El oscuro plan para Tierra Santa del pr¨ªncipe Jared Kushner
La relaci¨®n con Netanyahu, que el lunes visit¨® Washington, es clave en la estrategia de Donald Trump, que encarg¨® a su yerno y consejero un acuerdo entre israel¨ªes y palestinos
Cuando se conocieron, Benjamin Netanyahu durmi¨® en la cama de Jared Kushner. El pol¨ªtico conservador israel¨ª fue invitado a la casa de su amigo Charlie Kushner, en Nueva Jersey, y alojado en la habitaci¨®n del mayor de los dos hijos varones del prominente y turbio promotor inmobiliario. Al joven Jared le toc¨® dormir en el s¨®tano. El pasado lunes, cuando Netanyahu aterriz¨® en Washington, lleg¨® a la Casa Blanca como primer ministro israel¨ª, acechado por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y enfrentado a unas grises perspectivas electorales, en busca de un espaldarazo del presidente Trump que se materializ¨® en un hist¨®rico reconocimiento de la soberan¨ªa israel¨ª sobre los Altos del Gol¨¢n. Jared Kushner, por su parte, recibi¨® a Netanyahu en calidad de yerno y consejero de ese mismo presidente, que le ha encomendado nada menos que ¡°hacer la paz¡± y alcanzar ¡°el acuerdo definitivo¡± entre israel¨ªes y palestinos.
Un encargo abrumador para un treinta?ero sin experiencia diplom¨¢tica alguna y con un conocimiento superficial de la geopol¨ªtica en la regi¨®n. Pero quiz¨¢s no para Jared Kushner (Nueva Jersey, 1981), a quien la vida le ha ense?ado que todo es posible.
Sus abuelos paternos, supervivientes del Holocausto, escaparon de Polonia por un t¨²nel que ellos mismos excavaron, atravesaron a pie Europa y llegaron a Nueva York, donde triunfaron a lo grande. Su padre consolid¨® un imperio inmobiliario, cumpli¨® un a?o de c¨¢rcel por extorsionar a su cu?ado, y quiso convertirse, como le dijo en una ocasi¨®n a un socio, ¡°en el jud¨ªo m¨¢s poderoso de Am¨¦rica¡±. Jared, estudiante mediocre, se gradu¨® en Harvard, se cas¨® con una riqu¨ªsima modelo, se code¨® con la fauna del papel cuch¨¦ y fue editor de The New York Observer sin tener la m¨¢s remota idea del negocio de los peri¨®dicos. Su suegro, sin experiencia pol¨ªtica, lleg¨® de pronto a presidente de Estados Unidos. Y Jared Kushner e Ivanka Trump se convirtieron en Javanka, una especie de pr¨ªncipes de Washington, manejando ¨¦l a su antojo, desacomplejada y opacamente, una cartera de ambiciosos cometidos estrat¨¦gicos en oficiosa calidad de, como pronto se le conocer¨ªa en la Casa Blanca, ¡°ministro de todo¡±.
La historia de los Kushner hace que Jared haya crecido aprendiendo que ¡°las normas son para otras personas¡±, resume la periodista Vicky Ward en el libro Kushner, Inc., publicado la semana pasada y en el que narra estos y otros detalles de la asombrosa historia de la familia. ¡°No esperas a que los nazis vengan a liquidarte. Construyes un puto t¨²nel y te escapas del gueto. No esperas a que los bastardos de Harvard te dejen entrar. Llegas a Harvard por tus propios medios¡±, ilustra un familiar an¨®nimo en el libro, en referencia a la millonaria donaci¨®n de la empresa paterna que abri¨® a Jared las puertas de la prestigiosa universidad.
Ese desinter¨¦s por las normas ha marcado la actividad pol¨ªtica de Javanka. Y lleg¨® a convertir al joven matrimonio en una presencia inc¨®moda en la Casa Blanca, hasta el punto de que, seg¨²n Ward, el propio presidente pidi¨® a su entonces jefe de gabinete John Kelly: ¡°Deshazte de mis chicos, haz que vuelvan a Nueva York¡±.
Ward asegura que Kushner no empez¨® a tomarse en serio la carrera presidencial de su suegro hasta que en noviembre de 2015 asisti¨® a un mitin de Trump en Springfield, Illinois. All¨ª descubri¨® at¨®nito esa Am¨¦rica que quer¨ªa ser grande de nuevo, tan ajena a la elitista burbuja en la que ¨¦l siempre vivi¨® a lo grande. Pero nadie considera que Jared e Ivanka creyeran en la cruzada populista de Trump. ¡°Ve¨ªan esto como una oportunidad para tejer redes de influencia¡±, sostiene una fuente an¨®nima en el libro.
