El mundo en hibernaci¨®n busca salidas
La triple conmoci¨®n por el coronavirus ¡ªsanitaria, econ¨®mica y pol¨ªtica¡ª une a la humanidad bajo la misma amenaza pero la divide en las respuestas
El planeta, para un extraterrestre que aterrizase estos d¨ªas, ofrecer¨ªa una imagen extra?a, entre apacible e inquietante. M¨¢s de un tercio de la humanidad est¨¢ en casa, privada de la libertad de moverse, tan esencial y que todos damos por hecha. Las calles, vac¨ªas, como las carreteras sin coches. Los cielos claros, sin aviones. Las fronteras, cerradas. ?Los l¨ªderes? Encerrados tambi¨¦n y gestionando como pueden ¡ªprimero cada uno por su cuenta, atolondradamente, casi siempre tarde pese a las se?ales¡ª la mayor crisis que seguramente les habr¨¢ tocado afrontar en sus vidas. ?Los ciudadanos? Desconcertados por el virus que se detect¨® en China el pasado diciembre y que ha matado a m¨¢s de 28.900 personas y afectado a unos 200 pa¨ªses. Angustiados por su salud y la de sus pr¨®jimos, y por el batacazo econ¨®mico que, seg¨²n la unanimidad de los expertos, se avecina. El mundo ha entrado en hibernaci¨®n.
¡°Vivimos un momento hist¨®rico de desaceleraci¨®n, como si unos frenos gigantes detuviesen las ruedas de la sociedad¡±, explica, desde su confinamiento en la Selva Negra, el fil¨®sofo alem¨¢n Hartmut Rosa, que ha dedicado buena parte de su obra a estudiar lo que ¨¦l llama la ¡°aceleraci¨®n¡± desenfrenada de las sociedades capitalistas. ¡°En los ¨²ltimos doscientos a?os o m¨¢s, el mundo cada vez iba m¨¢s r¨¢pido¡±, argumenta. ¡°Si usted observa el n¨²mero de coches, trenes, barcos, aviones, sin cesar aumentaba el tr¨¢fico y el movimiento. Es cierto que hab¨ªa bolsas de desaceleraci¨®n, por ejemplo despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001: el tr¨¢fico a¨¦reo fue m¨¢s bajo durante unas semanas. Pero todo esto se ha interrumpido. Vivimos un momento ¨²nico de calma¡±.
El electrochoque ha dejado a los humanos aturdidos, en un estado que mezcla la calma, como dice Rosa, con el desasosiego, sin espacio f¨ªsico para moverse ni espacio mental para saber c¨®mo ser¨¢ la vida, la ciudad, el pa¨ªs, el mundo en dos o tres meses, o en un a?o.Es una sacudida triple. Sanitaria, primero: la enfermedad desconocida, la Covid-19, y el virus que la causa, el temible SARS-Cov-2. No existe una vacuna, por lo que son las medidas llamadas no-farmac¨¦uticas las que se aplican, en su modalidad m¨¢s extrema: el confinamiento. No solo de infectados o sospechosos de estarlo, sino de ciudades y regiones enteras al principio ¡ªWuhan en China desde enero, Lombard¨ªa y buena parte del norte de Italia el 8 de marzo¡ª y, en los d¨ªas siguientes, como si las piezas de domin¨® cayesen una detr¨¢s de otras, pa¨ªses grandes y peque?os, desarrollados y en v¨ªas de desarrollo. De Italia entera a la India, pasando por Espa?a, Francia, el Reino Unido y una parte considerable de Estados Unidos y de Am¨¦rica Latina: unos 3.000 millones de personas quietas y encerradas.
