?Tiene salvaci¨®n el SPD alem¨¢n?
Los sociald¨¦mocratas trazan a partir de hoy una hoja de ruta para elegir un nuevo l¨ªder. Queda la tarea de reflotar un partido que ha perdido gran parte de su atractivo
De la pol¨ªtica alemana emana estos d¨ªas un cierto aroma a fin de ciclo. Lo que ¡°siempre ha sido as¨ª¡± ha dejado de serlo y la fragmentaci¨®n ha alcanzado de lleno a los grandes partidos paraguas alemanes. En esta sacudida pol¨ªtica hay un perdedor muy claro: el partido socialdem¨®crata.
El SPD se ha vuelto a dar un sonado batacazo, esta vez en las europeas ¡ª15,8%¡ª y tambi¨¦n en Bremen, basti¨®n socialdem¨®crata desde la II Guerra Mundial. Las r¨¦plicas de la sacudida no tardaron ni una semana en llegar. Su l¨ªder, Andrea Nahles, present¨® su dimisi¨®n y tres semanas despu¨¦s no parece haber nadie dispuesto a dar el paso al frente en la sucesi¨®n. La crisis de identidad que arrastra el partido desde hace a?os ha entrado ahora en fase aguda.
"Estamos muy preocupados por nuestro partido", reconocen en una carta dirigida a las bases nueve expresidentes socialdem¨®cratas. ¡°El SPD atraviesa una crisis grave y las consecuencias existenciales no son solo para el partido, sino para todo el pa¨ªs¡±, a?ad¨ªa el texto impulsado por el excanciller Gerhard Schr?der.
Este lunes la ejecutiva del SPD se re¨²ne para trazar una hoja de ruta que propondr¨¢ el calendario y procedimiento para elegir a un nuevo jefe del partido, esta vez con la participaci¨®n de los militantes y el c¨®mo y el cu¨¢ndo evaluar¨¢n la conveniencia de proseguir en la maltrecha coalici¨®n de Gobierno. El matrimonio malavenido con el que gobiernan de la mano del centro-derecha de la canciller Angela Merkel es para muchos en el SPD la causa primordial de todos sus males. Pero no solo. El SPD ha perdido buena parte de la conexi¨®n con la clase trabajadora a la que dicen representar y, sobre todo, han dejado de resultar cre¨ªbles para muchos j¨®venes. Los resultados de las europeas fueron meridianos: entre los menores de 30 a?os, el SPD obtuvo apenas un 9% de los votos, seg¨²n los datos que public¨® la cadena ZDF. Si los j¨®venes son el futuro, el del SPD se vislumbra, al menos a corto plazo, complicado.
¡°La polarizaci¨®n ha tardado m¨¢s en llegar hasta Alemania, pero est¨¢ claro que ha llegado¡±. Michael Br?ning, analista
La b¨²squeda de una l¨ªnea de trabajo capaz de enderezar el rumbo no cesa. El pasado febrero, el SPD rompi¨® formalmente con lo que muchos en el partido consideran su ¡°pasado neoliberal¡±. Es decir, se desmarcaron de las reformas laborales que acometi¨® Gerhard Schr?der, conocidas como el Hartz IV, que traumatizaron a las bases socialdem¨®cratas. El giro a la izquierda pacific¨® al partido y logr¨® cierta cohesi¨®n, pero no logr¨® que se tradujera en apoyos de puertas para afuera. En parte, porque tal vez llegaba demasiado tarde. Pero tambi¨¦n porque, para muchos votantes, a estas alturas da un poco igual lo que diga un partido que, a ojos sobre todo de los j¨®venes, ¡°ha perdido la credibilidad¡±, seg¨²n opinaba la noche electoral europea Marcel Glockner, un votante veintea?ero, que celebraba el segundo puesto de los ecologistas en el cuartel general de Los Verdes en Berl¨ªn.
Que una cosa es lo que diga el SPD y otra lo que sea capaz de hacer, atrapado en la gran coalici¨®n de Gobierno, argumentan los descre¨ªdos. Esta es la tercera gran coalici¨®n con el bloque conservador CDU/CSU en los ¨²ltimos 12 a?os y a la que entraron a rega?adientes, conscientes de que su perfil pol¨ªtico se difumina a pasos agigantados, sobre todo, bajo la batuta de una canciller con una particular habilidad para capitalizar logros propios y ajenos. Por eso se escuchan con fuerza estos d¨ªas las voces que piden pasar a la oposici¨®n antes de 2021, la fecha que marca el calendario para el fin de la legislatura. Una probable ruptura anticipada del pacto medir¨ªa cu¨¢nto de culpa tiene la llamada Groko, Grosse Koalition, de los males del SPD y cu¨¢nto las dificultades del partido para sintonizar con las preocupaciones de los alemanes, con el medio ambiente a la cabeza, seg¨²n reflejan las encuestas.?
