El auge de la ultraderecha en el Este pone en alerta a la pol¨ªtica alemana
El 1 de septiembre los Estados de Sajonia y Brandeburgo van a las urnas
No a Greta Thunberg, no a las mezquitas, no a los refugiados. S¨ª a la carne de cerdo, a los aviones y a la incorrecci¨®n pol¨ªtica. El p¨²blico aplaude entusiasmado. Han venido a la localidad de Naunhof, en el este de Alemania, a escuchar a candidatos de la extrema derecha. Les prometen una nueva ¡°revoluci¨®n pac¨ªfica 2.0¡±. M¨¢s y m¨¢s aplausos. El 1 de septiembre, dos Estados del Este ¡ªSajonia y Brandeburgo¡ª van a las urnas. En octubre, le toca el turno a Turingia. Son unas elecciones regionales, pero que mantienen en vilo a la clase pol¨ªtica alemana en pleno ante el auge de la ultraderecha.
El muro cay¨® hace 30 a?os con la gente de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania (RDA) manifest¨¢ndose en las calles. Ahora, toca rebelarse de nuevo, esta vez, votando al partido protesta. Ese es el mensaje que la extrema derecha alemana, AfD (Alternativa por Alemania), ha logrado inocular en el Este, en un momento decisivo para la pol¨ªtica alemana.
La clase pol¨ªtica contiene la respiraci¨®n ante un posible triunfo de los ultras por primera vez en un Estado federado, lo que pondr¨ªa a prueba el hasta ahora implacable cord¨®n sanitario contra ellos y complicar¨ªa en extremo la formaci¨®n de un Gobierno alternativo. Un apoyo masivo a AfD, como apuntan las encuestas, pondr¨ªa adem¨¢s de relieve que la frontera invisible que separa al este del oeste del pa¨ªs, h¨¢bilmente explotada por los ultras, sigue vigente tres d¨¦cadas despu¨¦s de la reunificaci¨®n.
Carteles de AfD, pero tambi¨¦n otros que dan las gracias al l¨ªder ultraderechista italiano Matteo Salvini decoran la sala en la que a las siete de la tarde del jueves se han dado cita cerca de un centenar de simpatizantes del partido. La mayor¨ªa son hombres y muchos mayores, que encuentran consuelo a su descontento en las arengas simplistas de los ponentes. ¡°Aqu¨ª todos somos antiguos ciudadanos de la RDA. Estamos acostumbrados a estar en contra de lo establecido¡±, explica Anka Thust, una asistente de 78 a?os.
AfD ha logrado erigirse como el partido-portavoz del descontento en el Este, capaz de sintonizar con el malestar de los que se sienten agraviados y poco recompensados pese a los esfuerzos que les impuso la reunificaci¨®n y la adaptaci¨®n a la nueva realidad occidental. AfD capitaliza una brecha que en parte es real: los trabajadores cobran de media 650 euros brutos menos en el Este, donde el PIB per c¨¢pita suma apenas el 73% de la media de todo el pa¨ªs, mientras que sus ciudadanos est¨¢n claramente infrarrepresentados en las instituciones del Estado.
A esa convergencia que no acaba de llegar se le a?aden miedos, anhelos y frustraciones que a menudo circulan por avenidas mentales, ajenas a las cifras y exacerbadas por los ultras. El desprecio a la correcci¨®n pol¨ªtica, a las ¨¦lites berlinesas y el rechazo al extranjero terminan de cementar el apoyo al partido-protesta.
Resume bien esa amargura un parroquiano de un bar de Naunhof (cerca de 8.000 habitantes en el Estado de Sajonia), que piensa que ¡°a los antiguos ciudadanos de la RDA¡± les ¡°han tomado el pelo¡±. ¡°En 1989 ¨ªbamos a manifestarnos los lunes por la libertad y ahora, nos encontramos con una televisi¨®n p¨²blica que es pura doctrina porque est¨¢n en contra de AfD¡±, sostiene Jorg Schmidt, electricista de 45 a?os y simpatizante de la ultraderecha, que hasta 2015 vot¨® a los socialdem¨®cratas, pero que ya no les apoya porque ¡°se echaron a los brazos de Merkel y se olvidaron de los trabajadores¡±.
