M¨¦xico y la encrucijada de los 100 asesinatos diarios
Un a?o despu¨¦s de la llegada de L¨®pez Obrador al poder, la violencia homicida se estabiliza a un nivel alt¨ªsimo. Los expertos se?alan pugnas dentro del aparato de seguridad
M¨¦xico llega a fin de a?o con los pies atrapados en los eventos violentos de octubre y noviembre. Este domingo mismo, varios enfrentamientos entre polic¨ªas y presuntos delincuentes en Coahuila, en el norte del pa¨ªs, dejaron 21 muertos, cuatro de ellos agentes estatales. Es solo el ¨²ltimo episodio de este bimestre negro, que cuenta sus semanas por matanzas, emboscadas y asesinatos m¨²ltiples.
Las masacres de Sonora ¡ªnueve asesinados, entre ellos seis ni?os¡ª, Guerrero ¡ª15 presuntos delincuentes muertos en una balacera con el Ej¨¦rcito¡ª y Michoac¨¢n ¡ª13 polic¨ªas acribillados¡ª, el goteo incesante de asesinatos de mujeres y j¨®venes, y los sonrojantes errores en el operativo fallido de Culiac¨¢n contra el hijo de El Chapo Guzm¨¢n ilustran las dificultades del Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador para imponerse en amplios territorios del pa¨ªs. El ¨²nico dato positivo de estos meses es que los asesinatos han dejado de crecer y se han estabilizado a raz¨®n de 2.900 o 3.000 al mes. La duda ahora es saber si se trata de un espejismo o por el contrario de un patr¨®n s¨®lido, en v¨ªas de consolidarse.
Este domingo, al celebrar el primer a?o de Gobierno, L¨®pez Obrador festej¨® lo que considera un "cambio de paradigma" en la pol¨ªtica de seguridad. El presidente asegur¨® que la violencia que padece el pa¨ªs se origin¨® el 2 de febrero de 2007, cuando el presidente Felipe Calder¨®n (2006-2012), en un evento en el Estado de Michoac¨¢n, orden¨® al Ej¨¦rcito salir de los cuarteles para enfrentar a los c¨¢rteles. "El alto mando militar le dec¨ªa a los oficiales: 'ac¨¢benlos y nosotros nos encargamos de los derechos humanos'. La mejor prueba es que ese sexenio ostenta la mayor letalidad en combate desde la Revoluci¨®n", dijo el mandatario. Y cit¨® las cifras de los 1.800 enfrentamientos registrados entre 2010 y 2011, que dejaron 231 heridos pero cerca de 2.500 muertos. "Esa absurda y desquiciada estrategia no se repetir¨¢ jam¨¢s", anunci¨® el presidente desde el Z¨®calo capitalino.?
Antes de asumir la presidencia, a finales de 2018, L¨®pez Obrador anunci¨® que su plan para atajar la violencia apuntar¨ªa por un lado a las causas, la corrupci¨®n, la falta de oportunidades y calidad en la educaci¨®n y el empleo y el acceso a la salud. Por otro lado, explic¨®, su Administraci¨®n reformular¨ªa la guerra al narcotr¨¢fico de Calder¨®n. Con los programas sociales, dijo L¨®pez Obrador, enfrentar¨ªa las causas. Ante el fracaso de los Gobiernos anteriores en materia de seguridad, a?adi¨®, su plan era crear una nueva corporaci¨®n: la Guardia Nacional.
El nuevo cuerpo sustituir¨ªa as¨ª a la Polic¨ªa Federal, con el apoyo de las polic¨ªas militar y naval. Su advenimiento gener¨® una ola de cr¨ªticas de organizaciones de la sociedad civil, que ve¨ªan en ese proyecto una militarizaci¨®n encubierta de la seguridad p¨²blica. Pese a las cr¨ªticas, L¨®pez Obrador impuso su criterio y el Congreso aprob¨® la creaci¨®n de la Guardia. Alejada de las corruptelas de la Polic¨ªa Federal, la Guardia Nacional desplegar¨ªa decenas de miles de agentes por todo M¨¦xico y la violencia caer¨ªa. Esa era al menos la idea. En seis meses, asegur¨® el presidente, los resultados se notar¨ªan.
Un a?o m¨¢s tarde, la situaci¨®n es sin embargo igual o peor. Los programas sociales de L¨®pez Obrador funcionan desde hace meses, igual que la Guardia Nacional, pero los resultados no llegan. Y lo que es m¨¢s preocupante, el aparato de seguridad demuestra una falta de coordinaci¨®n alarmante. Las cr¨ªticas al secretario de seguridad, Alfonso Durazo, han sido dur¨ªsimas y continuas estos meses, sobre todo desde los enfrentamientos de Culiac¨¢n, cuando un grupo de ¨¦lite del Ej¨¦rcito trat¨® de atrapar a Ovidio Guzm¨¢n, al parecer sin avisar a sus superiores. Y luego tambi¨¦n a partir de la matanza de tres mujeres y seis ni?os de la comunidad mormona Langford-LeBar¨®n en noviembre, entre Sonora y Chihuahua.
Para el historiador Froyl¨¢n Enciso, "lo que mostr¨® Culiac¨¢n y despu¨¦s LeBar¨®n es que Durazo es un mediador entre diferentes grupos de administradores de la pol¨ªtica de seguridad, que tienen diferentes niveles de resistencia al cambio y diferentes posiciones pol¨ªticas. O sea, no hay un grupo unificado llevando a cabo pol¨ªtica de seguridad, hay una coalici¨®n de muchos personajes".
