El Gobierno alem¨¢n: una gran coalici¨®n que ejecuta, pese a su reputaci¨®n
El an¨¢lisis de los logros del Ejecutivo a medio mandato contrasta con la percepci¨®n ciudadana y la popularidad de la alianza entre conservadores y socialdem¨®cratas
Cuando el vaso est¨¢ medio lleno pero se percibe como medio vac¨ªo surgen los problemas. En Alemania, el abismo entre la percepci¨®n ciudadana de los logros del Ejecutivo y la realidad ha abierto profundas grietas en la gran coalici¨®n que gobierna en Berl¨ªn desde hace poco menos de dos a?os. Tanto, que los socialdem¨®cratas del SPD, el partido minoritario de la coalici¨®n, se debate ahora entre quedarse o salir y en qu¨¦ condiciones. Berl¨ªn se asoma a una crisis que podr¨ªa acabar por romper un gobierno que en buena medida cumple sus promesas, pero que no logra transmitir la credibilidad que le otorgan los hechos.
Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken fueron elegidos el s¨¢bado pasado por los militantes para dirigir el SPD. Su candidatura representa a los cr¨ªticos con la coalici¨®n Gobierno, que sin embargo ha puesto en marcha gran parte de sus promesas, muchas de ellas, propuestas precisamente por los socialdem¨®cratas. En marzo del a?o pasado, el SPD entr¨® en el Gobierno con al nariz tapada, a falta de coaliciones alternativas capaces de garantizar la estabilidad pol¨ªtica. Este fin de semana, el congreso del SPD debe pronunciarse sobre los logros del Ejecutivo a medio mandato, como establece el propio pacto de Gobierno acordado entre los partidos.
"Hemos sido muy exitosos", estima el parlamentario socialdem¨®crata Timon Gremmels. "El problema es que es una discusi¨®n emocional en lugar de racional. Por un lado, la parte del SPD que est¨¢ en el Gobierno y la mayor¨ªa del grupo parlamentario y, por otra, un amplio sector de las bases, para las que lo conseguido no es suficiente", termina Gremmels.
M¨¢s all¨¢ de emociones, investigadores de la fundaci¨®n Bertelsmann se han encargado de analizar una por una las 296 promesas que figuran en el contrato de gran coalici¨®n que conservadores y socialdem¨®cratas pactaron para gobernar en esta legislatura. El resultado que recoge un informe, titulado Mejor que su reputaci¨®n, deja escaso lugar al pesimismo.
Un r¨¦cord de cumplimiento
En septiembre de este a?o se hab¨ªan puesto en marcha y acometido total o parcialmente dos tercios de las medidas prometidas, cuando todav¨ªa ni siquiera se ha superado el ecuador de la legislatura. Los investigadores, que en el pasado analizaron otras coaliciones de Gobierno, aseguran que se trata de un r¨¦cord de cumplimiento a mitad de legislatura y de un buen resultado comparado con otros pa¨ªses. Del an¨¢lisis se desprende adem¨¢s, que el 40% de las 296 son exigencias socialdem¨®cratas.
Este es un estudio independiente e indica que claramente el resultado es mucho mejor que la percepci¨®n¡±, explica Theres Matthiess, coautora de la investigaci¨®n. ¡°En general se subestima la actuaci¨®n de los gobiernos, en parte porque los populistas culpan a los partidos establecidos de no hacer nada y mucha gente les cree. Siempre es m¨¢s f¨¢cil convencer de que alguien que es responsable no hace lo que debe¡±.
El caso del SPD, sostiene, es especialmente sorprendente ¡°porque cerca de la mitad de las promesas son exigencias suyas. Pero el problema tambi¨¦n es que falta un hilo conductor, una idea general, que conecte unas pol¨ªticas con otras. No basta con ense?arle a los ciudadanos una lista¡±, a?ade Matthiess.
La tracci¨®n y diligencia de la coalici¨®n contrasta sin embargo, con las tensiones pol¨ªticas entre dos partidos que hace tiempo que no se quieren, pero que est¨¢n obligados a entenderse. Porque una cosa es lo que emane de las sedes de los partidos y otra, el trabajo de un Ejecutivo en el que ministros de uno y otro partido trabajan en sinton¨ªa para sacar adelante medidas como el gran paquete del clima o las medidas de lucha contra el extremismo de derechas.
Adem¨¢s de esas dos iniciativas, la aprobaci¨®n de una pensi¨®n m¨ªnima para los jubilados, la supresi¨®n del impuesto de la reunificaci¨®n, o la ley para paliar la acuciante falta de mano de obra cualificada que padecen algunos sectores y regiones del pa¨ªs son solo algunos ejemplos de la acci¨®n del Gobierno en los ¨²ltimos meses.
El Gobierno ha hecho tambi¨¦n su propio balance, que ocupa 83 p¨¢ginas y seg¨²n el cual habr¨ªan "puesto en marcha o cumplido dos tercios de 300 medidas" comprometidas, en palabras de la canciller alemana, Angela Merkel. "Se ha conseguido mucho, pero queda mucho por hacer", dijo Merkel en noviembre. El Ejecutivo destac¨® como objetivo sin cumplir lograr el pleno empleo. Alemania registra el desempleo m¨¢s bajo desde la reunificaci¨®n en los noventa (3%), pero se ha propuesto lograr el pleno empleo.
Las cifras de ejecuci¨®n contrastan sin embargo con la sensaci¨®n de los ciudadanos, que ven al Ejecutivo de Berl¨ªn medio paralizado. Apenas el 10% de los consultados recientemente por el Instituto Allensbach consider¨® que el Gobierno cumple casi todos o buena parte de los objetivos que se ha marcado. Hasta un 44% dijo creer que el Ejecutivo cumple una peque?a parte o casi nada de lo que prometi¨®. El escepticismo es especialmente agudo entre los votantes de la extrema derecha.
Mientras, la popularidad de los partidos de la gran coalici¨®n se desploma. Si hoy se celebraran elecciones, las encuestas de intenci¨®n de voto reflejan que conservadores y socialdem¨®cratas no lograr¨ªan la mayor¨ªa suficiente para formar gobierno.
M¨¢s presi¨®n, mayores expectativas
Wolfgang Schr?der, profesor del programa de democracia y democratizaci¨®n del WZB, el instituto de ciencias sociales de Berl¨ªn, explica que este Gobierno por ser "no deseado y fruto de la necesidad est¨¢ sometido a una mayor presi¨®n y mayores expectativas". Pero adem¨¢s, argumenta, coincide con un momento hist¨®rico en el que se acumulan grandes retos como la crisis clim¨¢tica o la de los refugiados o la situaci¨®n econ¨®mica. "La sociedad est¨¢ muy politizada y muy activa y sale a la calle para reclamar lo que consideran problemas urgente. La magnitud del diagn¨®stico contribuye a la sensaci¨®n de que no se hace suficiente", a?ade Schr?der, quien tiene claro que los partidos padecen un nerviosismo pol¨ªtico que crea conflictos internos y da pie a exigencias desmesuradas hacia sus l¨ªderes.
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