El caso de las hermanas que mataron a su padre abusador sacude Rusia
El proceso contra las tres j¨®venes Jachaturi¨¢n destapa que sufrieron a?os de agresiones f¨ªsicas y sexuales, y evidencia una epidemia de violencia contra la mujer
Cuando aquella tarde de verano Mija¨ªl Jachaturi¨¢n lleg¨® a casa, en el norte de Mosc¨², se enfureci¨®. Ese d¨ªa, fue porque consider¨® que el sal¨®n estaba desordenado. Hab¨ªa visto incluso un pelo largo y oscuro en el suelo. Y se revolvi¨®. El d¨ªa anterior el motivo hab¨ªa sido otro. Y antes de ese, otro. Furibundo, llam¨® por turnos a la sala a sus hijas, Krestina, Angelina y Mar¨ªa. Y las roci¨® con un espray de pimienta que ten¨ªa preparado. Despu¨¦s, procedi¨® a dormir una siesta en su mecedora. Las chicas, de 17, 18 y 19 a?os, no aguantaron m¨¢s. Esperaron a que Mija¨ªl, de 57 a?os, se durmiera y empezaron a golpearle con un martillo y un cuchillo de cocina, seg¨²n la Fiscal¨ªa. Cuando el hombre se despert¨® y empez¨® a pegarles, una de las chicas le apu?al¨® hasta que se desplom¨®.
Krestina, Angelina y Mar¨ªa se enfrentan ahora, justo un a?o despu¨¦s del suceso, a cargos de asesinato premeditado. Con penas de hasta 20 a?os de prisi¨®n para las dos mayores y 10 para la m¨¢s joven, menor de edad en aquel momento. Pero el caso ha destapado que en aquella casa del modesto barrio de Bibirevo, adornada con iconos religiosos y cruces, las tres chicas de cabello oscuro y enormes ojos color caf¨¦ viv¨ªan una pesadilla. Llevaban a?os sufriendo abusos f¨ªsicos y sexuales por parte de su padre, seg¨²n los informes judiciales, con el que viv¨ªan solas desde que en 2015 ech¨® a la madre de casa bajo amenazas de matarla a ella y a las chicas si volv¨ªa para llev¨¢rselas. ¡°Estaban aterrorizadas. Viv¨ªan pr¨¢cticamente esclavizadas, en una atm¨®sfera irrespirable y tem¨ªan por su vida¡±, se?ala uno de sus abogados, Alexei Liptser, quien alega que las j¨®venes actuaron en defensa propia.
El caso de las hermanas Jachaturi¨¢n ha sacudido a la sociedad rusa. Tambi¨¦n ha puesto sobre la mesa la constante inacci¨®n ¡ªe incluso la normalizaci¨®n¡ª de las autoridades hacia un problema de dimensiones colosales en Rusia: la violencia dom¨¦stica. No se recogen estad¨ªsticas. Pero, seg¨²n un estudio de 2012 del Ministerio del Interior, unas 600.000 mujeres sufren violencia en el hogar cada a?o. Y entre 12.000 y 14.000 mueren a manos de sus parejas o familiares; una cada 40 minutos. Una cifra muy similar a la que revelaba la ONU en un informe en 2010.
La historia de Krestina, Angelina y Mar¨ªa est¨¢ actuando como una espita para la movilizaci¨®n social. Miles de personas han mostrado su apoyo hacia las tres chicas, desde actrices o youtubers famosos, hasta la defensora de derechos humanos del Kremlin. Y se han sucedido los piquetes solitarios ¡ªuna f¨®rmula para sortear la prohibici¨®n de manifestarse¡ª, las actividades culturales y las campa?as en las redes sociales para pedir su absoluci¨®n. Una petici¨®n online acumula ya casi 300.000 firmas, y hasta se ha desencadenado un cierto Me too. Sin embargo, en un pa¨ªs muy conservador y patriarcal, en el que la iglesia ortodoxa tiene gran influencia, tambi¨¦n hay grupos que niegan que esta violencia sea un problema. Ellos tambi¨¦n se han manifestado, pero para exigir una condena dura y ejemplarizante para las tres j¨®venes.
