Abuelas de Plaza de Mayo recupera en Espa?a a la nieta 129
La mujer naci¨® hace 42 a?os en un centro de detenci¨®n clandestino de la dictadura argentina y tiene vivos a su padre y un hermano
¡°Nadie tiene idea de las miles de noches que pas¨¦ sin dormir esperando este momento¡±, dice el argentino Carlos Alberto Solsona. Hace unas pocas horas, cuando conduc¨ªa su coche por una autopista de Santiago de?Chile,?una llamada desde Buenos Aires le avis¨® de que el ADN de una mujer de 42 a?os que vive en Espa?a hab¨ªa dado positivo. Solsona acababa de recuperar a su hija, nacida durante el cautiverio de su esposa, Norma S¨ªntora, se presume que en la maternidad del centro de detenci¨®n ilegal que la dictadura militar argentina mont¨® en Campo de Mayo. Solsona viaj¨® entonces a Argentina en el primer vuelo que encontr¨®. En la tarde del martes, particip¨® en una rueda de prensa en la sede de las Abuelas de Plaza de Mayo.
La presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto, anunci¨® que la hija de Solsona era la nieta recuperada n¨²mero 129, una marca que cada a?o sube, poco a poco, como evidencia de un trabajo silencioso pero persistente por recuperar la identidad robada a unos 500 ni?os que nacieron en las mazmorras militares durante el terrorismo de Estado de los a?os setenta en Argentina.
La ¡°nieta 129¡±, como la llamaron las Abuelas para mantener su identidad en reserva, tiene vivo a su padre y a un hermano, Marcos, nacido antes que ella y criado por un abuelo. El encuentro familiar a¨²n no se ha producido. Solsona dijo que avanzar¨¢ con cautela, sin apurarse. ¡°No quiero imaginar situaciones, porque tengo mucho miedo de lastimarla. Ella tiene una vida, tiene m¨¢s de 40 a?os y esto le cay¨® as¨ª, mi mayor preocupaci¨®n es esa. Voy a intentar que no suceda¡±, dijo. La identificaci¨®n no fue f¨¢cil, en parte porque no naci¨® de la sospecha de la nieta ahora recuperada, sino de Abuelas.
Carlotto explic¨® que en 2012 descubrieron el caso ¡°de una joven que hab¨ªa sido inscrita con una partida ap¨®crifa firmada por un m¨¦dico de la polic¨ªa y cuyo parto hab¨ªa ocurrido en su domicilio¡±. Un a?o despu¨¦s, se pusieron en contacto con ella y la invitaron a hacerse un estudio de ADN para cotejar su perfil con el banco gen¨¦tico de familiares de v¨ªctimas de la dictadura. ¡°La mujer viv¨ªa en el exterior [en Espa?a] y dijo que viajar¨ªa en 2014 a Buenos Aires para seguir conversando sobre la posibilidad de analizarse¡±, explic¨® Carlotto. Pero el v¨ªnculo se rompi¨® y solo pudo recuperarse en junio de 2017, cuando intervino un amigo de la mujer. ¡°Hace dos semanas, la nueva nieta viaj¨® al pa¨ªs y se present¨® a la justicia el 3 de abril. All¨ª acept¨® realizarse el an¨¢lisis, que arroj¨® que es hija de Carlos Solsona y Norma S¨ªntora¡±.
S¨ªntora y su esposo se conocieron como estudiantes de ingenier¨ªa en C¨®rdoba (centro de Argentina) en 1974. Se casaron al a?o siguiente y en 1975 naci¨® Marcos. Cuando se produjo el golpe contra Isabel Per¨®n en marzo de 1976, la pareja militaba en el grupo guerrillero Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo (ERP). Para el a?o 1977, Solsona ya hab¨ªa salido del pa¨ªs y esperaba encontrarse en Espa?a con su esposa y el peque?o Marcos. Pero no hubo encuentro posible: el 21 de marzo de aquel a?o, los militares secuestraron a Norma de la casa de unos compa?eros de militancia. La mujer estaba embarazada de ocho meses y dio a luz en cautiverio. Solsona perdi¨® cualquier rastro e inici¨® entonces una b¨²squeda que dur¨® m¨¢s de 40 a?os.
A principios de los ochenta, pudo reencontrarse con su hijo Marcos. El ni?o hab¨ªa quedado al cuidado de sus abuelos maternos y la familia intent¨® mantener el v¨ªnculo mediante fotos y cartas. Faltaba el beb¨¦. Las noticias de la ¨¦poca daban cuenta del nacimiento en cautiverio de los hijos de las prisioneras embarazadas. El plan de apropiaci¨®n se completaba con la entrega de los ni?os a familias adoptivas, la mayor parte de ellas integradas por matrimonios de militares.
Solsona cont¨® que se ocup¨® personalmente de buscar a su beb¨¦ desaparecido, sin saber siquiera si era ni?o o ni?a. ¡°Cre¨¦ una especie de mecanismo de defensa, una coraza para evitar que esto me destruyera. Yo estoy en los 70 a?os y empec¨¦ a buscar a mi hija cuando era un treinta?ero. Todo eso hace que yo tuviese que convivir con una mochila que pesa y pesa y cada d¨ªa pesa m¨¢s, pero nunca abandonamos la esperanza. Hemos recorrido barrios, donde hab¨ªa una m¨ªnima pista ah¨ª ¨ªbamos, a hablar con la gente, que nos preguntaba: ¡®Entonces, ?usted est¨¢ buscando a un hijo?¡±.
Solsona se prepara ahora para el encuentro con esa mujer hoy adulta que deber¨¢ reconstruir una historia junto a un padre y un hermano desconocidos. Prev¨¦ que ser¨¢ dif¨ªcil, pero tambi¨¦n ¡°algo grandioso¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.