Los halcones que susurran al o¨ªdo de Donald Trump
Estados Unidos ha entrado en una escalada de tensi¨®n en m¨²ltiples frentes de la mano de viejos y nuevos neoconservadores llegados en el ¨²ltimo a?o
Un consejero de Seguridad Nacional que piensa que la ONU ¡°no existe¡± y defiende el derecho a un ataque preventivo de contra de Corea del Norte; un secretario de Estado que pide la pena de muerte para Edward Snowden y se pregunta en p¨²blico si Dios escogi¨® a Donald Trump ¡°como a la reina Esther para ayudar a salvar a los jud¨ªos de la amenaza iran¨ª¡±; un representante para el conflicto de Venezuela que se define como un ¡°gladiador¡± de la era Reagan o un asesor para asuntos cubanos detractor a ultranza de la pol¨ªtica de deshielo del Gobierno anterior.
El coro de voces que modela la actual pol¨ªtica exterior estadounidense est¨¢ formado por una cuadrilla de nuevos y viejos halcones m¨¢s que dispuestos a ejercer el viejo papel de polic¨ªa del mundo. Hay que regresar a la era de George W. Bush para encontrar una influencia comparable del movimiento neoconservador en la Administraci¨®n. El o¨ªdo al que ahora susurran sus ap¨®stoles, sin embargo, es el de un presidente que supuestamente defend¨ªa un giro aislacionista. Corren tiempos extra?os en Washington.
El regreso del ardor guerrero se encarna muy especialmente en John Bolton, consejero de Seguridad Nacional y miembro de la Administraci¨®n de Bush hijo. Firme defensor de la invasi¨®n de Irak y convencido en 2002 ¨Cequivocadamente- de que Cuba estaba fabricando armas biol¨®gicas, es ahora la voz de fuego de EE UU en el conflicto de Venezuela. Un d¨ªa amenaza con enviar a Nicol¨¢s Maduro a Guant¨¢namo, otro deja ver -supuestamente por accidente- unas notas en las que habla de enviar tropas a Colombia, y otro se?ala con nombres y apellidos a tres miembros del r¨¦gimen chavista que supuestamente estaban conspirando con la oposici¨®n.
Bolton lleg¨® a la Casa Blanca para sustituir al m¨¢s moderado general H. R. McMaster hace un a?o, cuando, adem¨¢s, Mike Pompeo, entonces director de la CIA, se convirti¨® en secretario de Estado. Pompeo es un destacado militar, primero de promoci¨®n por West Point y muy religioso, que se convirti¨® en congresista por Kansas aupado por la ola ultraconservadora del Tea Party. Fue de los primeros detractores del acuerdo nuclear con Ir¨¢n, del que se retir¨® Trump, reforz¨® las operaciones encubiertas en Afganist¨¢n durante su breve mandato en Inteligencia y considera que habr¨ªa que ejecutar al exanalista de seguridad Snowden.
La l¨ªnea dura se reforz¨® en los meses posteriores con la incorporaci¨®n de Mauricio Claver Carone, un abogado cubanoamericano criado en Espa?a, que se destaca entre las voces m¨¢s duras del anticastrismo. Y la elecci¨®n de Elliott Abrams, el gladiador de la doctrina reaganiana para Centroam¨¦rica, como nuevo enviado especial para Venezuela, marc¨® la pauta final en el caso latinoamericano. A esta corriente ha contribuido el vicepresidente, Mike Pence, muy centrado en los asuntos latinoamericanos y cercano a los legisladores de Florida como el senador Marco Rubio y el congresista Mario D¨ªaz Balart.