La segunda sacudida es econ¨®mica. Los Gobiernos asumen que el frenazo en la actividad ¡ªlas rutas del comercio mundial, ya interrumpidas cuando el coronavirus no parec¨ªa m¨¢s que un mal chino, se han bloqueado¡ª provocar¨¢ una recesi¨®n global. En 2020, la contracci¨®n del PIB ser¨¢ de un 2,2% en la zona euro, seg¨²n la agencia de calificaci¨®n Moody¡¯s, y de un 2% en Estados Unidos. Las cifras de demandantes de subsidios de desempleo en este pa¨ªs han batido un r¨¦cord: nunca, desde que hace medio siglo empez¨® a registrarse, hab¨ªa sido tan alta, m¨¢s de tres millones. Las sumas que se han inyectado o inyectar¨¢n para amortiguar el descalabro de las empresas y de los trabajadores ¡ªcinco billones de d¨®lares solo para los pa¨ªses del G20¡ª y las intervenciones de los bancos centrales dan una idea de las dimensiones del desastre que se intenta evitar, o suavizar. Vuelve a entonarse el whatever it takes (lo que sea necesario), el estribillo m¨¢gico que Mario Draghi, entonces presidente del Banco Central Europeo, pronunci¨® en 2012 para salvar al euro, y funcion¨®. Todos, no solo los bancos centrales, prometen ¡°lo que sea necesario¡±, pero ocho a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n de Draghi, el primer acto de la crisis escenifica una respuesta en orden disperso. Las fracturas de la Uni¨®n Europea reaparecen en toda su crudeza. El virus es global; las reacciones, nacionales.
Se plantea un cambio de modelo econ¨®mico. ?El fin de la globalizaci¨®n? ¡°Posiblemente sea inevitable pasar por una fase de desglobalizaci¨®n, es decir, de comercio y flujo de capitales reducidos entre los pa¨ªses¡±, escribe el economista franc¨¦s Thomas Piketty en un correo electr¨®nico a EL PA?S. ¡°Continuar como si nada no es una opci¨®n. En caso contrario, el nacionalismo triunfar¨¢¡±, avisa.
El tercer golpe, adem¨¢s del sanitario y el econ¨®mico, es pol¨ªtico. El virus ha irrumpido en un momento de repliegue de EE UU y de afirmaci¨®n nacionalista de China. La batalla, que no distingue fronteras y sobre el papel une al mundo en una misma causa, es una batalla por la influencia entre las potencias mundiales. ¡°Ahora la lucha es contra el virus. Pero el virus ser¨¢ derrotado. Y la gente volver¨¢ a trabajar y a subirse en aviones. Cuando esto ocurra, la posici¨®n de Rusia y de China se habr¨¢ reforzado comparativamente, mientras que la de Estados Unidos se habr¨¢ debilitado¡±, analiza el ensayista estadounidense Robert D. Kaplan. ¡°Como China es autoritaria¡±, a?ade Kaplan, ¡°ha sido capaz de imponer cuarentenas extremas como ninguna democracia es capaz. Al tener tantas empresas estatales, estas han podido absorber el choque econ¨®mico del virus. Y Rusia, al estar sometida a sanciones, ha sido capaz de ser m¨¢s autosuficiente desde el punto de vista econ¨®mico. En cambio, Estados Unidos y Europa, totalmente inmersas en el sistema de libre mercado, han sufrido una devastaci¨®n econ¨®mica por el virus¡±.
En unas semanas, la historia se ha acelerado, como en 1989 al caer el Muro de Berl¨ªn, o en 1914 al ser asesinado el archiduque Francisco Fernando. Y, al mismo tiempo, se ha congelado. Nunca la humanidad se hab¨ªa detenido al alim¨®n. Nunca se hab¨ªa visto una decisi¨®n colectiva semejante, aunque, parad¨®jicamente, no coordinada: cada pa¨ªs se iba confinando a su ritmo, ignorando las lecciones del vecino, repitiendo sus errores y tropiezos y, finalmente, confluyendo, con variaciones en la intensidad del confinamiento y excepciones en pa¨ªses como Corea del Sur, que lo han gestionado con medidas menos dr¨¢sticas.
No hubo largas discusiones parlamentarias ni tampoco presi¨®n social antes de decretarse la decisi¨®n de mayor trascendencia, quiz¨¢, de este siglo. La presi¨®n que condujo al cierre de las fronteras y a la clausura de los ciudadanos no era la de los votantes sino la de la locomotora sin frenos que ¡ªse tem¨ªa¡ª iba a causar centenares de miles o millones de muertos.
¡°Esto es una pandemia, por primera vez en la historia, en la que el mundo est¨¢ interconectado tecnol¨®gicamente y en el que los mercados financieros est¨¢n interconectados. Por eso ha causado una disrupci¨®n como nunca se hab¨ªa conocido¡±, dice Kaplan.
