B¨¦lgica sobrelleva incr¨¦dula su nuevo r¨¦cord de calor
Las autoridades habilitan zonas de ba?os y Bruselas permite al personal de transporte trabajar en pantal¨®n corto
Hace unos minutos el consultor italiano Gianfranco Dell'Alba conduc¨ªa su Citro?n por el barrio europeo de Bruselas. Ahora lo observa consumirse entre llamas mientras la columna de humo frente al edificio de la Comisi¨®n Europea alimenta la temida tesis terrorista. El comando en este caso tiene solo dos miembros: un coche con problemas de ventilaci¨®n y un sol ardiente como nunca antes en B¨¦lgica. El motor dej¨® de funcionar y cuando lo vio te?ir el aire de oscuro en la antesala de las llamas, lo abandon¨® a su suerte junto al gran centro de poder europeo.
El suceso no fue casual; 40,6 grados pueden ser la cotidianeidad veraniega en algunos pa¨ªses del Sur, pero para B¨¦lgica supone batir, por segunda jornada consecutiva, el r¨¦cord hist¨®rico. Sus ciudadanos no son del todo ajenos al sol. Sobre todo porque est¨¢n entre los m¨¢s entusiastas compradores de viviendas en la costa espa?ola, y las cifras dicen que adquieren una casa en Espa?a cada dos horas. Pero en su territorio est¨¢n m¨¢s acostumbrados a las pastillas de vitamina D para paliar la ausencia de sol que a la can¨ªcula.
Lo inhabitual de la situaci¨®n ha llevado a las autoridades a habilitar zonas de ba?o, interrumpir la actividad de centrales hidroel¨¦ctricas, prohibir fumar en algunas zonas por temor a incendios, abrir los edificios p¨²blicos a los que quieran refugiarse en ellos e incluso hacer concesiones hasta ahora vedadas. El personal de la empresa p¨²blica de transportes de Bruselas podr¨¢ vestir pantal¨®n corto excepcionalmente hasta el viernes. En un pa¨ªs donde las casas apenas cuentan con aparatos de aire acondicionado y parte de la flota de tranv¨ªas tampoco, la reivindicaci¨®n recab¨® el a?o pasado casi 2.000 firmas sin ¨¦xito.
Entre los funcionarios de las instituciones comunitarias la informalidad no llega tan lejos, pero uno de ellos reconoce que en vacaciones hay cierta relajaci¨®n y la corbata pierde adeptos.
¡°En Mallorca hace 31 grados y aqu¨ª estamos a 40¡±, lanza sorprendida Yasmine Elfonty, de 17 a?os, poco despu¨¦s de tomarle una fotograf¨ªa a su prima Asma, de 38, con el decorado de postal que ofrece el Mont des Arts. Echar de menos el frescor de Espa?a no es habitual cuando viajas a B¨¦lgica en verano. ¡°Nunca he bebido tanta agua como hoy, llevo unos tres litros¡±, dice Asma con asombro.
Unos metros m¨¢s all¨¢, en el epicentro tur¨ªstico de la Grand Place, las tradicionales chocolater¨ªas tiritan por la falta de clientes. ¡°Esta ma?ana hemos tenido 13, cuando la media es de 40 o 50¡±, explica una dependienta, Bhavisha Mahtani, malague?a de origen indio de 24 a?os. ¡°No s¨¦ si es porque no apetece o porque se derrite m¨¢s f¨¢cilmente¡±, reflexiona. Al vendedor de una camioneta de gofres, otro de los productos se?eros belgas, no le va mejor. "Solo vendo helados, si me pongo a hacer gofres la temperatura sube a 70 grados aqu¨ª dentro", lamenta.
Quienes no carecen de parroquianos son los principales museos de Bellas Artes de la ciudad, que ofrecer¨¢n hasta este viernes la entrada gratis a los mayores de 65 a?os para que recorran sus salas climatizadas. ¡°Ten¨ªamos planeado venir de todos modos, pero me parece una buena iniciativa. Magritte siempre te sorprende¡±, dice Marcelle Schippers, bruselense de 90 a?os, que visita el museo por segunda vez y camina por la sala se?alando pinturas entusiasmada junto a su marido Pierre Polotto, de 89.
Clima ¡®espa?ol¡¯
En el pa¨ªs del surrealismo que tanto cultiv¨® Magritte, el calor ha dado pie a iniciativas imaginativas. Una de ellas, con m¨¢s de 20.000 inscritos en Facebook, llamaba a pasar la noche en la secci¨®n de congelados de un supermercado. R¨¢pidamente, la competencia copi¨® la idea y lanz¨® su propio evento sin tanto ¨¦xito. Ambos bromas reconvertidas en foros donde quejarse juntos del calor extremo.
Panda Chmimska, gu¨ªa tur¨ªstica de 37 a?os nacida en Polonia, no parece bromear cuando dice que dormir¨¢ en la playa. La noche anterior se escap¨® junto a sus compa?eros de piso a un parque ante el insoportable calor de su casa. Mientras yace en el c¨¦sped exhausta a las tres de la tarde despu¨¦s de dos horas relatando los encantos de Bruselas a cuatro turistas, enumera su f¨®rmula m¨¢gica para estos d¨ªas. "M¨¢s agua. Nada de patatas fritas, nada de alb¨®ndigas, y nada de cerveza".
B¨¦lgica vive tiempos ins¨®litos. O como dice Diego Vel¨¢zquez, corresponsal del diario Luxemburger Wort al hilo de la investidura fallida de Pedro S¨¢nchez: ¡°Clima espa?ol en B¨¦lgica, pol¨ªtica belga en Espa?a¡±.
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