La gran escapada de la Polit¨¦cnica de Hong Kong
Dos manifestantes hongkoneses cuentan c¨®mo lograron escapar del asedio policial a la Universidad
A.?se despierta con pesadillas cada noche y a K.?le tiemblan las manos y la voz cuando recuerda su experiencia. Ambos estaban en el campus la Universidad Polit¨¦cnica de Hong Kong cuando el domingo pasado la polic¨ªa cerc¨® el recinto tomado por m¨¢s de un millar de manifestantes y la situaci¨®n degener¨® en una batalla campal, el peor incidente ¡ªy el m¨¢s prolongado¡ª?en los cinco meses de protestas antigobierno. M¨¢s de mil se entregaron o fueron detenidos. Una semana despu¨¦s, docenas contin¨²an atrincherados, decididos a evadir la captura como puedan. A. y K. est¨¢n entre la minor¨ªa que consigui¨® escapar.
El asedio a cara de perro puede acabar teniendo una influencia decisiva en el resultado de las elecciones municipales que Hong Kong celebra este domingo, y que se han convertido en un refer¨¦ndum de hecho sobre el apoyo a las movilizaciones. Mientras 4,13 millones de electores se preparan para depositar su voto en unos comicios que han suscitado un entusiasmo palpable, centenares de polic¨ªas contin¨²an rodeando el campus de edificios de cristal y ladrillos rojos.
Daba igual por donde fueras, en todas partes hab¨ªa polic¨ªa
K., una joven en la veintena, pas¨® en el campus tres d¨ªas; A., un estudiante de edad similar, cerca de 48 horas. Ambos forman parte de los bravos, como les apodan sus compa?eros: el grupo de manifestantes que se coloca en las primeras l¨ªneas de los enfrentamientos. En los primeros momentos la atm¨®sfera era de entusiasmo. El control de la Polit¨¦cnica y de otras universidades con anterioridad ¡ªuna respuesta a la muerte de un estudiante ca¨ªdo de un edificio durante las movilizaciones¡ª?marcaba un cambio en las t¨¢cticas de los manifestantes. Hasta entonces, hab¨ªan estado centradas en las protestas callejeras y en desaparecer ¡ª¡°ser agua¡±, dec¨ªan¡ª?en el momento en el que llegaba la Polic¨ªa. Ese cambio m¨¢s agresivo se demostrar¨ªa desastroso. Algunos manifestantes y sus simpatizantes reconocen en privado que fue un grave error.
A los gases lacrim¨®genos y balas de pl¨¢stico de los agentes, los manifestantes respond¨ªan con c¨®cteles molotov, piedras y hasta flechas. Un agente qued¨® herido en la pierna por una de estas ¨²ltimas. La Polic¨ªa aseguraba entonces que la ciudad se encontraba ¡°al borde del colapso¡±. Pero la euforia inicial en el bando de los manifestantes pronto dio lugar al p¨¢nico. Cerca de 3.000 antidisturbios hab¨ªan sellado el ¨¢rea. Estaban atrapados. ¡°A partir de ese momento la situaci¨®n se volvi¨® muy ca¨®tica¡±, explica A. ¡°Dejamos de pensar en la ofensiva para ponernos a la defensiva, a buscar v¨ªas de escape. Est¨¢bamos rodeados¡±.
La b¨²squeda de una salida se volvi¨® fren¨¦tica. Varios grupos recorrieron una y otra vez el per¨ªmetro para tratar de encontrar o abrir un hueco para la fuga. In¨²til. Quienes intentaron salir en masa fueron capturados. Trepar los muros tampoco resultaba una opci¨®n. Un intento de sus simpatizantes de desviar la atenci¨®n de la Polic¨ªa mediante disturbios en otros puntos de las cercan¨ªas tampoco dio fruto. Las ideas se hac¨ªan cada vez m¨¢s descabelladas. Un centenar logr¨® huir descolg¨¢ndose con cuerdas desde un puente; abajo les esperaban motocicletas para llev¨¢rselos a la carrera. Hasta que la Polic¨ªa se dio cuenta: 37 quedaron detenidos.
¡°Daba igual por d¨®nde fueras, en todas partes hab¨ªa Polic¨ªa¡±, recuerda K. Desesperados, K. y otros compa?eros pensaron en las cloacas. La joven fue una de las voluntarias para investigar la hipot¨¦tica ruta. Result¨® una experiencia muy distinta de la que muestran las pel¨ªculas de esp¨ªas. ¡°Sab¨ªa que el aire podr¨ªa ser ponzo?oso y oler¨ªa muy mal, y no sab¨ªa lo alto que podr¨ªa estar el nivel del agua. Pero ten¨ªa miedo de ser capturada, as¨ª que sent¨ª que no ten¨ªa otra alternativa¡±.
¡°Las alcantarillas estaban llenas de agua muy sucia. Hab¨ªa cucarachas. El olor era f¨¦tido, y hab¨ªa muy poco espacio. Solo pod¨ªa pasar una persona a la vez, y una persona de tama?o mayor tendr¨ªa problemas para caber¡±, cuenta. Una vez dentro, result¨® muy dif¨ªcil saber por d¨®nde ir. Ella calcula que quiz¨¢ recorri¨® 20 metros, durante 10 o 20 minutos, antes de rendirse. No fue la ¨²nica. ¡°Otros resultaron heridos o se perdieron, y necesitaron ayuda para sacarlos. Algunos salieron con hipotermia¡±.
Las cloacas estaban llenas de cucarachas y
el olor era f¨¦tido
Con todo, no fue su peor experiencia. ¡°Lo peor fue ver a gente muy joven herida en los ojos, en la cabeza, que entraba en coma; ver charcos de sangre. Me preguntaba si yo ser¨ªa la siguiente, y cuando preguntaba a los heridos por qu¨¦ no se los llevaba una ambulancia, me contestaban que no pod¨ªan correr el riesgo de ser capturados¡±. El cargo por provocar disturbios en Hong Kong puede acarrear hasta diez a?os de c¨¢rcel.
