Edimburgo resuelve el dilema de Adam Smith
La segunda capital financiera del Reino Unido sobrevuela el pesimismo del Brexit
Edimburgo descubri¨® por instinto que el secreto de la naturaleza humana consiste en combinar en la dosis justa la "simpat¨ªa" hacia los otros y el individualismo ego¨ªsta. Se reconcili¨® finalmente con su fil¨®sofo universal, Adam Smith, y ya hace m¨¢s de diez a?os que el autor de dos obras eternas como la Teor¨ªa de los sentimientos morales y La riqueza de las naciones contempla con orgullo, inmortalizado en bronce, el incesante flujo de turistas que recorren la empinada Royal Mile, en la parte vieja de la ciudad. Medio mill¨®n de almas habita la capital de Escocia, pero cuando llega el verano y trae consigo el festival de teatro m¨¢s famoso del mundo, un mill¨®n y medio de personas desborda esta urbe moderna "cuyo clasicismo fue rescatado de su frialdad por un g¨®tico que la rescat¨® de lo grotesco", escribe el historiador James Buchan. Su obra, Capital of the Mind: How Edinburgh changed the world (Capital de la Mente: C¨®mo Edimburgo cambi¨® el mundo), es la declaraci¨®n de amor y asombro a un breve periodo en la historia, entre 1745 y 1789, en el que se intercambiaron el valor, la lealtad, la religi¨®n y la violencia de las dagas por el progreso, la ley, el comercio internacional y el cultivo de las relaciones sociales entre hombres y mujeres. La "Atenas de Gran Breta?a", la llamaron.
"Siempre hemos sido tremendamente cosmopolitas, y hemos sido capaces de atraer enormes cantidades de estudiantes, turistas y empresarios del resto de Europa y del mundo", explica henchida de orgullo Helen McMillan, norirlandesa de origen y edimburguesa de adopci¨®n. Es la directora regional para Europa de la Universidad de Edimburgo. La responsable de tender lazos con otras universidades del continente. "Somos el segundo centro financiero m¨¢s importante del Reino Unido. Tenemos cuatro universidades ¡ªalgo muy relevante si se tiene en cuenta que apenas somos medio mill¨®n de personas¡ª, la ciudad es arquitect¨®nicamente bella, tenemos una riqueza cultural inmensa, el coste de la vida es bastante inferior al de Londres, una gran mayor¨ªa vot¨® en contra del Brexit (74%) y es el lugar donde naci¨® el personaje de Harry Potter", remata con una sonrisa c¨®mplice. Uno de cada cuatro profesores de la Universidad procede de alg¨²n pa¨ªs de la Uni¨®n Europea distinto del Reino Unido. Un 14% de sus alumnos han llegado desde el continente.
Camille y Charlotte, francesas, repasan en el c¨¦sped sus apuntes bajo un sol de mayo que ha llenado de gente los prados de la ciudad. "Elegimos Edimburgo por el ingl¨¦s", explican, "pero no me importar¨ªa nada quedarme a vivir aqu¨ª. Ni te juzgan ni se?alan tu diferencia. Te sientes bienvenido. Y es cierto que no dejan de hablar del Brexit, pero para hacer bromas de los ingleses, no se les nota irritados".
El Gobierno escoc¨¦s ha exprimido su propio presupuesto y las ayudas de la Uni¨®n Europea para impulsar la nueva econom¨ªa del conocimiento. En Edimburgo, las startups han surgido en los ¨²ltimos a?os a un ritmo espectacular. Rachel Jones ha contratado a 26 j¨®venes de todas las partes de mundo, la mayor¨ªa europeos. Emprendedora hasta la m¨¦dula, hace a?os dise?¨® y patent¨® una silla para beb¨¦s, Totseat, que result¨® un ¨¦xito. Hasta que comenzaron a surgir copias que se vend¨ªan online. Acudi¨® a abogados y expertos, visit¨® el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachussets, desarroll¨® el algoritmo que le permiti¨® rastrear a los falsificadores, y hoy est¨¢ al frente de una potente compa?¨ªa, SnapDragon, reclamada por peque?as, medianas y grandes empresas. Pide que se evite la localizaci¨®n de sus oficinas en este reportaje.
"El mundo de las falsificaciones", explica, "est¨¢ muy relacionado con organizaciones vinculadas a las drogas o la prostituci¨®n". "Cada vez que me llegan nuevos curr¨ªculos de gente que quiere trabajar con nosotros, solo me fijo en una cosa. ?Han viajado? Quiero personas con la mente abierta, que hayan conocido el mundo. Esta ciudad ha cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os. Somos muy cosmopolistas. La mayor¨ªa de las empresas escocesas quiere seguir en la Uni¨®n Europea. Queremos exportar al resto de Europa, ya sea sillitas para beb¨¦s o tecnolog¨ªa para combatir las falsificaciones. No somos una isla", explica con pasi¨®n. Rachel tiene una intensa relaci¨®n con la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE, con sede en Alicante, y viaja all¨ª a menudo.
Su lugar de trabajo es el mundo, y no piensa tirar la toalla y dejar que el Brexit ahogue su voluntad de crecer. Le ocurre algo parecido a Michael Groves, fundador y director de Topolytics. Descubri¨® que la mayor¨ªa de las empresas tienen un conocimiento muy preciso del n¨²mero de materias primas que utilizan o de los productos que lanzan al mercado, pero saben muy poco de los residuos que emiten: cu¨¢ntos son, de qu¨¦ tipo, d¨®nde van a parar cuando los dejan en manos de terceros. "Hemos desarrollado el manejo de los datos de cada empresa. Nuestro prop¨®sito es hacer m¨¢s visible la gesti¨®n de los residuos. No son conscientes de que gran parte de ese material que desechan les puede ser ¨²til, y ahorrarse de paso miles de euros. Hemos pasado de la econom¨ªa lineal a una econom¨ªa circular", explica. Ya le han contratado varias multinacionales, en Europa, pero tambi¨¦n en Estados Unidos. "Nuestro mayor reto es el cambio clim¨¢tico. El Brexit es una distracci¨®n. Debemos trabajar juntos, y la UE es un medio fant¨¢stico para llevar a cabo esa tarea. Las pol¨ªticas medioambientales m¨¢s avanzadas se producen en Bruselas. Estados Unidos y Asia se limitan a seguirles", defiende.
La estatua de Walter Scott, coronada por un inmenso pin¨¢culo g¨®tico que se ve desde cada punta de Princess Street, es la mayor dedicada a un escritor. El autor de Ivanhoe?edulcor¨® con dosis de romanticismo la historia de los escoceses. Pero fue Smith, al se?alar que un mercado asentado en instituciones pol¨ªticas y sociales s¨®lidas es capaz de conciliar la ¨¦tica y la riqueza, el que dio con la clave. Y Edimburgo ha decidido entrar en el siglo XXI con la lecci¨®n aprendida.
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