¡°A los que vivimos Tiananmen nos parece estar a¨²n hoy en una pesadilla¡±
En el 30? aniversario de la matanza, Zhou Fengsuo, uno de los l¨ªderes del movimiento estudiantil, hoy activista, hace balance de lo que ocurri¨®
Zhou Fengsuo estudiaba cuarto de F¨ªsicas en la Universidad de Tsinghua en Pek¨ªn, una de las m¨¢s prestigiosas de China, cuando el 15 de abril de 1989 muri¨® Hu Yaobang, el reformista ex secretario general del Partido Comunista depuesto en dos a?os antes. Fue uno de los estudiantes que acudi¨® a rendirle homenaje a la plaza de Tiananmen con una corona de flores. No sab¨ªa hasta qu¨¦ punto su vida, y la historia de China, estaban a punto de dar un vuelco. Seis semanas m¨¢s tarde, el 4 de junio de 1989, aquella concentraci¨®n, transformada en un movimiento ciudadano que lleg¨® a reunir en la plaza a m¨¢s de un mill¨®n de personas para pedir democracia, quedaba sangrientamente disuelta por los tanques del Ej¨¦rcito chino. Y Zhou aparec¨ªa como el quinto m¨¢s buscado en una lista de 21 l¨ªderes estudiantiles.
Treinta a?os m¨¢s tarde, la China de hoy es muy diferente a como la imaginaron los estudiantes que, durante aquellas semanas, se concentraron en torno al monumento a los H¨¦roes de la Revoluci¨®n, en Tiananmen, para pedir inicialmente medidas contra la corrupci¨®n y libertad de prensa, y que acabaron instalando una estatua a la Diosa de la Democracia. La liberalizaci¨®n de la econom¨ªa china que reclamaban los universitarios ha transformado a China en la segunda potencia econ¨®mica. Pol¨ªticamente, y en particular durante el mandato de Xi Jinping, se han recuperado gui?os a la ¨¦poca mao¨ªsta que hubieran sido impensables en los 80. Y sigue sin esclarecerse el n¨²mero de v¨ªctimas de aquella noche nefasta: los c¨¢lculos oscilan de los 200 a los 10.000 muertos.
¡°Tengo confianza en que, al final, la Historia estar¨¢ de nuestro lado¡±, explica Zhou, de 51 a?os y residente en EE UU desde 1995. ¡°Al mismo tiempo, tambi¨¦n tengo este sentimiento de urgencia. Nos vamos haciendo mayores, y nuestro tiempo se va acabando¡±, cuenta en una entrevista por Skype desde Taiw¨¢n, donde ha viajado para participar en un congreso sobre los sucesos de hace 30 a?os. El antiguo estudiante de F¨ªsicas y actual analista financiero es el fundador de Humanitarian China, una organizaci¨®n que trata de prestar ayuda a los activistas dentro de China y sus familias, y de mantener viva la memoria de Tiananmen.
Cuando empezaron las manifestaciones ¡°todos empezamos con cuidado, y un poco de miedo. Pero cobramos ¨¢nimos los unos de los otros y, sobre todo, de las enormes masas que surgieron de la nada para acompa?arnos", cuenta. "Entonces nos dimos cuenta de que hab¨ªamos estado ocultando c¨®mo nos sent¨ªamos de verdad. Muy r¨¢pidamente (la concentraci¨®n) se convirti¨® en una especie de largo festival. El esp¨ªritu de aquel momento era de esperanza y alegr¨ªa. Porque pod¨ªamos hablar con el coraz¨®n, pod¨ªamos probar la libertad¡±. Ya no era solo una concentraci¨®n estudiantil, se le hab¨ªan sumado amplias capas de poblaci¨®n civil, profesores y trabajadores.