¡°Tenemos buenas ideas, pero poco poder para implementarlas¡±, se lamenta una fuente parlamentaria socialdem¨®crata, a pesar de tener hasta seis ministros en el Ejecutivo de coalici¨®n y de haber sido capaces con frecuencia de marcar la agenda pol¨ªtica en Berl¨ªn, como con el salario m¨ªnimo o las pensiones. Otra cosa es que sepan rentabilizarlo y visibilizarlo.
Las nuevas realidades sociales llevan escrito en teor¨ªa el nombre del SPD, partido-bandera de la clase trabajadora. Los que antes trabajaban en la mina hoy llevan comida en bicicleta a domicilio
El partido acarrea adem¨¢s ya a estas alturas el estigma de los perdedores, lo que le sumerge en un c¨ªrculo vicioso muy dif¨ªcil de romper. Cada titular es m¨¢s deprimente que el anterior. Mientras Los Verdes, el partido de moda, logra transmitir una imagen optimista, el SPD no consigue resultar atractivo. A pesar de las llamadas a la renovaci¨®n, no acaban de llegar las caras nuevas y los votantes en potencia asocian el partido con los rostros de siempre, solo que algo m¨¢s envejecidos y acomodados. Por eso se perfila crucial el proceso para elegir en los pr¨®ximos meses a un nuevo l¨ªder ¡ªo dos, se baraja la bicefalia¡ª.
Michael Br?ning, investigador del Friedrich-Ebert-Stiftung, el think tank pr¨®ximo al SPD, considera que el perfil pol¨ªtico emborronado del partido se convierte en un problema especialmente grave en tiempos de polarizaci¨®n y claridad ideol¨®gica. ¡°La polarizaci¨®n ha tardado m¨¢s en llegar a Alemania, pero ha llegado. Estamos en la carrera por la autenticidad y la puridad ideol¨®gica; la autorradicalizaci¨®n en las ecochambers [cajas de resonancia]¡±, piensa Br?ning. AfD y Los Verdes, con mensajes claros, contra la inmigraci¨®n los primeros y de lucha contra la crisis clim¨¢tica los otros, han demostrado tener m¨¢s tir¨®n. ¡°Los j¨®venes ya no quieren ser parte de un partido ni sentarse en aburridas asambleas; quieren un proyecto al que apuntarse, como salvar el planeta. Mientras, el SPD trata de agradar a muchos, de ser un partido paraguas y acaba por convencer a muy pocos¡±.?
Las guerras internas y las luchas de poder tambi¨¦n les han hecho mucho da?o. Esta en¨¦sima crisis ha sacado lo peor de un partido en el que han vuelto a volar los cuchillos en la sede de Willy Brandt y en el que se han escuchado voces en contra del presunto tufo mis¨®gino que supuestamente despidi¨® la defenestraci¨®n de la l¨ªder. ¡°Me averg¨¹enzo de ello¡±, tuite¨® Kevin K¨¹hnert, l¨ªder de las poderosas juventudes socialistas (Jusos), que recientemente ha sido portada de Der Spiegel como potencial candidato a abanderar la renovaci¨®n del partido, lo que provoc¨® a su vez reacciones furibundas.
Pero lo cierto es que, hasta ahora, el silencio es demoledor. ¡°Trabajo de mierda disponible¡±, titulaba con sorna Die Tageszeitung tras la salida de Nahles. Nadie parece querer capitanear un barco a la deriva, que algunos temen pueda hundirse. Las citas electorales previstas para septiembre y octubre en el este de Alemania amenazan con propinar nuevos golpes al SPD. No parece la mejor forma de arrancar un nuevo liderazgo, quiz¨¢ piensen los aspirantes que arrastran los pies.?
Pero el futuro no est¨¢ ni mucho menos escrito. La volatilidad pol¨ªtica es trepidante y hace apenas dos a?os el SPD lideraba las encuestas a lomos del llamado efecto Schulz, por el expresidente de la Euroc¨¢mara, que lleg¨® a encabezar los sondeos para acto seguido desinflarse como un globo de helio. Adem¨¢s, piensan en el partido, otras resurrecciones socialistas se han visto ¡ªDinamarca, Espa?a, Holanda¡¡ª y albergan la esperanza de que el proceso de elecci¨®n de l¨ªderes excite el entusiasmo de unas bases que no ganan para disgustos. Por eso, sostienen, es tan importante que sea un proceso participativo y no a dedo desde Berl¨ªn.
Adem¨¢s, son conscientes de que, en realidad, el viento sopla a su favor. Las nuevas realidades sociales ¡ªdigitalizaci¨®n, precarizaci¨®n del empleo ¡ ¡ª llevan escrito en teor¨ªa el nombre del SPD, partido-bandera de la clase trabajadora. Los que antes trabajaban en la mina son los que hoy llevan comida en bicicleta a domicilio. Que lo sepan aprovechar, es ya otra historia.?
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