Roma se paraliza con la visita de Xi Jinping
El presidente de China visita Italia y ma?ana firmar¨¢ un acuerdo para la incorporaci¨®n del primer pa¨ªs del G-7 a la nueva ruta de la seda
El presidente de China, Xi Jinping, ya est¨¢ en Italia con un impresionante s¨¦quito de funcionarios p¨²blicos y su esposa, Peng Liyuan. Llega para firmar un memorando de entendimiento para que Italia forme parte de la nueva ruta de la seda china (Belt and Road Initiative, BRI). Un proyecto de infraestructuras ferroviarias y mar¨ªtimas para conectar Europa, Oriente Medio y Asia. Pero la visita y el acuerdo son una nebulosa llena de l¨ªneas de puntos que conviene unir para entender su significado. Tambi¨¦n en la cercan¨ªa que, m¨¢s o menos accidentalmente, se establecer¨¢ estos d¨ªas entre el papa Francisco y el l¨ªder chino.
La ¨²ltima visita de un mandatario chino a Italia fue la de Hu Jintao, hace diez a?os, para asistir al G-8 en L¡¯Aquila. Pero esta vez los objetivos son muy distintos y la presencia de Xi ha soliviantado los ¨¢nimos de parte de los socios comunitarios de Italia y de EE UU, que observan el acuerdo como la entrada de un caballo de Troya en el coraz¨®n de uno de lo pa¨ªses fundacionales de la UE y de la cultura occidental. Italia, en plena recesi¨®n t¨¦cnica y con una necesidad imperiosa de encontrar nuevas v¨ªas de financiaci¨®n e inversi¨®n, ha hecho o¨ªdos sordos a las advertencias. Incluso el presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, un hombre siempre cauto y alineado con los intereses de la Uni¨®n Europea, ha remado esta vez a favor del acuerdo.
Las condiciones del trato comercial y de infraestructuras que se firmar¨¢ y los puntos afectados -Italia promete que no aceptar¨¢ negociar sobre la red de telecomunicaciones y el futuro 5G- son todav¨ªa vagos. La firma est¨¢ prevista el s¨¢bado por la ma?ana, sin una rueda de prensa posterior. De momento, este viernes, Xi se reunir¨¢ en el Quirinal con el presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, con quien tambi¨¦n compartir¨¢ una cena por la noche. La idea es que tambi¨¦n se re¨²na con el primer ministro, Giuseppe Conte, y con los representantes de las dos c¨¢maras parlamentarias: el presidente de la c¨¢mara de diputados, Roberto Fico, y la presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti Casellati. Unos desplazamientos que han obligado a desplegar un descomunal dispositivo de seguridad en Roma que ha paralizado el centro de la ciudad.
El s¨¢bado, despu¨¦s de la firma del acuerdo, Xi volar¨¢ a Palermo. Una segunda etapa de la visita que ha sido calificada como viaje privado, pero que podr¨ªa servir para visitar algunos puertos sicilianos muy ¨²tiles para el comercio chino en ?frica o para estudiar la importaci¨®n de algunos productos aut¨®ctonos. El domingo continuar¨¢ su viaje con destino a M¨®naco y Francia, donde se ver¨¢ con el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron. Pero tambi¨¦n con Donald Tusk y la canciller alemana, Angela Merkel.
La atenci¨®n es m¨¢xima. Incluso Steve Bannon, exasesor del presidente de EEUU, Donald Trump, se encuentra en Roma estos d¨ªas alertando de los peligros de lo que considera el verdadero enemigo de occidente. ¡°Xi no est¨¢ aqu¨ª para fijar un puerto en el Mediterr¨¢neo, sino porque tiene una estrategia rapaz para el dominio del mundo. Quieren esto¡±, lanzaba el fundador de Breitbart el jueves por la tarde en la hist¨®rica Biblioteca Angelica.
Dentro del acercamiento de China a la cultura occidental se encuentra en un lugar destacado el acuerdo firmado con el Vaticano en septiembre pasado para terminar con el bloqueo de las relaciones diplom¨¢ticas que manten¨ªan desde hac¨ªa 70 a?os. Hoyo se cumplen seis meses justos de ese deshielo y desde este a?o, el Gobierno chino tendr¨¢ la capacidad de proponer y nombrar a los obispos de las di¨®cesis del gigante asi¨¢tico y, a cambio, terminar¨¢ con la persecuci¨®n de cat¨®licos llevada a cabo en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
En el marco de dicho acuerdo, algunas voces creen que el presidente Xi podr¨ªa aprovechar su visita a Roma para mantener un encuentro con el papa Francisco. La cita, sin embargo, no ha sido anunciada y supondr¨ªa un hito hist¨®rico -nunca ha habido un encuentro entre un papa y un presidente chino- que eclipsar¨ªa el resto de la agenda. Dif¨ªcil de imaginar cuando, ni siquiera, ha sido programada una visita a los Museos Vaticanos, tal y como se especulaba al principio que pod¨ªa hacerse para acercar ambos universos apelando a la "diplomacia cultural", tan del gusto de la Santa Sede y China.
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