El analista Alejandro Hope a?ade: "Hay un desbalance entre las facultades que la ley le da a Durazo y el poder que ejerce. Porque en t¨¦rminos reales no manda pr¨¢cticamente nada. Y luego, yo creo que ¨¦l no quiere estar ah¨ª. Justo lo que pas¨® en Culiac¨¢n habla de la debilidad relativa de Durazo".
La sensaci¨®n de frustraci¨®n en materia de seguridad es quiz¨¢ una de las m¨¢s dolorosas para el Gobierno. Antes de asumir la presidencia, L¨®pez Obrador organiz¨® foros por todo el pa¨ªs para escuchar a las v¨ªctimas. Tom¨® por bandera dos temas ¡ªdos dramas¡ª la investigaci¨®n del ataque contra los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la crisis de los desaparecidos. Y ni siquiera en estos dos asuntos puede presumir de demasiados ¨¦xitos. La acad¨¦mica Dawn Paley, autora de Capitalismo Antidrogas, ha seguido muy de cerca los pasos de la nueva Comisi¨®n Nacional de B¨²squeda, ¨®rgano gestor de los esfuerzos del Ejecutivo para luchar contra la desaparici¨®n de personas. "Yo siento que estamos experimentando una continuidad en materia de seguridad respecto a lo que se estaba haciendo en los a?os anteriores. El discurso ha cambiado, hay un intento de decir 'ya no vamos a hacer lo mismo', pero en los hechos vemos una continuaci¨®n. Las tasas de homicidio son iguales o m¨¢s altas; en materia de desaparici¨®n, no le est¨¢n dando centralidad a las v¨ªctimas, no est¨¢n poniendo los recursos que muchos pensaban que iban a estar ah¨ª".
Doctor en historia y experto en la evoluci¨®n del narcotr¨¢fico en M¨¦xico, Enciso dice, "el primer a?o de Gobierno deja como saldo en t¨¦rminos generales muy buenas ideas, que llev¨¢bamos d¨¦cadas empujando: enfocarse m¨¢s a las causas, abandonar la estrategia de descabezamiento de las organizaciones criminales. Sin embargo, hay un problema doble: ir a las causas tiene efectos en el largo plazo, no tiene efectos inmediatos. Y por otro lado, ha habido problemas para la implementaci¨®n de los programas sociales, que no han funcionado como estrategia preventiva de manera clara".
Qu¨¦ es el crimen
M¨¢s que un problema transitorio, la violencia homicida representa el cat¨¢logo de males estructurales de M¨¦xico y las soluciones erradas de varios Gobiernos. De 2007 a la fecha, la tasa de asesinatos anual ha aumentado de manera sostenida, excepto en el trienio 2012-2014, los ¨²ltimos a?os del Gobierno de Felipe Calder¨®n y los primeros de su sucesor, Enrique Pe?a Nieto. Hope, funcionario de la agencia de inteligencia del Estado con Calder¨®n, recuerda que aquel periodo coincidi¨® con cierta tranquilidad en Ciudad Ju¨¢rez y Monterrey. "Lo que me agobia ahora son nuestros problemas para entender todo esto, queremos aplicar l¨®gicas nacionales a din¨¢micas hiperlocales. Se han estabilizado los homicidios a un nivel muy alto y por otro lado desconocemos por qu¨¦ pasa lo que pasa".
Durante mucho tiempo se ha explicado la violencia en el pa¨ªs como una guerra de tres, por un lado entre grupos criminales y por otro de esos grupos con el Estado; como una guerra de bandos claros, sin matices ni impurezas. La realidad ha mostrado sin embargo que el crimen ha infiltrado las corporaciones policiales, militares y de procuraci¨®n de justicia. Eso cuando no han sido agentes de las propias corporaciones los que han organizado al mundo criminal. Dice Paley: "El crimen organizado est¨¢ sobredimensionado en M¨¦xico. Esa idea de que el crimen tiene m¨¢s fuerza que el Ej¨¦rcito es una fantas¨ªa. El Ej¨¦rcito, la Marina, la Polic¨ªa Federal han recibido miles de millones de d¨®lares en armamento estos a?os. La columna vertebral del despliegue de la violencia viene de las fuerzas estatales, de la federal, el Ej¨¦rcito y la Marina. Lo que s¨ª podemos decir con certeza es que estos elementos criminales siguen en las calles ¡ªahora como Guardia Nacional¡ª y ese es el problema principal".
Enciso a?ade: "La brecha entre la representaci¨®n del crimen y la realidad es algo de lo que se ha hablado mucho. Lo que vemos ahorita es que cada vez estamos m¨¢s conscientes de que los narcos en realidad son ninis o halcones. O sea, que los que matan son nuestros vecinos, no son seres m¨ªticos, son hijos de gente, tienen familia, necesidades... En el ¨²ltimo a?o hemos asistido a un proceso de autoconciencia en ese sentido. Se ha desmitificado al criminal".
Conocidos los matices, el problema es que la violencia sigue ah¨ª fuera. La aparente cadena de apat¨ªas y deslealtades dentro del aparato de seguridad no solo evita descifrar a ciencia cierta qu¨¦ ocurre en M¨¦xico, dificulta encontrar soluciones. La presi¨®n es enorme, m¨¢s a¨²n despu¨¦s del anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de incluir a los "carteles mexicanos" en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado. Durazo y otros funcionarios del Gobierno mexicano han rechazado la idea, por intervencionista. Pero es curioso el hecho de que la amenaza de Trump apunte justo al problema que se?alan los expertos consultados: qu¨¦ es el crimen ahora y contra qu¨¦ exactamente se est¨¢ luchando. Si finalmente Trump se decide, ?qu¨¦ carteles van a meter en la lista? Y si los carteles que meten en la lista han sido se?alados o investigados por trabajar con alguna corporaci¨®n policial o militar, ?qu¨¦ har¨¢ el Gobierno de EE UU?
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