Si inicialmente las autoridades chinas, divididas, optaron por la permisividad, y el secretario general del Partido Comunista, Zhao Ziyang, se?alaba su disposici¨®n a dialogar con los estudiantes, esa tolerancia cambi¨® dr¨¢sticamente. El 13 de mayo los manifestantes comenzaron una huelga de hambre masiva, dos d¨ªas antes de una visita oficial de Mijail Gorbachov. La ceremonia de bienvenida prevista para el l¨ªder sovi¨¦tico tuvo que cancelarse. El 19 de mayo, Zhao acud¨ªa por ¨²ltima vez a la plaza y, entre l¨¢grimas, suplicaba a los estudiantes que se marcharan. Al d¨ªa siguiente, ya con el secretario general destituido, se decretaba la ley marcial. Las tropas empezaban a desplegarse en Pek¨ªn.
¡°Es una pena que aquella abrumadora movilizaci¨®n p¨²blica no se convirtiera en una alianza pol¨ªtica lo suficientemente poderosa como para cambiar la situaci¨®n¡±, apunta Zhou. ¡°Despu¨¦s de que se declarara la ley marcial, se produjo un cierto vac¨ªo de poder en Pek¨ªn, pero los estudiantes dudamos (para aprovecharlo). ??ramos estudiantes, no pol¨ªticos!¡±.
La noche del 3 de junio, recuerda el antiguo l¨ªder estudiantil, ¡°estaba en la plaza desde las seis de la tarde". "Ya ol¨ªa a gas lacrim¨®geno. Todo estaba muy tenso. Sobre las diez, soldados, tanques, veh¨ªculos blindados empezaron a cargar sobre la plaza. Se o¨ªan disparos en todas direcciones. Vimos las estelas de bengalas militares. No me lo pod¨ªa creer. Ten¨ªa una tristeza y una furia tremenda¡±.
Zhou fue de los ¨²ltimos en abandonar la plaza. ¡°Por el camino de vuelta a la Universidad vi cerca de 40 cuerpos en un aparcamiento de bicicletas. Uno de ellos era el de un estudiante de mi universidad¡±, cuenta. ¡°No pod¨ªamos creer que aquello hubiera pasado. Era como un mal sue?o. Incluso ahora, a los que vivimos aquello nos parece estar en un universo paralelo; una pesadilla que empez¨® hace treinta a?os¡±.
A los pocos d¨ªas fue detenido. Cumpli¨® un a?o de prisi¨®n; cuando sali¨®, el Gobierno le envi¨® a una zona rural empobrecida, para ¡°reeducarse¡±, antes de autorizar finalmente su marcha a EE UU en 1995.
Desde all¨ª sigue los acontecimientos en China. Se declara especialmente alarmado por situaciones como la de la minor¨ªa uigur en Xinjiang, donde las ONG calculan que el n¨²mero de residentes encerrados en campos de reeducaci¨®n puede superar el mill¨®n. ¡°Pero al mismo tiempo, tambi¨¦n vemos gente que est¨¢ resistiendo¡±, alega, al poner como ejemplo a abogados defensores de derechos humanos y sus familias. ¡°Es gente muy fuerte, y que me da esperanza ¡ aunque es dif¨ªcil ser optimista¡±.
?Es posible que, como parece desear el Gobierno chino, la matanza de Tiananmen caiga por completo en el olvido dentro de este pa¨ªs? ¡°Es posible. Pero no probable. Cada a?o sigue habiendo gente dispuesta a arriesgarlo todo por conmemorar lo que pas¨®. Aunque seamos d¨¦biles como la luz de una vela que se apaga, tenemos el deber moral de hacerlo y continuamos. Por eso tengo esperanza¡±.
En todos estos a?os solo ha regresado una vez a su pa¨ªs natal, unas horas. Fue en 2014, cuando se cumpl¨ªa el 25 aniversario de la matanza, y aprovechando que en Pek¨ªn no era necesario un visado para estancias inferiores a las 72 horas. ¡°Me acerqu¨¦ en coche a Tiananmen. Era el 3 de junio. Aquella tarde, a aquella hora, la plaza estaba vac¨ªa, fantasmag¨®ricamente silenciosa. Pero yo pod¨ªa o¨ªr los gritos. Los gritos de la gente de hace 30 a?os¡±.
Transparencia y libertad de prensa, demandas principales
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