¡°La diferencia con la ¨¦poca de Bush, [Dick] Cheney o [Donald] Rumsfeld es que ahora ves que es el presidente quien les est¨¢ parado los pies a ellos. Al principio de esta Administraci¨®n, eran los otros tipos ¨Casesores, generales- los que, digamos, frenaban a Trump en muchas cosas, pero ahora estos han sido reemplazados por neoconservadores, con verdaderos halcones, y parece que ¨¦l les est¨¢ diciendo algo as¨ª como: ¡®Un momento, no quiero empezar una nueva guerra¡±, reflexiona Fernando Cutz, que fue asesor senior del Consejo de Seguridad Nacional con Barack Obama y ahora trabaja como consultor estrat¨¦gico en Cohen Group. Esta tensi¨®n ha estallado en el caso venezolano con la queja de Trump, tal y como avanz¨® esta semana The Washington Post, cuestionando la estrategia tras la fallida operaci¨®n del 30 de abril, en la que fue liberado Leopoldo L¨®pez pero el ej¨¦rcito sigui¨® bajo control de Maduro.
El Trump candidato encajaba bien con el neoconservadurismo antiglobalista, reacio a la cooperaci¨®n multilateral, pero no tanto con el dispuesto a empu?ar el fusil ¨Cmetaf¨®rico o literal- ante ciertas tiran¨ªas con las que el magnate neoyorquino ha mostrado comprensi¨®n o viejos enemigos de la Guerra Fr¨ªa como Rusia. Para el historiador de Columbia Stephen Wertheim, estudioso de la supremac¨ªa global estadounidense a partir de la Segunda Guerra Mundial, Trump le ha dado su particular vuelta de tuerca a esta corriente neocon: la de caracterizar a Estados Unidos como ¡°una v¨ªctima global¡±.
La escalada de tensi¨®n con Ir¨¢n, Venezuela o Cuba est¨¢ inquietando a loa aliados de EE UU
El dif¨ªcil equilibrio entre el antiglobalismo conservador y el intervencionismo cristaliz¨® en la crisis que llev¨® a la sonada dimisi¨®n del jefe del Pent¨¢gono, Jim Mattis, el pasado diciembre. Para Mattis, un general del cuerpo de marines muy duro con Ir¨¢n, la gota que colm¨® el vaso fue la retirada de tropas de Siria anunciada por Trump, que el militar consider¨® una traici¨®n a los aliados.
Wertheim, que no ve a Trump como un detractor del intervencionismo, cree que su pol¨ªtica exterior se asemeja a la que hubiese llevado a cabo ¡°un Dick Cheney presidente¡±. ¡°Es verdad que la generaci¨®n previa de neoconservadores favoreci¨® guerras en Oriente Pr¨®ximo en nombre de la transformaci¨®n de la regi¨®n en democracias, pero incluso entonces muchas gente de la ¨®rbita neoconservadora, como el propio Cheney [vicepresidente con Bush hijo], estaba menos interesada en la promoci¨®n de la democracia que en el castigo de los enemigos de EE UU, promocionar su fuerza militar y alinearse con Israel y otros aliados¡±, se?ala. A su juicio, ¡°la Administraci¨®n de Trump est¨¢ revitalizando el nuevo conservadurismo, solo que est¨¢ restando ¨¦nfasis a la ret¨®rica de la democracia y elevando el ¡®globalismo¡¯ como su enemigo¡±.
La escalada de tensi¨®n con Ir¨¢n, Venezuela o Cuba est¨¢ inquietando a loa aliados de EE UU. La Uni¨®n Europea denunci¨® la ruptura del pacto nuclear por parte de Trump y ha advertido de que habr¨¢ represalias por las sanciones a empresas europeas en la isla caribe?a. Y Espa?a, por ejemplo, ya ha alzado la voz p¨²blicamente contra la actitud estadounidense en la crisis venezolana, pese a que se encuentran en el mismo bando: reclaman la salida de Maduro y reconocen a Juan Guaid¨® como presidente interino. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, se quej¨® de que Washington act¨²a "como el cowboy del oeste, diciendo ¡®miren que desenfundo". Los tipos duros tambi¨¦n regentan los frentes comerciales con China y la Uni¨®n europea, de la mano de veteranos como Bob Lighthizer o Peter Navarro. Los cowboys tambi¨¦n cabalgan en Bolsa.
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