Rusia (144 millones de habitantes) es uno de los pocos pa¨ªses del mundo desarrollado que no tiene una ley espec¨ªfica contra la violencia dom¨¦stica. Y mucho menos para combatir la violencia machista o los feminicidios. En 2017, en vez de avanzar hacia la protecci¨®n de las v¨ªctimas, el Gobierno ruso despenaliz¨® algunos casos de agresi¨®n dentro de la familia para los delincuentes primerizos. Una reforma legal que lleg¨® tras una resonante campa?a de la iglesia ortodoxa y de los diputados m¨¢s conservadores, que llevan a?os oponi¨¦ndose incluso al t¨¦rmino ¡°violencia en la familia¡± ya que lo consideran producto de ¡°las ideas del feminismo radical¡± destinado a ¡°perseguir¡± a los hombres.
Ahora, seg¨²n la ley rusa, una primera agresi¨®n sin secuelas graves contra la pareja o los hijos es una falta administrativa. Se castiga con 15 d¨ªas de c¨¢rcel y unos 400 euros de multa. Un segundo delito de este tipo en el mismo a?o acarrea una multa de unos 500 euros y tres meses de prisi¨®n o 240 horas de trabajo comunitario.
El resultado de la reforma legal ha sido dram¨¢tico, asegura Yulia Gorbunova, investigadora de la ONG Human Rights Watch. No existe opci¨®n de obtener una orden de protecci¨®n. Y los recursos a disposici¨®n de las v¨ªctimas ¡ªcasas de acogida, por ejemplo¡ª son ¨ªnfimos, lamenta. Si antes era dif¨ªcil denunciar un caso, desde la reforma legal esto es todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil, recalca.
Aurelia Dunduc, la madre de Krestina, Angelina y Mar¨ªa, s¨ª hab¨ªa dado el paso. Sentada en la cafeter¨ªa de un oscuro centro comercial de Mosc¨², la mujer, de 40 a?os, se?ala que acudi¨® varias veces a la polic¨ªa a denunciar las palizas y vejaciones a las que la somet¨ªa Mija¨ªl Jachaturi¨¢n, que despu¨¦s de sus negocios en los noventa con peque?as mafias locales viv¨ªa de las rentas y de una pensi¨®n. ¡°No hicieron nada. Se guardaron la declaraci¨®n y me dijeron que me fuese por donde hab¨ªa venido¡±, dice en voz muy baja. Al lado, una camarera ordena las mesas a empellones. Y Dunduc salta con cada ruido.
Acompa?ada por una de sus amigas, la mujer, delgada y muy callada, asegura que su esposo ten¨ªa buenas conexiones en la polic¨ªa y en la Fiscal¨ªa del distrito. Dunduc, moldava, cuenta que los malos tratos empezaron poco despu¨¦s de la boda con Mija¨ªl Jachaturi¨¢n, de origen armenio. Ella ten¨ªa 19 a?os entonces; el, 37.
Asegura que no sab¨ªa que sus hijas sufrieran abusos. Cree que las chicas la proteg¨ªan y que sabiendo que sus denuncias no hab¨ªan servido, optaron por callar. Algunas de sus amigas sab¨ªan lo que estaba ocurriendo, aunque sin muchos detalles. Victoria Kuropatkina, ¨ªntima de Krestina, cuenta que conoc¨ªa parte de los abusos, pero que su amiga le hab¨ªa prohibido acudir a las autoridades porque tem¨ªa las consecuencias. Para Victoria y para ella y sus hermanas.
De puertas a fuera, Angelina, Krestina y Mar¨ªa eran tres j¨®venes t¨ªmidas. Muy estudiosas. La peque?a adora el cine, relata Dunduc. A Angelina le encanta ver series, tomarse selfies con sus amigas y pasar el rato en alguna cafeter¨ªa. Krestina, la mayor, es muy buena en matem¨¢ticas y so?aba con estudiar contabilidad; hasta que sus notas cayeron por faltar a clase.
Mucho antes de aquel julio de 2018 en el que todo estall¨®, las chicas hab¨ªan dejado de ir al instituto. Su padre no las dejaba casi salir de casa. Sin embargo, critican los abogados, las autoridades educativas no investigaron a fondo el caso. Tampoco se abrieron pesquisas despu¨¦s del intento de suicidio de Krestina, desencadenado por una de las agresiones sexuales de su padre, apunta el abogado Liptser. El viernes, la Fiscal¨ªa inici¨® un caso contra el difunto Jachaturi¨¢n por los supuestos abusos; algo que puede dar un vuelco al caso.
