Gu¨ªa para gladiadores
Discutir en las redes es el vicio contempor¨¢neo definitivo. Sus adictos pertenecen a todos los grupos concebibles

Discutir en las redes es el vicio contempor¨¢neo definitivo. Sus adictos pertenecen a todos los grupos concebibles, sin diferencias de g¨¦nero, credo pol¨ªtico o religioso, ni distingos de edad, nivel educativo o econ¨®mico. Pasarse el d¨ªa alegando en red es una actividad tan generosa, adem¨¢s, que tiene cupo para toda clase de adictos a otras cosas, y por eso es que solemos ver que la practican un mont¨®n de personas que adem¨¢s est¨¢n enganchadas a sustancias, a beber como camellos, al sexo (o a la castidad), a los videojuegos, al trabajo, a lo que sea. Pero del mismo modo que todo culto tiene sus protocolos y toda militancia sus se?as, el depravado arte de discutir con desconocidos en las redes requiere la observaci¨®n de algunas normas que procederemos a enumerar.
1. Olv¨ªdese de las reservas. Nada de detenerse ante el temor de caer en aquellas falacias de argumentaci¨®n glosadas por los cl¨¢sicos y que sol¨ªan esgrimirse como pruebas para exhibir y descartar a los malos polemistas. Esos tiempos ya pasaron (a ver: si ese tal Arist¨®teles era tan listo ?por qu¨¦ se muri¨®?) Usted recurra sin parpadear a la reducci¨®n al absurdo, a tomar la parte por el todo, a las peticiones de principio, y, por descontado, tambi¨¦n a la mentira, la puya y el insulto. ?Acaso las redes son el foro romano y lleva usted una toga encima? Claro que no. Usted solamente ley¨® alguna frase de una publicaci¨®n (o el encabezado de una noticia) que le pareci¨® mal y no necesita m¨¢s para pronunciarse con una seguridad que ya hubiera querido el Or¨¢culo de Delfos para un d¨ªa de fiesta.
2. Todo truco es v¨¢lido. ?No cuenta con fuentes confiables para apuntalar lo que sostiene? Pues eche mano de publicaciones dudosas, sesgadas, malintencionadas o directamente ap¨®crifas. Haga pasar las opiniones de quienes piensan igual que usted tal y como si fueran hechos objetivos o m¨¢ximas incuestionables. Confunda a sabiendas un meme con un argumento. Y recuerde que un solo gif chistos¨®n vale m¨¢s que toda la dial¨¦ctica de Hegel.
3. Se discute con palabras, as¨ª que, desde luego, la precisi¨®n del lenguaje no debe importarle en lo absoluto. Usted finja indignarse si se le reprocha su p¨¦sima ortograf¨ªa (y digo fingir porque el aprendizaje de su propio idioma nunca le ha importado ?no?) y m¨®fese tambi¨¦n de quien le demuestre un error diccionario en mano, pero aprov¨¦chese de quien sea que escriba un poco peor que usted (o no tenga diccionario al alcance) para hacer lo propio. Y no se preocupe por usar t¨¦rminos cuyo significado ignore parcialmente o del todo. An¨ªmese y retuerza las palabras por el rabo hasta que chillen (eso lo dijo Paz pero usted atrib¨²yaselo a Einstein, que tiene m¨¢s adeptos y unos bigotes muy simp¨¢ticos en las fotos). El lenguaje no es su veh¨ªculo, querido gladiador de las redes: es su reh¨¦n. Y a los rehenes no se les mima, ?verdad?
4. Insista y persista. ?Qu¨¦ importa si lo han desmentido cien veces, si cien m¨¢s ha arremetido contra la idea, persona o colectivo que tanto lo irrita y ha sido vencido o ignorado? Usted d¨¦ por sentado que el placer de todas las personas con las que tiene contacto depende de que, sin matiz alguno, se lance a publicar por en¨¦sima ocasi¨®n el mismo ataque compulsivo, basado en el mismo argumento rancio y revestido de falacias, fuentes indignas, memes, gifs y palabras torturadas para decir cosas que no quer¨ªan. Es lo que esper¨¢bamos. Nos sentir¨ªamos raros si a usted se le enfr¨ªa el cerebro y deja de embestir a sus fetiches preferidos con esa convicci¨®n de b¨²falo con problemas de hemorroides tan suya.
5. El pudor sale sobrando. Contrad¨ªgase. Niegue haber dicho las cosas que ha asegur¨® o defienda el derecho a no haber opinado lo que sus anteriores publicaciones comprueban que opin¨®. M¨¢s a¨²n: exc¨²lpese preventivamente ante la (inminente) pr¨®xima contradicci¨®n y esc¨²dese en que ¡°no es lo mismo¡±. Total: seguro que al otro lado de la pantalla tiene a un gladiador igual de impetuoso e inescrupuloso que usted mismo. ?Para qu¨¦ respetarlo? ?Correr¨ªa el riesgo de que comenz¨¢ramos a respetarlo a usted!
PS: Si no reconoce el sarcasmo y cree que esta gu¨ªa va en serio, vuelva al punto n¨²mero uno y rep¨¢sela otra vez.
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