El cebiche como refugio
La nicarag¨¹ense Mar¨ªa Elena ha compartido su receta en la feria Andaluc¨ªa Sabor, un plato que ejemplifica el dolor del exilio forzoso y la esperanza de una nueva vida
La familia de Mar¨ªa Elena, nombre ficticio, se reun¨ªa todos los fines de semana para comer cebiche y beber cervezas. Una costumbre que se trunc¨® en septiembre de 2018 cuando ella tuvo que abandonar abruptamente Nicaragua, junto a su marido y sus hijos de siete y tres a?os, huyendo de la represi¨®n del Gobierno de Daniel Ortega a ra¨ªz de las manifestaciones que se sald¨® con m¨¢s de 200 muertos, 1.600 desaparecidos y m¨¢s de 50.000 exiliados. En estos 12 meses que lleva refugiada en Espa?a a¨²n no ha tenido tiempo de preparar ese plato porque no ha tenido un hornillo donde cocinar. La a?oranza de la comida nicarag¨¹ense y de los seres queridos que se reun¨ªan en torno a ella ha acompa?ado a Mar¨ªa Elena, agriando a¨²n m¨¢s la extra?eza y la soledad que han rodeado su destierro, y a la vez ha sido el hilo con el que ha ido tejiendo la esperanza de poder forjar una nueva vida en Espa?a. Ese plato es el que cocin¨® el pasado lunes junto al chef Julio Fern¨¢ndez en la segunda edici¨®n del evento Acoge un Plato, que CEAR organiz¨® en el marco de la feria gastron¨®mica Andaluc¨ªa Sabor, celebrada en Sevilla.
¡°El cebiche para m¨ª significa mi familia. Adaptarse a la comida espa?ola, pese a ser muy parecida a la de Nicaragua, ha sido una de las cosas m¨¢s duras para mi hijo. Menos mal que en unos d¨ªas nos mudamos a un piso y podr¨¦ por fin cocinar¡±, explica Mar¨ªa Elena en un despacho del centro de refugiados que CEAR tiene en el barrio de Torreblanca de la capital andaluza y en el que lleva residiendo con sus hijos y su marido dos meses. ?l fue el primero en aterrizar en Espa?a. Un conocido, tambi¨¦n nicarag¨¹ense, les ofreci¨® una habitaci¨®n en Sevilla. ¡°Cuando yo llegu¨¦, se hab¨ªa arrepentido¡±, recuerda Mar¨ªa Elena. Una familiar lejana les encontr¨® un local ¡ª¡°un bajo con cuatro paredes y un ba?o, sin nada m¨¢s¡±¡ª en ?cija. All¨ª malvivieron durante mes y medio, hasta que gracias a los contactos de CEAR, les facilitaron un hostal en la localidad sevillana de Dos Hemanas. ¡°All¨ª pasamos los nueve meses m¨¢s largos de mi vida¡±, recuerda.
Mar¨ªa Elena compatibilizaba su trabajo como profesora de ingl¨¦s en la Universidad Americana de Managua con un empleo en el aeropuerto de la capital en Delta Airlines. Durante las protestas de 2018, el aeropuerto se convirti¨® en un puesto de operaciones del espionaje del Gobierno de Ortega. Por all¨ª entraban y sal¨ªan los principales l¨ªderes opositores y all¨ª fueron detenidos algunos de esos dirigentes, como Medardo Mairena o F¨¦lix Madariaga. ¡°Un trabajador oficialista me advirti¨® de que me estaban vigilando y esa fue la alerta que nos hizo abandonar el pa¨ªs¡±. Antes, hab¨ªa sido apedreada dentro de su coche cuando se dirig¨ªa a dar clases a la facultad y los agentes hab¨ªan entrado en el autob¨²s escolar de su hijo para revisarlo. ¡°Nos hab¨ªamos tenido que mudar de casa y cambiamos al ni?o de colegio por seguridad. El Gobierno hab¨ªa desarrollado tal l¨ªmite de maldad que sent¨ª que no pod¨ªa sobrellevar mi vida¡±, explica.
La llegada a Espa?a tampoco fue f¨¢cil. Acostumbrada a gozar de una posici¨®n econ¨®mica desahogada y a tener un empleo estable, la inactividad forzosa y forzada por no tener permiso de trabajo y su abismal cambio de vida le hicieron replantearse su decisi¨®n de abandonar su pa¨ªs. ¡°Me arrepent¨ª muchas veces. Este tiempo solo hemos tenido contacto con migrantes con los que hemos compartido tristezas y a?oranzas. Los comentarios racistas que o¨ªa en el bar del hostal, quej¨¢ndose porque ven¨ªamos a robarles sus puestos de trabajo, eso es lo que m¨¢s me golpe¨®¡±, reconoce.
Mar¨ªa Elena y su marido consiguieron trabajo hace un par de meses y van a mudarse a un piso en unos d¨ªas. ¡°Ahora siento que voy a empezar a echar ra¨ªces¡±, explica, aunque su sonrisa no termina de arrancar en una cara de facciones circunspectas. Teme a los infiltrados del Gobierno nicarag¨¹ense. Su solicitud de refugiada a¨²n est¨¢ en tr¨¢mite y existen posibilidades de que el Ministerio del Interior espa?ol no la admita y tenga que regresar a Nicaragua. ¡°Antes me pon¨ªa muchas metas, pero ahora no me genero expectativas, porque nada depende de m¨ª, tengo lo que tengo hoy¡±, resume su cambio de percepci¨®n vital.
Este pragmatismo no empa?a sus esperanzas. ¡°Mi pa¨ªs est¨¢ secuestrado y creo que desde fuera puedo ayudar. En Am¨¦rica Latina tenemos un problema, vamos de dictador en dictador, caemos en un populismo detr¨¢s de otro porque el pueblo no tiene conocimientos en democracia o derechos humanos. Yo he aprendido m¨¢s aqu¨ª de ellos que en toda mi vida en Nicaragua¡±, explica. Espera volver, aunque no ahora. ¡°Lo m¨ªnimo que voy a hacer es regresar a la universidad y formar a profesionales en valores humanos¡±, afirma.
Esa vehemencia es la que utiliza para expresar la gratitud que siente por poder participar en Acoge un Plato y evocar el torrente de emociones que implica el cebiche. ¡°La vida son experiencias que vas ganando y te enriquecen, qui¨¦n me iba a decir que iba a conocer a un chef con estrella Michel¨ªn¡±, sostiene. Ese chef, Julio Fern¨¢ndez, tiene un sentimiento similar: ¡°No solo estamos acogiendo personas, estamos acogiendo cultura, absorbiendo de ellos, y en unos a?os, como hace m¨¢s de nueve siglos en Andaluc¨ªa, donde convivieron la cultura cristiana, la ¨¢rabe y la jud¨ªa, lo suyo, sus sabores, sus or¨ªgenes, ser¨¢n los nuestros¡±.
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