Bolivia como s¨ªntoma
La renuncia de Evo Morales es el reflejo del agotamiento de un modelo y al mismo tiempo la preocupante demostraci¨®n de que el poder en Am¨¦rica Latina depende a¨²n hoy de las Fuerzas Armadas
Bolivia se ha convertido este domingo en un s¨ªmbolo. La renuncia de Evo Morales es el s¨ªntoma del agotamiento de un modelo que hab¨ªa generado una fuerte contestaci¨®n social y al mismo tiempo la preocupante demostraci¨®n de que el poder en Am¨¦rica Latina depende a¨²n hoy de las Fuerzas Armadas. La grave convulsi¨®n por la que atraviesa el pa¨ªs desde las elecciones del pasado 20 de octubre describe sus propias din¨¢micas, es un reflejo de su historia reciente, pero al mismo tiempo las trasciende. Lo que ha sucedido afecta a los valores de la democracia, de un lado y de otro, ya que en este proceso estaban en juego un estilo de gobierno pero tambi¨¦n el ejercicio de una oposici¨®n responsable.
El presidente acept¨® convocar nuevas elecciones, a las que no puso fecha, con las que buscaba rebajar la escalada de tensi¨®n y violencia generada por el resultado de los comicios, que le atribuyeron una victoria en primera vuelta en medio de acusaciones de fraude. Lo hizo porque no le quedaba otra alternativa, poco despu¨¦s de que la Organizaci¨®n de los Estados Americanos (OEA) emitiera su veredicto sobre el proceso electoral, que detecta "irregularidades, que var¨ªan desde muy graves hasta indicativas". Las alarmas saltaron al poco de cerrar las urnas, cuando el Tribunal Supremo Electoral suspendi¨® el escrutinio electr¨®nico durante 24 horas. Hoy est¨¢ demostrado, seg¨²n la verificaci¨®n de ese organismo, que el mandatario no solo trat¨® de evitar un desempate con Carlos Mesa, el principal candidato opositor, sino que el aparato del partido oficialista, el Movimiento Al Socialismo (MAS), rompi¨® las reglas del juego m¨¢s b¨¢sicas.
A la crisis de legitimidad de Morales se sum¨® as¨ª un desplome de credibilidad, pero tambi¨¦n una anomal¨ªa en un pa¨ªs democr¨¢tico: la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito. El presidente llevaba casi 14 a?os en el poder y, pese a perder en 2016 un refer¨¦ndum sobre reelecci¨®n indefinida, volvi¨® a presentarse tras unas discutidas decisiones del Constitucional y de la autoridad electoral. En las ¨²ltimas semanas tanto el dirigente ind¨ªgena como los sectores radicales de la oposici¨®n aceleraron el conflicto. El presidente se atrincher¨® y denunci¨® en repetidas ocasiones un intento de golpe de Estado, que achac¨® a fuerzas internas y externas. Mientras tanto, los l¨ªderes de las protestas sembraron el caos en las calles, rechazaron cualquier hip¨®tesis de di¨¢logo y no se conformaron con la convocatoria de nuevas elecciones, recoamando la dimisi¨®n incondicional del Gobierno. Esa v¨ªa no hubiera tenido posibilidad de concretarse de no ser por los militares. El comandante en jefe de las fuerzas armadas fue el ¨²ltimo en sumarse y cambi¨® la ecuaci¨®n.
Se trata de un escenario que remite al fantasma de Venezuela. No obstante, ni Morales es Nicol¨¢s Maduro ni las zozobras de Bolivia, especialmente su econom¨ªa, son comparables con la emergencia del pa¨ªs caribe?o. Hay analog¨ªas, sobre todo en el plano ideol¨®gico, pero tambi¨¦n hay diferencias en su puesta en pr¨¢ctica. Y el mero hecho de que en estas elecciones hubiera una misi¨®n de observaci¨®n de la OEA y que su auditor¨ªa haya desembocado en una nueva convocatoria electoral marca una distancia importante entre ambos Gobiernos, aunque tuvieran un proyecto parecido. Lo que se ha visto es un s¨ªntoma de su debilitamiento, del malestar social que ha alentado, en ocasiones con violencia, y el impulso de una pol¨ªtica del todo o nada dentro la oposici¨®n, que contribuye igualmente a la inestabilidad del sistema.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.