El formalismo jur¨ªdico
Lo que el derecho hace es formalizar una parte importante de las relaciones sociales
Tres amigos se encontraron tras a?os de no verse. Luego de conversar de sus vidas, se preguntaron por la importancia de la profesi¨®n que hab¨ªan elegido. El primero en hablar fue el ingeniero. Estando en el restaurante de una alta torre con vista a la Ciudad, consider¨® a su ¨¢rea muy relevante por la estructura en que estaban instalados y las enormes construcciones que pod¨ªan mirarse a trav¨¦s del ventanal. Su saber, dijo, permiti¨® esas posibilidades habitacionales, la electricidad y mucho del confort del que los vecinos gozaban.
El segundo en tomar la palabra fue el m¨¦dico, un reconocido internista. M¨¢s que obras, calcul¨® el n¨²mero de personas en el edificio y de los habitantes en la Ciudad. Luego apunt¨® la importancia de su ciencia para la preservaci¨®n y la remediaci¨®n de la salud de todos ellos. El tercer convidado, licenciado en derecho, los mir¨® con calma. Dio un sorbo a su bebida y se?al¨® lo impresionado que estaba con los logros apuntados por sus amigos. Despu¨¦s pregunt¨®: ?c¨®mo saben ustedes que son ingeniero y m¨¦dico? ?c¨®mo saben que la calidad de lo que beben es adecuada y los precios correctos? ?c¨®mo saben qui¨¦n es el due?o del edificio en el que se encuentran y, si colapsa, qui¨¦n ser¨¢ responsable por ello? ?c¨®mo diferencian entre padres e hijos, propietarios y arrendatarios, delincuentes y observantes de la ley? Sus amigos, inteligentes como ¨¦l, lo detuvieron. Hemos entendido los ejemplos dijeron: ?qu¨¦ quieres demostrarnos?
El ¡°abogado¡±, como le dec¨ªan, se sinti¨® agradecido. El derecho, les dijo, no es solo un orden coactivo de la conducta. Sus normas no solo o no siempre terminan sancionando a quienes las incumplen. Lo que el derecho hace, les dijo, es formalizar una parte importante de las relaciones sociales. Para demostrarlo volvi¨® a sus ejemplos. Les pregunt¨® c¨®mo sab¨ªan que eran profesionales. Ambos, con cierto desprecio, respondieron que hab¨ªan acudido a la universidad, estudiado y acreditado los ex¨¢menes correspondientes. El ¡°abogado¡± se?al¨® que ello era necesario, pero no suficiente, pues la calidad requerida se demostraba con el t¨ªtulo y la c¨¦dula emitidos y registrados y, sin ellos, el ejercicio de sus actividades era delictivo.
Como sucede con los de su profesi¨®n, el licenciado comenz¨® a describir abundantemente las condiciones contractuales, administrativas, mercantiles y familiares de todo lo que desde el ventanal contemplaban. El ¨¦xito de su explicaci¨®n fue tan grande, que sus amigos se fueron. ?l se qued¨® un rato m¨¢s. En el televisor del establecimiento se transmit¨ªa el noticiero vespertino. En el cintillo ley¨® que varios pol¨ªticos hablaban a favor de un memorando emitido por el presidente de la Rep¨²blica. Se acerc¨® a la barra y escuch¨® que los personajes se refer¨ªan a los cr¨ªticos del memorando como acartonados y formalistas. Como nada de ello le pareci¨® nuevo, abandon¨® el lugar.
En el camino, viendo a quienes hac¨ªan cola para subir a los autobuses, las caras de quienes caminaban hacia alg¨²n destino, las muchas posibilidades de vinculaci¨®n entre seres humanos para hacer el mal o el bien, las cosas que la radio transmit¨ªa de las muertes en algunas ciudades del pa¨ªs, record¨® lo hablado con sus compa?eros: las ventajas de la formalizaci¨®n de las relaciones sociales mediante el derecho. Estaba tan absorto en esos pensamientos, que choc¨®. Cuando se recuper¨® de la sorpresa, el agente de tr¨¢nsito le ped¨ªa su licencia de conducir y su tarjeta de circulaci¨®n. Le pareci¨® absurdo el requerimiento. ?Qu¨¦ sentido ten¨ªa esa formalidad si no pensaba escapar? Pens¨® que el oficial era acartonado y formalista. Despu¨¦s, m¨¢s tranquilo, entendi¨® que hac¨ªa lo correcto. ?Acaso no eran esas las formalidades necesarias para comenzar a identificar responsables y asignar responsabilidades? ?De qu¨¦ otra manera pod¨ªa comenzar a hacerse el derecho?
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