Kushner, explica Ward, enseguida fue v¨ªctima de su propia mitolog¨ªa. Era el yerno del presidente, lo que le convert¨ªa en intocable. Sus intromisiones resultaban particularmente molestas en pol¨ªtica exterior. Las tensiones con el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, no tardaron en aflorar. Primero, Kushner le orden¨® que le dejara a ¨¦l la renegociaci¨®n del NAFTA, el acuerdo comercial con M¨¦xico y Canad¨¢. Despu¨¦s le arrebat¨® Oriente Medio. ¡°Quiero Israel¡±, le dijo a un at¨®nito secretario de Estado, seg¨²n relata uno de sus asistentes en el libro. Tillerson comprendi¨® que, como al presidente, a su yerno le sobraba arrogancia y le faltaba atenci¨®n a los detalles.
Cultiv¨® una estrecha amistad con el pr¨ªncipe saud¨ª Mohamed bin Salm¨¢n, que sigui¨® intacta despu¨¦s de que la CIA le acusara de ordenar el descuartizamiento del periodista de The Washington Post Jamal Khashoggi. Riad parece ser un elemento clave en su plan para la paz en Oriente Medio que, seg¨²n fuentes citadas por Ward en su libro, contempla intercambios de territorio entre los pa¨ªses ¨¢rabes y que los saud¨ªes y emirat¨ªes proporcionen asistencia econ¨®mica a los palestinos para devolverlos a la mesa negociadora. La decisi¨®n de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusal¨¦n, rematada con el reconocimiento el lunes de la soberan¨ªa israel¨ª de los Altos del Gol¨¢n, mantiene por el momento a los palestinos bien lejos de la mesa.
Muchos expertos han tachado las intenciones de Kushner de poco realistas y nada neutrales. Para Robert Fisk, periodista brit¨¢nico que ha pasado su larga carrera cubriendo el conflicto, entra?a ¡°la destrucci¨®n final del Estado palestino¡± y un ¡°absoluto desconocimiento¡± de sus deseos. ¡°?Qui¨¦n ha visto alguna vez, en todas las protestas sangrientas de los palestinos, las manifestaciones y los gritos de desesperanza y masacres, un solo p¨®ster -una sola demanda- de oportunidades empresariales, nuevas autopistas, hoteles de cinco estrellas, hospitales o cl¨ªnicas de maternidad?¡±, se preguntaba en The Independent. ¡°Sus demandas son uniformemente id¨¦nticas: justicia, dignidad, libertad y -s¨ª- la devoluci¨®n de las tierras perdidas¡±.
La idea subyacente es construir sobre la base del alineamiento de Israel con las naciones ¨¢rabes sun¨ªes en un frente com¨²n contra la amenaza iran¨ª. No es algo que se le haya ocurrido a Kushner: es una corriente de fondo que viene navegando Netanyahu. Kushner es una especie de correa de transmisi¨®n. Es el mu?idor de la estrech¨ªsima alianza entre su suegro y el viejo amigo de su familia. La visi¨®n de Trump sobre Israel est¨¢ moldeada por Kushner, que fue educado en el tipo de sionismo, no solo pol¨ªtico sino religioso, que encarna Netanyahu. Por eso el futuro del plan es hoy a¨²n m¨¢s incierto, dadas las dudas sobre el futuro del l¨ªder del Likud. Ya anunci¨® Kushner que no revelar¨ªa los detalles hasta despu¨¦s de las elecciones en Israel.
Sucede que, durante d¨¦cadas, los intentos de alcanzar un acuerdo de paz supervisados por diplom¨¢ticos estadounidenses con amplia experiencia en la regi¨®n han fracasado. Y Trump, para bien o para mal, poco menos que ha roto la baraja.
El 21 de junio de 2017, cuando Jared Kushner lleg¨® a Oriente Medio para reunirse con escaso ¨¦xito con Netanyahu y el l¨ªder palestino Mahmud Ab¨¢s, un oficial palestino dijo a Haaretz que, m¨¢s que un ¨¢rbitro imparcial, parec¨ªa consejero del primer ministro israel¨ª. El veterano negociador palestino Saeb Erekat le dijo a Kushner, seg¨²n el libro de Ward, que sent¨ªa que estaba tratando con agentes inmobiliarios y no con oficiales de Estados Unidos. ¡°No hab¨¦is logrado la paz con los pol¨ªticos¡±, le respondi¨® Kushner. ¡°Quiz¨¢ lo que necesit¨¢is es un agente inmobiliario¡±.
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