Dulce, la santa pol¨ªtica de Brasil
El papa Francisco ha canonizado este domingo a la monja de Bah¨ªa, que se ha convertido en la primera santa nacida en suelo brasile?o
¡°Si la Hermana Dulce estuviera viva, estar¨ªa en la Operaci¨®n Lava Jato¡±. La broma del actor y comediante brasile?o Frank Menezes puede sonarle extra?a a quien desconozca que las buenas relaciones y su mano izquierda con grandes pol¨ªticos y empresarios fue uno de los pilares del trabajo social realizado por el ¨¢ngel bueno de Bah¨ªa, que ha sido canonizada este domingo por el papa Francisco. Maria Rita de Sousa Brito Lopes Pontes (1914-1992), m¨¢s conocida como Dulce de los Pobres, nacida en Salvador, es la primera santa nacida en suelo brasile?o. Abraz¨® la vida religiosa a los 18 a?os y la caridad mucho antes, a los 12, cuando una t¨ªa la llev¨® a conocer la favela de Alagados, en Salvador. Fue entonces cuando decidi¨® alimentar a los pobres y ayudar a los enfermos en la puerta de su casa. D¨¦cadas despu¨¦s, las donaciones de poderosos como Norberto Odebrecht (fundador de la constructora derribada por la megainvestigaci¨®n contra la corrupci¨®n) ser¨ªan el embri¨®n de las Obras Sociales Hermana Dulce, un conjunto de fundaciones, entre las que se incluyen un complejo hospitalario y un orfanato, que benefician a m¨¢s de tres millones de personas anualmente.
La Hermana Dulce, que proven¨ªa de una familia de clase media (era nieta de un diputado e hija de un dentista), tuvo un excelente ¡°profesor¡± de relaciones p¨²blicas: el influyente y bien relacionado fray alem¨¢n Hildebrando Kruthaup (1902-1986), con quien fund¨® en 1937 el C¨ªrculo Obrero de Bah¨ªa, una red que garantizaba asistencia social a los trabajadores de las f¨¢bricas de Salvador y a sus familias. Kruthaup sol¨ªa recibir donaciones de las se?oras ricas de Bah¨ªa. Con ¨¦l, la Hermana Dulce aprendi¨® que, adem¨¢s de pasar el sombrero entre los peque?os comerciantes del barrio Cidade Baixa, tendr¨ªa que recorrer a entidades con mayor poder econ¨®mico y pol¨ªtico.
Ya es famoso el episodio, relatado por el periodista Jorge Gauthier en su libro-reportaje Irm? Dulce: Os Milagres pela F¨¦ (Hermana Dulce: los milagros por la fe), en el que un comerciante le escupi¨® en la palma de la mano que la monja le extend¨ªa para rechazar su petici¨®n de que hiciera una donaci¨®n. Como respuesta, la Hermana Dulce le extendi¨® la mano limpia, dici¨¦ndole que la otra palma segu¨ªa libre para recibir ayuda para los pobres.
Tras 10 a?os atendiendo a enfermos en la calle y ocupando propiedades p¨²blicas y privadas para realizar su trabajo ¡ªhab¨ªa jugado al gato y al rat¨®n con el Ayuntamiento de Salvador, que la expulsaba de los terrenos¡ª, decidi¨® matar las gallinas del gallinero de su convento, tapar las paredes con contrachapado e instalar somieres y colchones para abrigar a 70 enfermos. Para transformar la estructura improvisada en un hospital, fue a llamar a la puerta de los poderosos. Seg¨²n explica el periodista Graciliano Rocha, autor de la m¨¢s reciente biograf¨ªa de la primera santa brasile?a, Irm? Dulce, a santa dos pobres (Hermana Dulce, la santa de los pobres), en la fundaci¨®n del Hospital Santo Ant?nio, en 1960, estaba Norberto Odebrecht.
Tambi¨¦n fue ¨¦l quien la ayud¨® a conseguir un pr¨¦stamo en el Banco de Brasil para construir un edificio para el C¨ªrculo Obrero de Bah¨ªa. Ambos convencieron al jefe del banco de que aceptara un pagar¨¦ como garant¨ªa. Seg¨²n narra Rocha en su libro, el papel no ten¨ªa valor. Pese a ello, la monja se llev¨® una cantidad que hoy equivaldr¨ªa a 1,2 millones de d¨®lares.
