Maduro y el neoliberalismo del siglo XXI
El mandatario venezolano se enfrenta a una dura lista de recortes
El chavismo encontr¨® a su peor enemigo. Un peligro mucho m¨¢s corrosivo que Donald Trump y su amenaza militar: el desabastecimiento de productos indispensables para los venezolanos. Para enfrentarlo, el logorreico Nicol¨¢s Maduro comenz¨® a ensayar una receta sobre la cual guarda silencio. Hace semanas inaugur¨® un sever¨ªsimo ajuste.
Un programa ortodoxo con el que se regodear¨ªan los expertos m¨¢s severos del Fondo Monetario Internacional. De facto, casi sin resoluciones, el socialismo del siglo XXI se aventura por un sendero inesperado: el del neoliberalismo del siglo XXI. Una novedad inicial es que el gasto p¨²blico comenz¨® a incrementarse por debajo de la alt¨ªsima tasa de inflaci¨®n. En t¨¦rminos reales, baja.
Es el imperio de la necesidad: caen las erogaciones porque caen los ingresos y caen los ingresos porque se derrumba la producci¨®n de petr¨®leo.La principal v¨ªctima son los trabajadores p¨²blicos. El Estado es el ¨²nico empleador que atras¨® los sueldos en relaci¨®n con la inflaci¨®n, que el a?o pasado fue, seg¨²n el Banco Central, de 130.000%. Esta tendencia le permite a la autoridad monetaria reducir la emisi¨®n, que es uno de los motores de la inflaci¨®n.
Tambi¨¦n fueron aumentados en un 100% los encajes bancarios, por lo que se contrajo la cantidad de bol¨ªvares a disposici¨®n del p¨²blico.El Banco Central suspendi¨® tambi¨¦n el control de cambios. El 21 de mayo pasado, sin hacer ruido, autoriz¨® a las entidades bancarias a establecer mesas de cambio a trav¨¦s de las cuales deben deshacerse del 80% de sus posiciones en moneda extranjera. El 20% restante deber¨¢n destinarlo a operaciones entre bancos. Esta decisi¨®n completa otra de comienzos de a?o. El 26 de enero pasado, el Banco Central habilit¨® Interbanex, una plataforma privada de compra-venta de d¨®lares.Como todo proceso hiperinflacionario, el venezolano registra una dolarizaci¨®n f¨¢ctica de la econom¨ªa.
La gente huye de un bol¨ªvar devaluado y fija sus transacciones en la moneda estadounidense. Lo asombroso es que, lejos de desalentar esa conducta, el Gobierno la alienta. Desde los m¨¦dicos hasta los mec¨¢nicos de autom¨®viles cobran en d¨®lares sin ninguna restricci¨®n. Entre estas innovaciones silenciosas est¨¢ tambi¨¦n la anulaci¨®n de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioecon¨®micos (Sudden).
Esta oficina, que ejerc¨ªa el control de precios hasta llevar a la c¨¢rcel a algunos supermercadistas, ahora mira hacia otro lado los aumentos del arroz, el caf¨¦, las pastas o la leche. Esos productos estaban desapareciendo del mercado. Una t¨ªmida apertura comercial de las fronteras f¨ªsicas acompa?a esta pol¨ªtica. El giro de Maduro ya se refleja en las estad¨ªsticas, que el Banco Central vuelve a publicar. Seg¨²n el economista Asdr¨²bal Oliveros, de la consultora Ecoanal¨ªtica, las estratosf¨¦ricas tasas de inflaci¨®n del 100% mensual descendieron hasta estratosf¨¦ricas tasas de alrededor del 35% mensual. Las consecuencias del torniquete monetario y la progresiva liberaci¨®n de precios son imaginables: una ca¨ªda dram¨¢tica en un nivel de actividad ya muy deteriorado. Maduro vivir¨¢ atrapado entre una recesi¨®n que avanza y una inflaci¨®n que no termina de ceder.
Es el peor de los mundos, salvo que se lo compare con la p¨¦rdida del poder.El r¨¦gimen venezolano intenta sin estridencias este dur¨ªsimo programa como un nuevo salvataje, mientras busca ox¨ªgeno internacional. Consigui¨® que la alta comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, visitara Caracas y se reuniera con Maduro, quien es desconocido como presidente por m¨¢s de 50 pa¨ªses.
Entre ellos, Chile. Bachelet hizo equilibrio, como cuando era presidenta. En ese entonces debi¨® evitar una condena categ¨®rica del r¨¦gimen venezolano condicionada, sobre todo, por sus aliados comunistas. Pero estuvo entre los fundadores del Grupo de Lima, la liga americana que con mayor dureza denunci¨® el autoritarismo de Maduro. Despu¨¦s de su visita, la socialista Bachelet lament¨® el deterioro de la situaci¨®n humanitaria en Venezuela. Pero no consigui¨® la liberaci¨®n de presos pol¨ªticos. Son 730, de los cuales en los ¨²ltimos tiempos s¨®lo una veintena recuper¨® la libertad.
El gran aliado del dictador sigue siendo Trump, quien, m¨¢s interesado por su suerte electoral que por la peripecia de los venezolanos, mantiene una brumosa presi¨®n militar sobre Venezuela. Su vocero m¨¢s persuasivo, el jefe del Comando Sur del Pent¨¢gono, Craig Faller, inici¨® ayer una visita por Argentina y Chile, en el centro de cuya agenda est¨¢ la cuesti¨®n de Venezuela.El curso que eligi¨® Trump es cada vez m¨¢s divergente del resto de la comunidad internacional interesada en una salida democr¨¢tica. Sebasti¨¢n Pi?era, el sucesor de Bachelet, auspici¨® desde su canciller¨ªa un seminario que analiz¨®, el domingo pasado, con la presencia de opositores a Maduro, la transici¨®n posterior a Pinochet. Es un modelo que entusiasma a muchos militares que imaginan su continuidad despu¨¦s de la ca¨ªda del chavismo.
Al mismo tiempo, la Uni¨®n Europea, en una perspectiva tambi¨¦n distinta a la de Trump, design¨® al eminente Enrique Iglesias para asesorar sobre Venezuela a la Alta Representante para la Pol¨ªtica Exterior, Federica Mogherini. Y un pa¨ªs ajeno a la Uni¨®n, como Noruega, se ofreci¨® para una mediaci¨®n entre delegados de Maduro y del presidente interino, Juan Guaid¨®. Al trascender, el ensayo perdi¨® efectividad.Maduro intenta tomar ox¨ªgeno a trav¨¦s de estos nuevos experimentos diplom¨¢ticos. Debe apresurarse. Con la tenaza de la hiperinflaci¨®n y la recesi¨®n puede terminar estrangulado.
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