir¨®nica que tienen los brit¨¢nicos para re¨ªrse de sus propias torpezas. Este mismo mi¨¦rcoles, el ministro de Econom¨ªa del Reino Unido, Philip Hammond, despu¨¦s de anunciar en sede parlamentaria la financiaci¨®n de una nueva supercomputadora en la Universidad de Edimburgo que doblar¨¢ la capacidad de c¨¢lculo de la actual, expres¨® con media sonrisa su deseo de que "fuera capaz de dar con el algoritmo que solucione definitivamente el dilema del backstop", la salvaguarda para evitar una frontera f¨ªsica entre las dos Irlandas y que ha emponzo?ado todo el proceso del Brexit.
Da la impresi¨®n de que Theresa May se ha conjurado para resistir todas las derrotas y humillaciones que sean necesarias hasta lograr convencer a los diputados conservadores euroesc¨¦pticos de que lo que no puede ser, no puede ser, y adem¨¢s es imposible. Asentadas con claridad dos voluntades -la de los ciudadanos brit¨¢nicos, que en 2016 votaron por abandonar la UE; y la del Parlamento, que rechaz¨® este mi¨¦rcoles un Brexit sin acuerdo-, la primera ministra insiste en el mismo mensaje: su acuerdo con la UE es la ¨²nica salida sabia de este laberinto.
May pertenece a esa categor¨ªa de pol¨ªticos introvertidos que se convierten en un enigma. A ratos maquiav¨¦lica, a ratos temeraria, en muchas ocasiones aparentemente obtusa pero inmune a las afrentas. Porque, simplemente, no las percibe. Y est¨¢ claro que solo se humilla quien siente la humillaci¨®n. Si hubiera que buscar un h¨¦roe contempor¨¢neo para comparar la estrategia de la pol¨ªtica brit¨¢nica, no ser¨ªa mala idea dirigir la mirada a la F¨®rmula 1. El pentacampe¨®n mundial brit¨¢nico, Lewis Hamilton, ha contado en alguna ocasi¨®n el ¨²nico consejo que recibi¨® de su padre: "Cuando veas a los dem¨¢s frenar, t¨² frena unos metros m¨¢s tarde".
Los euroesc¨¦pticos, en su fanatismo contra Bruselas, no han dejado de empujar y empujar hasta situar al Reino Unido al borde del abismo. Como esos ni?os enrabietados que desprecian cualquier regalo porque no es el que ellos quer¨ªan, han rechazado en dos ocasiones el acuerdo del Brexit negociado por May, a pesar los ajustes y componendas que se incluyeron para convencerles. Han permitido que el Parlamento usurpara al Gobierno el control del proceso y acabara imponiendo un desenlace imposible. S¨ª al Brexit, no al Brexit sin acuerdo; no al plan de May y no a cualquier otra soluci¨®n.
En esta ruleta rusa de descartes, la primera ministra tiene el doble m¨¦rito de haber irritado a los euroesc¨¦pticos al demostrarles que su Brexit salvaje choca contra la realidad, y al resto de diputados al hacerles ver que, por muy brillantes que sean, ninguna de sus soluciones alternativas concita una mayor¨ªa en la C¨¢mara de los Comunes. A dos semanas del Brexit, ser¨¢ interesante comprobar si los pol¨ªticos brit¨¢nicos optan por la inteligencia o prefieren estrellarse estrepitosamente en la pr¨®xima curva.
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