Amenaza latifundista sobre una gran reserva en Brasil
Aliados del Gobierno buscan cambiar el r¨¦gimen legal de Verde Para Sempre, hogar de 13.000 peque?os agricultores
Cuando, hace 40 a?os, el agricultor brasile?o Idalino Nunes da Silva inici¨® su andadura en movimientos sociales, la estudiante Stefany Mendon?a Amaral y el conductor Rosilei Barbosa Pimentel no hab¨ªan nacido. El sindicalista de 73 a?os, la ni?a de nueve apasionada de los b¨²falos y el hombre de 29 que se dedica al manejo forestal intentan ahora coordinar sus discursos por una misma causa: la preservaci¨®n de su hogar, Verde Para Sempre (Verde para siempre), la reserva extractivista m¨¢s grande de Brasil, donde viven de la explotaci¨®n sostenible de la naturaleza.
Al recorrer parte de sus 1,3 millones de hect¨¢reas en el municipio de Porto de Moz, en el Estado de Par¨¢, es com¨²n o¨ªr relatos sobre grandes productores de ganado y madereros que intentan recuperar las tierras que ocuparon ilegalmente desde 1940 hasta 2004, cuando se firm¨® el decreto de creaci¨®n del territorio que los expuls¨®. Estos clamores han cobrado un impulso con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia, hace 15 meses, y su discurso contra las reservas extractivistas.
La situaci¨®n a?ade m¨¢s tensi¨®n a un escenario vol¨¢til. A¨²n es posible encontrar ¨¢reas valladas con miles de cabezas de b¨²falo dentro de la reserva, algo ilegal. La ley solo permite la producci¨®n a peque?a escala. Tambi¨¦n hay denuncias de venta de tierras ¡ªtestimonios recibidos por el Sindicato de los Trabajadores Rurales de Porto de Moz, presidido por Nunes da Silva¡ª. La informaci¨®n que le lleg¨® dice que hay ¨¢reas de hasta 500 hect¨¢reas que se comercializan por 80.000 reales (unos 15.000 euros). ¡°?A que es barato? Claro, qui¨¦n va a pagar caro por un ¨¢rea en la que te pueden expulsar ma?ana. Eso si hicieran inspecciones¡±, dice el sindicalista.
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La reserva est¨¢ formada por 37 comunidades con unas 13.000 personas. Delimitada por dos de los r¨ªos m¨¢s importantes del norte de Brasil, el Xing¨² y el Amazonas, est¨¢ dividida en dos partes: la tierra firme, de donde salen la producci¨®n maderera, la extracci¨®n de frutas y de la casta?a; y el campo abierto, donde se cr¨ªan los b¨²falos, los cerdos y el pescado.
Mientras Verde Para Sempre herv¨ªa de vida y de negocios ilegales, en los bastidores, los que quieren recuperar las tierras que anta?o ocuparon act¨²an en tres frentes, todos apoyados por l¨ªderes locales en l¨ªnea con Bolsonaro. El primero es intentar reducir el tama?o de la reserva. El segundo, modificar su r¨¦gimen legal para volver a permitir que los latifundistas la exploten. El tercero, cambiar el art¨ªculo 18 del Sistema Nacional de las Unidades de Conservaci¨®n, que impide la cr¨ªa de animales de gran tama?o en ¨¢reas ambientalmente protegidas, pero defiende la de las comunidades tradicionales. La ¨²ltima de las propuestas es la m¨¢s clara por el momento. Desde febrero hay un proyecto de ley sobre ese asunto presentado por un diputado af¨ªn a Bolsonaro que se tramita en la C¨¢mara de Diputados con visos de salir adelante este a?o. De aprobarse, afectar¨ªa a todas las 66 reservas extractivistas del pa¨ªs, no solo a Verde Para Sempre.
Recorrerla requiere transitar cerca de 450 kil¨®metros entre carreteras en Par¨¢, el r¨ªo Xing¨² y tres de sus afluentes. En los r¨ªos, el sonido de los fuerabordas se intercala con el canto de los caciques lomiamarillos ¡ªpeque?as aves¡ª, con el gru?ir de los cerdos, el mugir de los b¨²falos, y los delfines. En ese escenario es posible ver todo tipo de embarcaciones, desde canoas a remo, pasando por peque?os barcos en los que las mujeres usan sus paraguas para protegerse del sol, hasta ferris que transportan casi 1.000 troncos de maderas.
La explotaci¨®n de la ganader¨ªa bubalina est¨¢ demostrando no ser m¨¢s que un atajo para poder explotar m¨¢s la reserva, seg¨²n el presidente del Foro Nacional Amplio en Defensa de la Amazonia, el diputado Airton Faleiro, del Partido de los Trabajadores. ¡°La cuesti¨®n de los b¨²falos es el tel¨®n de fondo de un debate mucho mayor, que es el de la extinci¨®n de derechos, la reducci¨®n del ¨¢rea y de los ataques a las comunidades locales¡±. Nada m¨¢s posar para la foto montada en dos b¨²falos criados por su padre, la ni?a Stefany dice: ¡°Hasta yo s¨¦ que no pasa nada por criar b¨²falos. Lo ¨²nico es que no puedes dejar muchos juntos en un mismo espacio. Si no, perjudicas a la naturaleza¡±.
Si dependiera exclusivamente de Bolsonaro, no habr¨ªa resistencia alguna para esas modificaciones que pretenden sus partidarios. El mandatario ya ha afirmado, m¨¢s de una vez, que congelar¨ªa cualquier intento de creaci¨®n de nuevas unidades de conservaci¨®n ambiental o mejoras en las existentes por considerarlas un atraso. En su opini¨®n, ¡°el Estado se inviabiliza si ese tipo de pol¨ªtica sigue estando presente¡±, argument¨® en un discurso en Mato Grosso en agosto del a?o pasado. Este s¨¢bado, el presidente del Instituto Chico Mendes de Conservaci¨®n de la Biodiversidad, Giorge Cerqueira, uno de los polic¨ªas militares nombrados para altos cargos gubernamentales, participar¨¢ en un encuentro de hacendados de Porto de Moz interesados en cambiar la legislaci¨®n. El grupo lo lidera el alcalde, Berg Campos, que niega la intenci¨®n de destruir el bosque. ¡°Somos los m¨¢s interesados en preservar nuestros r¨ªos y nuestra selva. As¨ª que s¨ª, queremos su preservaci¨®n. Pero tambi¨¦n queremos que nuestro pueblo tenga calidad de vida¡±, dice.
Plantar soja
El resultado de esos cambios podr¨ªa ser la transformaci¨®n de ese trozo de la Amazonia en un gran pasto o extenso plant¨ªo. ¡°El bosque ten¨ªa tres ciclos. El primero era extraer la madera, que era la materia prima. El segundo ciclo, talar y plantar hierba. Al cabo de tres o cuatro a?os, cuando la tierra ya estuviera en descomposici¨®n, era meter el arado y plantar soja¡±, alerta Nunes da Silva, que recuerda que con la creaci¨®n de la reserva, el segundo y el tercer ciclo, y parte del primero, se han visto frenados.
Quien act¨²a en primera l¨ªnea ya siente el cambio. ¡°La situaci¨®n de conflicto siempre ha existido. En algunos periodos es mayor; en otros, menor. Hoy, vivimos una mayor intensidad de conflictos preexistentes. Todo relacionado con los discursos del presidente¡±, dice la abogada de oficio Andreia Barreto, especializada en asuntos agrarios en esta zona de Brasil.
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