La situaci¨®n dentro del recinto se deterioraba. ¡°No hab¨ªa suficiente comida. Cuando logr¨¦ salir, nadie limpiaba la cocina, los restos se estaban empezando a pudrir y oler mal¡±, asegura la joven. Cuando lograron salir, por una v¨ªa que no quieren revelar, ambos sintieron ¡°un profundo alivio. Fue como salir de una prisi¨®n¡±. Pero les preocupan enormemente los j¨®venes que a¨²n permanecen dentro ¡°y si recibir¨¢n el tratamiento m¨¦dico necesario¡±, apunta A.
La experiencia, sostienen, les ha resultado ¡°traum¨¢tica¡±. Desde entonces tienen problemas para dormir y viven con el temor de que la Polic¨ªa les acabe identificando. Aseguran que permanecer¨¢n vinculados al movimiento y participar¨¢n en concentraciones, pero reconocen que probablemente ya no participen en las acciones de primera l¨ªnea. ¡°Mis padres me dicen que puedo seguir participando en las protestas, pero ya no de manera destacada¡±, dice A.
Los dos seguir¨¢n con atenci¨®n las elecciones de este domingo, las ¨²nicas que se celebran bajo un sufragio universal puro en Hong Kong. Los partidos prochinos cuentan con repetir los triunfos de convocatorias pasadas. La oposici¨®n dem¨®crata espera obtener un importante triunfo, que le dar¨¢ una mayor voz en otros ¨®rganos de poder en el futuro. Aunque algunos manifestantes reconocen que la violencia en la Polit¨¦cnica puede haber restado apoyo a su causa entre las generaciones m¨¢s maduras. K. y A. expresan su miedo a que ¡°los poderes establecidos utilicen todo tipo de m¨¦todos para cancelar o retrasar las elecciones¡±.
Pase lo que pase, K. y A. aseguran que las movilizaciones, en una forma u otra, continuar¨¢n. ¡°Hemos renunciado a tanto, hemos tenido tantas bajas, que no podemos volvernos atr¨¢s ahora¡±, sostiene la joven.
El despertar pol¨ªtico de E.
E. tiene 19 a?os y estudia Filolog¨ªa inglesa. Hasta este a?o no se hab¨ªa interesado por la pol¨ªtica. El 9 de junio, el de la primera manifestaci¨®n multitudinaria contra un pol¨¦mico proyecto de ley de extradici¨®n que desencaden¨® las protestas actuales, E. -como pide que se le llame- dud¨® hasta el ¨²ltimo momento si participar o no. ¡°No me f¨ªo del Partido Comunista de China, as¨ª que fui¡±. Entre sus razones para esa desconfianza, subraya, se encuentra la situaci¨®n en Xinjiang y la falta de democracia en China, explica.
Desde entonces, no ha dejado de participar en las manifestaciones y se ha mostrado muy activo dentro del movimiento de protestas, buscando alojamiento a los j¨®venes que se quedan sin hogar por discutir con sus padres por motivos pol¨ªticos o divulgando las convocatorias.
Como muchos manifestantes, E. cree que despu¨¦s de las detenciones en la Polit¨¦cnica y las elecciones municipales, el movimiento cambiar¨¢ sus t¨¢cticas, pero ¡°las protestas van a continuar¡±. Encuentra motivos para el optimismo, por ejemplo, en la aprobaci¨®n en el Congreso de EE UU del proyecto de ley sobre derechos humanos en Hong Kong, que cree que puede ser una herramienta de presi¨®n ante el gobierno local y ante Pek¨ªn.
¡°Simplemente queremos democracia, libertad. Por supuesto, ya s¨¦ que la democracia no va a resolver todos los problemas. Pero te da voz. Te da una herramienta para cambiar las cosas¡±, sostiene E.
S.C., heredero del Movimiento de los Paraguas
S.C. tiene 31 a?os y trabaja en el departamento de marketing de una entidad financiera. Ya particip¨® hace cinco a?os en el movimiento precursor de las protestas actuales, el Movimiento de los Paraguas, que acab¨® en fracaso, entre otras razones, por las discordancias internas. "Esta vez me sum¨¦, al principio, porque no estaba de acuerdo con el proyecto de ley de extradici¨®n que promov¨ªa Carrie Lam [la jefa del Gobierno aut¨®nomo]. Salimos a la calle en masa varias veces y no pas¨® nada. Por supuesto, la gente se enfad¨® entonces mucho".
Este joven admite que la violencia en la universidad Polit¨¦cnica puede hacer que algunas personas se replanteen su apoyo al movimiento. Pero tambi¨¦n asegura que ¡°la gente ha visto la brutalidad policial. Han visto c¨®mo el gas lacrim¨®geno con sustancias desconocidas llena las calles y les perjudica. Y eso tambi¨¦n es un factor en la opini¨®n de la gente¡±.
?No tiene miedo a que la represi¨®n de Pek¨ªn y del Gobierno aut¨®nomo a las actividades de los manifestantes acaben acarreando una limitaci¨®n o el fin de las libertades de que disfruta Hong Kong, precisamente lo que las movilizaciones pretenden evitar? ¡°Es una preocupaci¨®n genuina¡±, admite, ¡°y probablemente sea lo que Pek¨ªn quiere hacer. Pero ?cu¨¢l ser¨ªa el fin de rendirnos? Si continuamos, quiz¨¢ tengamos una peque?a oportunidad de ¨¦xito. Si nos detenemos, desde luego que fracasaremos¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.