Zozobra en las bases de la estabilidad china
Pek¨ªn y Hong Kong libran un pulso de influencias y hegemon¨ªas entre el modelo autocr¨¢tico y el liberal
La crisis pol¨ªtica de Hong Kong se est¨¢ convirtiendo en un desaf¨ªo mayor para el Partido Comunista de China (PCCh) en un a?o de extrema sensibilidad por muchos motivos. Cabe imaginar que la determinaci¨®n que se observa en los millones de hongkoneses que se manifiestan semana tras semana habr¨¢ incrementado en paralelo la inquietud de los l¨ªderes chinos. En los ¨²ltimos d¨ªas, Pek¨ªn ha subido el tono de su respuesta. De una parte, intensificando sus denuncias acerca de la intervenci¨®n de pa¨ªses extranjeros calificando las protestas de ¡°una fabricaci¨®n estadounidense¡±; de otra, dejando entrever el posible recurso al Ej¨¦rcito si las movilizaciones desbordan lo admisible en un Estado de derecho.
Pero la crisis de confianza que resume la relaci¨®n de buena parte de la sociedad hongkonesa con Pek¨ªn viene de lejos. No se trata solo de la ley de extradici¨®n sino de la asfixiante sensaci¨®n de un excesivo incremento de la influencia del continente en el territorio, quiz¨¢ anticipo de la liquidaci¨®n de las libertades pol¨ªticas de la regi¨®n. Quienes llevan la delantera en las manifestaciones llevan tambi¨¦n la cuenta: son aquellos que en 2047, dentro de 28 a?os, se hallar¨¢n en la plenitud de sus vidas debiendo afrontar entonces la extinci¨®n del estatus actual en virtud de los acuerdos firmados por China y el Reino Unido en 1984.
La impaciencia de las autoridades centrales por avanzar en la erosi¨®n de facto del marco instituido de un pa¨ªs, dos sistemas ha recibido siempre varapalos notorios por parte de la sociedad hongkonesa consolidando, en paralelo, un abismo interior, el que cuestiona la propia representatividad de un Consejo Legislativo y un poder ejecutivo que deben lealtad al poder central pero que no pueden hacer o¨ªdos sordos al clamor social. La reacci¨®n popular paraliz¨® en 2003 la reforma del art¨ªculo 23 de su Ley B¨¢sica o en 2014 ech¨® por tierra una reforma electoral que distorsionaba el ejercicio del sufragio directo. Este descalabro, humillante para las autoridades centrales, llev¨® a la par¨¢lisis de la reforma pol¨ªtica pero tambi¨¦n dio paso a medidas coercitivas acupunturales que lejos de atemorizar a la poblaci¨®n incrementaron la inquietud y la preocupaci¨®n sobre los apetitos intrusivos y autoritarios del poder central.
La apuesta por la represi¨®n y las contramanifestaciones se ha demostrado totalmente insuficiente. Tampoco dio resultado el anuncio de la retirada del proyecto de ley de extradici¨®n. Incluso la defenestraci¨®n de Carrie Lam, que se da por descontada a la espera del momento oportuno, llegar¨¢ siempre tarde. El principal aliado del PCCh en la regi¨®n, el pragmatismo de los ejecutivos que nadan en la abundancia explotando los lazos con el continente, se encuentra desorientado ante lo abrumador de la adhesi¨®n c¨ªvica a los anhelos democr¨¢ticos.
La superioridad e infalibilidad de las pol¨ªticas del PCCh est¨¢ en entredicho. La mera evocaci¨®n del uso a gran escala de la fuerza como alternativa implica reconocer un fracaso pol¨ªtico de alcance que echa por tierra la sagrada teor¨ªa de que la proximidad cultural y civilizatoria, administrada seg¨²n su magisterio, es garant¨ªa de unidad y estabilidad en el mundo chino. No obstante, todo indica que all¨¢ donde se conoce, el ingrediente democr¨¢tico no es prescindible sin m¨¢s. Por eso, para el PCCh, quienes se manifiestan en Hong Kong solo pueden ser antichinos.
Para el PCCh, la importancia de Hong Kong ya no deviene de su peso econ¨®mico. En 1997 representaba el 20% de su PIB, ahora menos del 3%. La econom¨ªa de la vecina Shenzhen ya le supera. Lo que se libra es un pulso de influencias y hegemon¨ªas entre el modelo liberal y el autocr¨¢tico. Y va para largo.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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