¡°En mi investigaci¨®n, no encontr¨¦ a ninguna autoridad que le hubiera dicho ¡®no¡¯ a la Hermana Dulce¡±, explica a EL PA?S el bi¨®grafo de la santa, que, a lo largo de ocho a?os, realiz¨® m¨¢s de cien entrevistas con personas que convivieron con ella e investigaciones en Brasil, Estados Unidos e Italia. ¡°Tampoco encontr¨¦ ninguna ocasi¨®n en que hubiera pedido un favor personal para ella o su familia, un empleo para un pariente, nada de eso¡±, dice Rocha.
La Hermana Dulce mantuvo incluso una relaci¨®n cordial, aunque dudosa, con Ant?nio Carlos Magalh?es, que fue alcalde de Salvador, tres veces gobernador de Bah¨ªa y uno de los s¨ªmbolos de las oligarqu¨ªas en el poder en Brasil. Hab¨ªan sido vecinos en la infancia y se trataban por su nombre de pila. El pol¨ªtico atend¨ªa a las peticiones de la monja, pero ella se negaba a ofrecerle su apoyo partidario. ¡°Mi partido es la pobreza¡±, sol¨ªa decir. Sin embargo, mientras la poblaci¨®n criticaba los gobiernos de Magalh?es por su truculencia policial o por la falta de asistencia social, ella jam¨¢s lo critic¨® p¨²blicamente. La relaci¨®n m¨¢s pr¨®xima la tuvo con el expresidente Jos¨¦ Sarney (1985-1990), en cuyo gabinete pod¨ªa entrar libremente. Sarney impuls¨® la candidatura de la Hermana Dulce al premio Nobel de la Paz en 1988. Y ella le concedi¨® el ¨²nico homenaje que hizo a un pol¨ªtico, al bautizar un ala del hospital con su nombre, en una ¨¦poca en la que los ¨ªndices de impopularidad de Sarney eran muy elevados.
Legado
Para Rocha, la importancia hist¨®rica, social y pol¨ªtica de la Hermana Dulce est¨¢ directamente relacionada con el contexto de la ¨¦poca. ¡°Salvador vivi¨® una explosi¨®n demogr¨¢fica a lo largo de su vida. Cuando naci¨®, la ciudad ten¨ªa 280.000 habitantes. Un a?o despu¨¦s de su muerte, en 1992, ten¨ªa 2,1 millones. Como Bah¨ªa se industrializ¨® tard¨ªamente, la multiplicaci¨®n demogr¨¢fica se junt¨® a la par¨¢lisis econ¨®mica, lo cual se reflej¨® en el aumento del n¨²mero de miserables en las calles de la capital del estado¡±, explica.
En el imaginario cat¨®lico, la Hermana Dulce aparece al lado de otra santa de los pobres, la Madre Teresa de Calcuta. Las dos religiosas eran de la misma generaci¨®n y tuvieron un apostolado fuerte que se dedicaba a atender a los m¨¢s pobres: mientras la Madre Teresa conquist¨® la fama de santa recorriendo las favelas de Calcuta, la Hermana Dulce hac¨ªa lo mismo en Salvador. ¡°La diferencia es lo que cada una hac¨ªa con los pobres¡±, dice Rocha. ¡°Algunas organizaciones m¨¦dicas respetadas critican a la Madre Teresa, porque su congregaci¨®n optaba por no administrar analg¨¦sicos fuertes para controlar el dolor a los pacientes terminales. Estaba m¨¢s preocupada con la salvaci¨®n espiritual. En cambio, para la Hermana Dulce lo que prevalec¨ªa era el tratamiento m¨¦dico. Se centraba en la salud del paciente, no en su esp¨ªritu¡±.
¡°Fue una mujer que, de una manera laica, por decirlo de alguna forma, se anticip¨® muchas d¨¦cadas a la llegada de las mujeres en posiciones de liderazgo. Lo que se esperaba de las mujeres en su ¨¦poca era que fueran subalternas, tanto en casa como, principalmente, en la Iglesia¡±, resume el bi¨®grafo.
El Vaticano reconoce dos milagros de la Hermana Dulce: en 2001, su intercesi¨®n estanc¨® una hemorragia posparto. En 2014, un maestro de Bah¨ªa volvi¨® a ver despu¨¦s de estar ciego durante 14 a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.