Cuando las teor¨ªas de la conspiraci¨®n acaban en violencia
El caso del hombre que atent¨® en la mezquita de Bayona, convencido de que la catedral de Notre Dame fue incendiada por musulmanes, tiene precedentes
Que las palabras pueden envenenar las mentes y, seg¨²n qu¨¦ relatos, acabar matando es una evidencia hist¨®rica. El caso m¨¢s reciente ha ocurrido en Francia. Un hombre convencido de que el incendio de Notre Dame fue obra de musulmanes intent¨® el lunes prender fuego a la mezquita de Bayona, en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, y dispar¨® a dos fieles.
El agresor ¡ªClaude Sink¨¦, un exmilitar de 84 a?os con problemas ps¨ªquicos y excandidato a unas elecciones locales por el partido de extrema derecha Frente Nacional¡ª aludi¨® para justificar el atentado a una teor¨ªa de la conspiraci¨®n que circul¨® en las horas y d¨ªas posteriores del incendio accidental en la catedral de Par¨ªs. Los heridos est¨¢n fuera de peligro.
El ataque de Bayona plantea un caso de manual sobre c¨®mo una teor¨ªa de la conspiraci¨®n, sin fundamento real pero alimentada en las redes sociales y en los medios de comunicaci¨®n por pol¨ªticos destacados, puede acabar desencadenando una tragedia. Los investigadores descartaron pronto la tesis de que el incendio de Notre Dame, el 15 de abril, fuera provocado, pero desde el primer minuto la idea de que podr¨ªa tratarse de un atentado islamista se asent¨® en c¨ªrculos de la extrema derecha.
¡°Algunas fuentes hablan de dos or¨ªgenes del fuego en Notre Dame (¡). Si esta informaci¨®n se confirma, la tesis del accidente, adelantada desde el principio casi como una certidumbre por numerosos medios aunque nadie sabe nada, quedar¨ªa coja¡±, escribi¨® en las redes sociales, en la noche del incendio, Jean Messiha, dirigente del Reagrupamiento Nacional, heredero del Frente Nacional. Tres d¨ªas despu¨¦s, el dirigente de la derecha soberanista Nicolas Dupont-Aignan ped¨ªa una investigaci¨®n independiente. ¡°El poder esconde algo¡±, asegur¨®.
Ninguno de estos pol¨ªticos mencionaba en sus declaraciones la hip¨®tesis islamista, y el acto de Sink¨¦ no puede explicarse solo por la teor¨ªa de la conspiraci¨®n sobre Notre Dame. Pero no ser¨ªa la primera vez que una persona decide tomarse la justicia por su mano sobre la base de una falsedad.
Un caso reciente es el del llamado Pizza-gate en el oto?o de 2016: el rumor descabellado seg¨²n el cual una pizzer¨ªa de Washington frecuentada por familias del barrio era en realidad la tapadera de una red de tr¨¢fico de menores en la que estaba involucrada Hillary Clinton, rival de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos aquel a?o. Un hombre que cre¨ªa a pie juntillas en el rumor se present¨® en la pizzer¨ªa armado con un rifle de asalto y lleg¨® a disparar varias veces, sin que hubiera que lamentar v¨ªctimas.
El episodio fue un aviso sobre lo que ocurre cuando alguien decide llevar al terreno pr¨¢ctico las teor¨ªas de la conspiraci¨®n. No es nuevo. "Hist¨®ricamente, las teor¨ªas de la conspiraci¨®n se han vinculado al comportamiento violento como m¨ªnimo desde la Edad Media", escriben los psic¨®logos Pia Lamberty y David Leiser en un estudio sobre los v¨ªnculos entre estas teor¨ªas y la violencia.
No toda teor¨ªa de la conspiraci¨®n tiene por qu¨¦ conducir a la violencia; la mayor¨ªa, de hecho, son inocuas. ¡°El conspiracionismo est¨¢ muy expandido entre la poblaci¨®n. M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n cree en una u otra teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Ser¨ªa extra?o que todas estas personas fuesen violentas¡±, dice Sebastian Dieguez, investigador en neurociencias cognitivas en la Universidad de Friburgo (Suiza) y autor del libro Total bullshit! Au coeur de la post-v¨¦rit¨¦. Pero a?ade que, ¡°en algunos casos¡±, se observa ¡°una cierta disposici¨®n a la justificaci¨®n de la violencia¡± porque ¡°ya no se cree en los m¨¦todos o virtudes democr¨¢ticas: se cree que el juego est¨¢ trucado, que nos esconden cosas, que nos dominan¡±. ¡°Y entonces¡±, concluye, ¡°la violencia se justifica¡±.
Casos como el del Pizza-gate o el de Bayona ¡ªpersonas aisladas, quiz¨¢ fr¨¢giles e influenciables¡ª "suscitan una cuesti¨®n interesante¡±, dice Dieguez. ¡°Muchas personas sospechaban que el incendio de Notre Dame no era un accidente, pero era solo una postura subversiva, que serv¨ªa para presentarse como alguien que no se deja utilizar por las autoridades. Pero ya est¨¢. Estos no hacen nada. La prueba de que es una postura m¨¢s que una creencia es que tan pocas personas intenten actuar e ir m¨¢s all¨¢¡±.
La lista de conspiracionistas violentos puede incluir al hombre que en 2011 mat¨® a tiros a seis personas e hiri¨® a una congresista en Tucson (Arizona), y que cre¨ªa que los atentados del 11 de septiembre de 2001 eran un compl¨® gubernamental. O a los terroristas que, en marzo y agosto de 2019 respectivamente, perpetraron las matanzas de Christchurch (Nueva Zelanda) o de El Paso (Texas). Ambos se inspiraban en la teor¨ªa racista de la gran sustituci¨®n, seg¨²n la cual la poblaci¨®n aut¨®ctona blanca est¨¢ siendo sustituida por poblaci¨®n extranjera o de otra religi¨®n.
¡°Un fen¨®meno m¨¢s importante son los m¨²ltiples grupos terroristas con teor¨ªas de la conspiraci¨®n incluidas en sus creencias fundacionales¡±, dice en un correo electr¨®nico el periodista Jonathan Kay, que investig¨® el conspiracionismo estadounidense en el libro Among the Truthers. Y menciona el ejemplo de la carta fundacional de Ham¨¢s, que cita como fuente de autoridad los Protocolos de los sabios de Si¨®n, falso texto conspiracionista en el que se ha apoyado buena parte del antisemitismo del siglo XX.
¡°Si miramos los grupos radicalizados, all¨ª el conspiracionismo abunda¡±, explica Dieguez. ¡°Es como un motor que permite unir al grupo, justificar su existencia y sus acciones, su m¨¦todo violento. La teor¨ªa de la conspiraci¨®n proporciona a la vez una justificaci¨®n y una motivaci¨®n para actuar de manera no democr¨¢tica¡±.
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