La pol¨ªtica soberana ¡ªel Estado¡ª retoma un papel central. En paralelo, arrollada por el enemigo invisible, ha quedado expuesta su impotencia. De ah¨ª las cr¨ªticas por la lenta reacci¨®n de las autoridades. ¡°En los pa¨ªses democr¨¢ticos, los Gobiernos son tan d¨¦biles que no pod¨ªan imponer la decisi¨®n antes de que esta se impusiese por s¨ª misma. Por eso llegamos tarde¡±, defiende en Par¨ªs la soci¨®loga Dominique Schnapper. ¡°?Se imagina lo que habr¨ªa sucedido si hace veinte d¨ªas el Gobierno hubiera decretado el confinamiento? No se habr¨ªa aplicado y habr¨ªa causado un esc¨¢ndalo. Ahora se le acusa de haberse retrasado¡±.
El mundo hiberna, s¨ª, pero los contornos del mundo posterior al coronavirus empiezan a dibujarse. Mientras los sanitarios luchan por las vidas de los enfermos y los investigadores persiguen contra el reloj la vacuna, los dirigentes se enfrentan al endemoniado dilema entre la preservaci¨®n de la salud p¨²blica y la supervivencia de la econom¨ªa. ¡°Este es el verdadero problema¡±, se?ala Schnapper. ¡°Hay que encontrar un equilibrio entre ambos imperativos: el sanitario, que es inmediato, y la necesidad de que la sociedad siga funcionando: seguir alimentando a la gente y que no haya un crac econ¨®mico. No hay f¨®rmula simple. La pol¨ªtica consiste en conciliar dimensiones contradictorias¡±.
Cuanto m¨¢s duren los confinamientos, m¨¢s probabilidades de atenuar la pandemia y menos de evitar la depresi¨®n econ¨®mica: este es uno de los debates. No el ¨²nico. El virus y la carrera por derrotarlo disparan la competici¨®n entre modelos pol¨ªticos. Enfrenta a autoritarios (China) y democr¨¢ticos (Europa y EE UU). Y, dentro de los democr¨¢ticos, opone a populistas y moderados. La gesti¨®n de los Trumps o Bolsonaros se medir¨¢ con la de la alemana Angela Merkel o el franc¨¦s Emmanuel Macron.
Al erigirse nuevas fronteras y responsabilizarse a la globalizaci¨®n de la propagaci¨®n de la epidemia, parecer¨ªa que el populismo y el nacionalismo saldr¨¢n fortalecidos. No est¨¢ tan claro. Porque el miedo ¡ªen este caso, a una amenaza real, no imaginaria¡ª refuerza la confianza en los cient¨ªficos y los m¨¦dicos: no es tiempo de experimentos ni de soluciones f¨¢ciles.
¡°Se podr¨ªa decir que la crisis genera los anticuerpos del populismo¡±, dice por tel¨¦fono Laurence Morel, polit¨®loga en la Universidad de Lille. ¡°No digo que vaya a hacerlo desaparecer: lo decisivo ser¨¢ la capacidad de los Gobiernos para resolver la epidemia y evitar consecuencias econ¨®micas demasiado graves. Ser¨¢n los resultados. Sabemos que los populistas prosperan cuando los Gobiernos son impotentes¡±.
Todo es incierto a¨²n. El historiador decimon¨®nico brit¨¢nico Thomas Carlyle sosten¨ªa que la historia de la humanidad era la historia de los ¡°grandes hombres¡±. Karl Marx le corrigi¨® y escribi¨® que ¡°los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente, bajo las condiciones que ellos eligen, sino bajo las condiciones directamente recibidas y heredadas del pasado". Hoy el protagonista de la historia es otro. Ni un gran hombre o mujer ¡ªun l¨ªder, un h¨¦roe, un dictador¡ª ni la lucha de clases. Es el virus invisible, que asusta y a la vez unifica y divide a la humanidad.
Fotogaler¨ªa: Un mundo de calles vac¨ªas
La pandemia que se ha propagado por el mundo con cientos de miles de afectados ha paralizado la econom¨ªa mundial y ha vaciado los espacios p¨²blicos de las principales capitales del planeta. Pinche sobre la foto para ver la fotogaler¨ªa.
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