Entre las ruinas de la victoria
El nuevo l¨ªder conservador se enfrenta a la falta de mayor¨ªa parlamentaria, el Brexit y la sombra de una nueva crisis econ¨®mica
Si el amplio espectro del Brexit -duro, suave, salvaje, con acuerdo, sin acuerdo- ayuda a distinguir m¨ªnimamente a los distintos candidatos a la sucesi¨®n de Theresa May, un solo temor les une irremediablemente: todos rechazan la idea de un adelanto electoral. La ambici¨®n pol¨ªtica por ser primer ministro o primera ministra y ocupar Downing Street les lleva, de momento, a ignorar un panorama tan desolador como de dif¨ªcil soluci¨®n. Con tres vertientes. Una constitucional, otra pol¨ªtica y una tercera econ¨®mica.
La persona que reemplace a May seguir¨¢ sin contar con mayor¨ªa parlamentaria, y deber¨¢ comenzar a negociar de cero el respaldo de los socios norirlandeses del DUP, que han sostenido durante dos a?os al Gobierno pero se han vuelto m¨¢s correosos en sus demandas. Y sobre todo, si el vencedor arrastra consigo la promesa de abandonar la UE, con o sin acuerdo, en la fecha fijada del 31 de octubre, deber¨¢ convencer a un Parlamento que ha rechazado en varias ocasiones la idea de un Brexit salvaje o enfrentarse a una crisis constitucional sin precedentes.
El Instituto para el Gobierno, uno de los centros de pensamiento pol¨ªticos m¨¢s influyentes del Reino Unido, se?alaba hace dos semanas que los diputados cuentas con nula capacidad procedimental para bloquear a un Ejecutivo que quiera tirar adelante con el abandono de la UE. Pero apenas unos pocos exc¨¦ntricos contemplan la posibilidad de que, en el sistema parlamentario por excelencia, Downing Street decidiera ignorar la voluntad de Westminster.
La quiebra del sistema bipartidista
A continuaci¨®n est¨¢ la aparente quiebra del tradicional sistema bipartidista, en el que conservadores y laboristas alternaban pl¨¢cidamente en el poder. No es la primera vez que sobrevuela este fantasma, que luego se ha desvanecido, pero en esta ocasi¨®n, la frustraci¨®n acumulada tres a?os despu¨¦s del refer¨¦ndum de 2016, ha desdoblado el campo de enfrentamiento cl¨¢sico. Ya no es solo -ya no es tanto- izquierda contra derecha sino Brexit contra No Brexit. Se pudo ver claramente en las pasadas elecciones europeas, en las que el partido del ultranacionalista, Nigel Farage, y los liberales dem¨®cratas (reforzados con el resultado del Partido Verde), ocuparan la primera l¨ªnea y relegaron a conservadores y laboristas a un humillante segundo plano.
La votaci¨®n por el esca?o en Westminster del distrito de Peterborough, celebrada el pasado jueves, no dibuj¨® un panorama tan n¨ªtido (ganaron los laboristas, a un pu?ado de votos del Partido del Brexit), pero tambi¨¦n reflej¨® una batalla a cuatro bandas. ¡°La candidata laborista ha establecido un nuevo r¨¦cord. Con un 31% de apoyos, es la victoria con menor apoyo en la historia de nuestro sistema mayoritario. En cierto sentido, es la demostraci¨®n de que nos hallamos en un mundo pol¨ªtico completamente diferente. Un mundo en el que ning¨²n partido domine claramente unas elecciones concretas¡±, dijo en la BBC John Curtice, uno de los soci¨®logos electorales m¨¢s respetados en el Reino Unido durante d¨¦cadas.
Finalmente, se avecina la sombra de una nueva recesi¨®n global, dicen los economistas, que podr¨ªa verse agravada por el caos previsto en el caso de un Brexit a las bravas. ¡°La inquietud entre las empresas se calm¨® brevemente cuando el Gobierno acord¨® una nueva pr¨®rroga con la UE. Ahora, despu¨¦s de la dimisi¨®n de May, esa inquietud vuelve a aflorar, y aunque los preparativos para una salida brusca est¨¢n m¨¢s avanzados, seguimos pensando que ser¨ªa muy negativa para la econom¨ªa¡±, reconoc¨ªa hace poco a EL PA?S Josh Hardie, vicedirector general de CBI, la principal patronal brit¨¢nica. Aunque es cierto que toda tormenta tiene quien saque r¨¦dito. Y los ejecutivos que trabajan en la City de Londres, siempre desde el anonimato, admiten que, a medida que el Brexit ha prolongado su fecha, han tenido tiempo de descontar sus efectos y empezar a pensar en sus beneficios.
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