Piensa, como tantos otros, que las pasadas elecciones europeas fueron otra decepci¨®n m¨¢s, que acab¨® con la exministra de Defensa conservadora Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisi¨®n Europea cuando ni siquiera era candidata. ¡°?Para eso votamos?¡±, se pregunta a modo de constataci¨®n de que la democracia actual es tan deficiente que requiere de un revulsivo del calibre de AfD. Pero Schmidt se queja sobre todo de que en Berl¨ªn no les escuchan: ¡°Los pol¨ªticos del Oeste vienen poco a hablar con nosotros. No conocen nuestra realidad¡±. Mientras habla apoyado en la barra del bar, un hombre se acerca para darle su tarjeta. Es un miembro de AfD, que ha escuchado lo que dec¨ªa y le transmite que el partido est¨¢ ah¨ª, para lo que necesite.
Una alternativa imposible
Sajonia es el basti¨®n de AfD. El Estado sigue siendo muy dependiente del carb¨®n y la generaci¨®n energ¨¦tica, de ah¨ª su rechazo a la apuesta del Gobierno central por las energ¨ªas limpias. Los seis municipios de toda Alemania en los que los ultras obtuvieron un mejor resultado (entre el 35% y el 29%) en las pasadas elecciones generales se encuentran en este Estado. Aqu¨ª, AfD podr¨ªa incluso arrebatarle el liderazgo a la CDU de la canciller Angela Merkel, lo que forzar¨ªa probablemente a tres o hasta cuatro partidos a aliarse para formar un Gobierno alternativo a la extrema derecha. La CDU lleva gobernando Sajonia desde la reunificaci¨®n.
Brandeburgo, otro Estado del este de Alemania, celebra elecciones ese mismo d¨ªa. El SPD ha ocupado la jefatura del Gobierno regional durante 29 a?os y ahora, seg¨²n las encuestas, podr¨ªa obtener el peor resultado de su historia. Semejante derrota se sumar¨ªa a la sangr¨ªa electoral que encadena un partido en horas muy bajas y que se encuentra descabezado en el ¨¢mbito federal y en ca¨ªda libre en las encuestas. El 1 de septiembre, el d¨ªa de los comicios en Sajonia y Brandeburgo, expira el plazo para que los posibles candidatos a presidir el SPD se presenten.
Poco despu¨¦s, en octubre, le toca pasar por las urnas a Turingia, otro Estado federado del Este y basti¨®n de Bj?rn H?cke, el l¨ªder indiscutible del ala dura de AfD. Juntos, los tres Estados suman apenas ocho millones y medio de habitantes, en un pa¨ªs de 82 millones. Su importancia num¨¦rica es muy relativa, pero las se?ales pol¨ªticas que emerjan de esta traca electoral resonar¨¢n con especial fuerza en un pa¨ªs que vive una prolongada transici¨®n pol¨ªtica con el anunciado final de la era Merkel.
Riesgo de divisi¨®n en el seno de AfD
No solo los partidos tradicionales se la juegan en el Este. Frente a las luces de ne¨®n de las encuestas, cunden los temores de que un posible ¨¦xito de AfD sea a la vez el fracaso de un partido con serias grietas internas, como reconocen fuentes de la formaci¨®n ultra. Porque un triunfo en el Este ser¨ªa m¨¦rito incuestionable del ala m¨¢s dura del partido, que amenaza con hacerse fuerte en todo el pa¨ªs. Si los duros triunfan, los considerados moderados temen incluso que el partido acabe por partirse. Por eso, esta ristra de comicios regionales de oto?o determinar¨¢n tambi¨¦n en buena medida la identidad de AfD, el primer partido de la oposici¨®n en Alemania, que en las pasadas generales logr¨® hacerse con el 12,6% de los votos.
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