Krestina, Angelina y Mar¨ªa est¨¢n en libertad bajo fianza, pero aisladas. No pueden comunicarse entre s¨ª ni con los testigos del caso o con los medios. ¡°Est¨¢n bien en la medida de lo posible¡±, dice su abogado. Y a?ade: ¡°Sea en el banquillo o aisladas en casa, repiten que al menos no sufren torturas y palizas cada d¨ªa¡±.
La polic¨ªa a una v¨ªctima: ¡°Vuelve cuando mueras¡±
Tras meses de agresiones, Margarita Gracheva acudi¨® a la polic¨ªa a denunciar a su marido por malos tratos. All¨ª, explic¨® al agente que la atendi¨® que en el ¨²ltimo episodio violento ¨¦l le hab¨ªa puesto un cuchillo en la garganta y la hab¨ªa amenazado con disolver su cuerpo en ¨¢cido. Aquel polic¨ªa le contest¨® que eso era ¡°una manifestaci¨®n de amor¡±. Unos d¨ªas m¨¢s tarde, Dmitri Grachev busc¨® a su esposa, la llev¨® arrastras al bosque y le cort¨® las manos con un hacha.
El pasado noviembre, el agresor fue condenado a 14 a?os de c¨¢rcel, en una de las condenas m¨¢s duras por un caso similar en Rusia, donde sacar adelante un proceso por violencia contra la mujer es complicado. El agente que rehus¨® atender a Gracheva, sin embargo, ni siquiera fue amonestado, pese a las denuncias por negligencia de la v¨ªctima.
Esta semana, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos asest¨® un varapalo a Rusia en lo que se considera la primera condena por no proteger a una v¨ªctima de la violencia machista. Es el caso de Valeria Volodina, una joven que trat¨® de denunciar, sin ¨¦xito, ante la polic¨ªa las amenazas y agresiones de su expareja. En comisar¨ªa eludieron iniciar una investigaci¨®n. Y el exnovio de Volodina, que hab¨ªa colocado un dispositivo GPS en uno de sus bolsos para seguirla despu¨¦s de que esta se cambiase incluso de ciudad, la encontr¨®, la secuestr¨® y la agredi¨®. Ahora, deber¨ªa ser indemnizada con 20.000 euros.
Y como el suyo, otra decena de casos similares contra Rusia ¡ªque no ha ratificado el Convenio de Estambul para la lucha contra la violencia hacia las mujeres y la violencia dom¨¦stica¡ª esperan en Estrasburgo. Una f¨®rmula a la que recurren cada vez m¨¢s personas en Rusia ante casos ignorados o desechados en sus tribunales nacionales.
Un 19% de la ciudadan¨ªa rusa cree que ¡°bajo ciertas circunstancias¡± est¨¢ permitido golpear a la pareja o hijos, seg¨²n un sondeo de 2017. Y las organizaciones especializadas reclaman que no solo no existe una pol¨ªtica coordinada para hacer frente al problema, sino que las autoridades ignoran de forma mayoritaria a las mujeres que sufren violencia.
"Es un problema important¨ªsimo, pero todav¨ªa se considera un asunto interno, algo privado de cada familia que debe resolverse de puertas adentro", reflexiona el periodista de Novaya Gazeta Pavel Kanigin, que ha escrito mucho sobre malos tratos y que ha investigado a fondo el caso de las hermanas Jachaturi¨¢n, acusadas de asesinato premeditado de su padre. Las cifras y la movilizaci¨®n social por el caso de las tres hermanas Jachaturi¨¢n, evidencian, sin embargo cierto cambio. Sobre todo a nivel urbano y entre los m¨¢s j¨®venes.
Otra sentencia de esta semana puede suponer otro avance: una agente de polic¨ªa de la ciudad de Oriol ha sido condenada a tres a?os en una colonia penal por negligencia, al ignorar la denuncia de una mujer contra su expareja por maltrato y amenazas. ¡°Vuelve cuando mueras¡±, le espet¨® la agente a la v¨ªctima. "Si te mata, iremos y le tomaremos reporte al cad¨¢ver. No te preocupes", a?adi¨®, seg¨²n los documentos judiciales. Yana Savchuk no pudo poner la denuncia. Y nadie se acerc¨® al lugar desde el que llamaba. Su novio la asesin¨® menos de una hora despu¨¦s de haber hecho aquella llamada de auxilio.
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