Fantasmas del Brexit: los esp¨ªritus de Robert Peel y Ramsay MacDonald
Los dos primeros ministros fueron llamados "traidores" por sus respectivos partidos
Resulta casi ingenuo pedir que antepongan los intereses del pa¨ªs a los del partido a dos pol¨ªticos que han entregado su vida a la formaci¨®n en la que militan. Theresa May y Jeremy Corbyn est¨¢n m¨¢s preocupados por el problema que tienen a sus espaldas ¡ªla amenaza real de que tanto el Partido Conservador como el Laborista revienten por dentro¡ª que por el que tienen enfrente: un Brexit salvaje que hunda la econom¨ªa del Reino Unido.
Las grandes crisis nacionales tienen siempre un lado bueno. El examen al que son sometidas sus normas, sus costumbres, su historia y hasta sus creencias obligan a la ciudadan¨ªa a conocerse mejor a s¨ª misma. Y a entender que nada es realmente nuevo, aunque cada error sea distinto.
Robert Peel fue primer ministro del Reino Unido en dos ocasiones, a mediados del siglo XIX. Quiso dar un ba?o de modernidad y humanismo al Partido Conservador, y promulg¨® reformas en la legislaci¨®n penal y mejoras en las c¨¢rceles brit¨¢nicas o en las condiciones laborales de los mineros. Suya fue la creaci¨®n de la Polic¨ªa Metropolitana. Con el diminutivo de Robert se conoce a los oficiales que patrullan Londres, los bobbies. Cometi¨® sin embargo la "imprudencia" ¡ªlentamente, porque tard¨® en creerse la gravedad de la situaci¨®n¡ª de combatir las llamadas "Corn Laws" (Leyes del Ma¨ªz), que impon¨ªan elevados aranceles a la importaci¨®n de cereal y proteg¨ªan as¨ª los intereses de la clase terrateniente brit¨¢nica.
Era el ¨²nico modo de aliviar la devastadora hambruna que sufr¨ªa la isla de Irlanda, entonces parte del Reino Unido. Se sali¨® con la suya gracias al apoyo de los diputados de la oposici¨®n. Los conservadores nunca le perdonaron la "traici¨®n", y tuvo que renunciar al cargo, hundido en la amargura. "La opini¨®n p¨²blica es una mezcla de estupidez, debilidad, prejuicios, sentimientos err¨®neos, sentimientos honestos, obstinaci¨®n y unos cuantos p¨¢rrafos en la prensa", se quej¨®. Cuatro a?os despu¨¦s, muri¨® al caer de su caballo.
Ramsay MacDonald, el hijo bastardo de una granjera escocesa, fue el primer laborista en ocupar el edificio de Downing Street, en 1924. Su gran logro fue demostrar que la izquierda tambi¨¦n pod¨ªa ejercer de un modo responsable la labor de gobierno. Su principal "error", ceder a las s¨²plicas del resto de partidos y de Jorge V cuando la Gran Depresi¨®n hundi¨® la econom¨ªa del pa¨ªs, y formar un Gobierno de concentraci¨®n nacional con los conservadores y los liberales.
El Partido Laborista, escandalizado ante la "traici¨®n" a los de su clase de MacDonald, le expuls¨® de sus filas. Reelegido con una formaci¨®n de nuevo cu?o, National Labour, fue de nuevo primer ministro e impuso los recortes en los que cre¨ªa con los votos prestados de los conservadores, que manejaban los hilos. Envejecido y enfermo, nadie era capaz de adivinar lo que iba a decir cada vez que tomaba la palabra en el Parlamento. Muri¨® en el transatl¨¢ntico en el que viajaba a Estados Unidos, donde confiaba en recuperar la salud.
Theresa May ha sufrido derrotas hist¨®ricas en Westminster. Alguna, con cifras que han batido r¨¦cords de humillaci¨®n. Pero hasta el martes no hab¨ªa cruzado la pen¨²ltima puerta. Logr¨® sacar adelante su moci¨®n para solicitar a la UE una nueva pr¨®rroga del Brexit hasta el 30 de junio con el respaldo de 420 votos frente a 110. De los diputados que la apoyaron, apenas un 30% eran conservadores. La mayor¨ªa de los suyos vot¨® en contra o se abstuvo.
Y no es dif¨ªcil pronosticar lo que pasar¨¢ dentro del Laborismo si Corbyn ¡ªel primer convencido en que se haga realidad el Brexit¡ª pide a sus diputados que respalden finalmente el plan de May.
La historia ha hecho escarmentar a los pol¨ªticos. La regla de oro la expresaba en una entrevista al Financial Times el hist¨®rico conservador Sir Michael Heseltine: "El partido de la oposici¨®n nunca saca de la trampa al partido en el Gobierno".
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