Philippe contra Philippe
El flem¨¢tico primer ministro y el combativo l¨ªder del sindicato CGT lideran el pulso por la reforma de las pensiones en Francia
El futuro pol¨ªtico inmediato de Francia, y la paz social, est¨¢n en manos de dos hombres llamados Philippe. El primero es el primer ministro ?douard Philippe, en quien el presidente Emmanuel Macron ha delegado la negociaci¨®n y la venta de su ambiciosa reforma de las pensiones. El segundo se llama Philippe Mart¨ªnez y es el secretario general de la CGT, el sindicato que lleva la voz cantante en las huelgas y manifestaciones que desde hace casi una semana tienen a medio pa¨ªs paralizado.
?douard Philippe, de 49 a?os, hijo de profesores de franc¨¦s y educado en la elitista Escuela Nacional de Administraci¨®n, es alto y delgado; la silueta, las facciones y el bigote rotundo de Philippe Mart¨ªnez, 58 a?os, hijo de espa?oles y metal¨²rgico de profesi¨®n, recuerda a los detectives Hern¨¢ndez y Fern¨¢ndez de las aventuras de Tint¨ªn. Podr¨ªan ser un d¨²o c¨®mico: el alto y el bajo, el flem¨¢tico y el combativo. Pero son el rostro de los bandos que se enfrentan en uno de los conflictos sociales m¨¢s duros de los ¨²ltimos a?os en Francia.
El mi¨¦rcoles, despu¨¦s de meses de consultas, Philippe (?douard) desvelar¨¢ por fin en un discurso los detalles de la reforma. El veredicto del otro Philippe (Mart¨ªnez) sobre el discurso determinar¨¢ si la batalla se prolonga o si, por el contrario, se da por satisfecho y entierra el hacha.
¡°Que retire la reforma¡±, declar¨® el martes Philippe Mart¨ªnez en la cadena France 2 anticipando el discurso del primer ministro. Ante la Asamblea Nacional, ?douard Philippe admiti¨®: ¡°No es porque yo vaya a hacer un discurso que las manifestaciones cesar¨¢n. El discurso incluso suscitar¨¢ nuevas preguntas. Y es normal¡±.
La reforma de las pensiones pone a prueba a ?douard Philippe, un hombre de la derecha moderada, exalcalde de la ciudad portuaria de Le Havre y criado pol¨ªticamente bajo el ala de Alain Jupp¨¦, que en 1995 intent¨® reformar las pensiones siendo primer ministro y dio marcha atr¨¢s ante la presi¨®n de la calle.
Cuando Macron nombr¨® a Philippe primer ministro, tras ganar las elecciones presidenciales de 2017, era un desconocido. En muchos aspectos son lo opuesto. El presidente puede parecer pomposo y arrogante, a veces autoritario. El primer ministro, en cambio, siempre envuelve sus palabras en una iron¨ªa que, como angl¨®filo que es, le gusta cultivar, como si no se lo tomase del todo en serio. No hay muchos pol¨ªticos capaces de mezclar en un mismo discurso a Spiderman y a S¨¦neca; el primer ministro es uno de ellos.
Pese a que, seg¨²n la Constituci¨®n de 1958, el primer ministro ¡°dirige la acci¨®n del Gobierno¡±, la l¨®gica institucional de una presidencia fuerte conduce a que el jefe de Estado acumule poderes e invada las competencias de su jefe de Gobierno. As¨ª ha actuado Macron. Pero, al abordar la reforma de las pensiones, ha cedido la escena a Philippe. Regresa as¨ª el rol tradicional del primer ministro como fusible: el cargo a quien el presidente puede destituir para protegerse ¨¦l.
Los problemas del otro Philippe son de otra ¨ªndole. Es la ca¨ªda general de la tasa de sindicalizaci¨®n y la p¨¦rdida de hegemon¨ªa de la central que ¨¦l dirige desde hace casi cinco a?os. En 2017, la CGT se vio superada como primer sindicato por la reformista CFDT. Fue un golpe severo, como la irrupci¨®n hace un a?o de los chalecos amarillos, el movimiento espont¨¢neo, sin l¨ªderes, programa ni ataduras sindicales, que en pocas semanas logr¨® lo que los sindicatos no hab¨ªan conseguido en a?os: que el Gobierno rectificara sus planes.
La movilizaci¨®n contra la reforma de las pensiones ha permitido a Philippe Mart¨ªnez volver a la primera l¨ªnea y so?ar con recuperar la influencia hist¨®rica de la CGT. Para ?douard Philippe, es la ocasi¨®n de demostrar que, aun bajo la sombra del omn¨ªmodo Macron, hay espacio para demostrar su fuste pol¨ªtico. A fin de cuentas, raro es el primer ministro en Francia que, al mirarse en el espejo, no piense que ¨¦l tambi¨¦n podr¨ªa ser presidente.
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