Hong Kong: herido o muerto
Al Partido Comunista, que mide cuidadosamente los riesgos, le compensa dar ejemplo de mano dura
Es el fin de la excepcionalidad jur¨ªdica de la isla, del ¡°un pa¨ªs, dos sistemas¡± que pactaron China y el Reino Unido en 1997 con la descolonizaci¨®n. China ha aprobado una nueva ley de seguridad nacional para Hong Kong sin pasar por el Parlamento local ni someterla a ning¨²n escrutinio. El texto recoge los delitos de subversi¨®n, traici¨®n, terrorismo e injerencia extranjera, y Pek¨ªn tendr¨¢ la ¨²ltima palabra a la hora de interpretarlos. Para los disidentes chinos que llevan d¨¦cadas refugi¨¢ndose en la isla es demoledor pensar que pronto abrir¨¢n all¨ª oficinas de la polic¨ªa secreta china. Los abogados locales hablan de frustraci¨®n y de una medida ilegal que viola la Ley B¨¢sica de la isla. Las calles se han llenado de manifestantes, pero el final est¨¢ claro. A Hong Kong solo le quedan dos opciones: salir herido o muerto.
Washington ha declarado que, para el Departamento de Estado, Hong Kong ya no tiene autonom¨ªa. Deja caer que puede imponer los mismos aranceles a las exportaciones de la isla que a los productos de China. Est¨¢ por ver si lo har¨¢ o solo pretende presionar, ya que esa medida da?ar¨ªa tambi¨¦n a la econom¨ªa estadounidense, que ya est¨¢ muy maltrecha, antes de las elecciones. Tanto los republicanos como los dem¨®cratas est¨¢n usando Hong Kong como gasolina electoral. La cadena Fox entrevist¨® el otro d¨ªa al activista hongkon¨¦s Joshua Wong. Como Donald Trump, Wong sabe dar donde duele: habla del ¡°virus de Wuhan¡± para referirse al origen de la pandemia. Insiste en que la nueva ley de seguridad nacional da?ar¨¢ a los expatriados y a los negocios internacionales. Y asegura que apoyarles no es una cuesti¨®n de izquierda o derecha, sino de lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal. Los activistas de Hong Kong reclaman sanciones, necesitan internacionalizar el conflicto; los republicanos, no hablar tanto de la gesti¨®n de la covid-19.
En la ciudad semiaut¨®noma los problemas no son solo pol¨ªticos. Llevan a?os con una agenda social desatendida. Es la ciudad con el metro cuadrado m¨¢s caro del mundo. El a?o pasado, los manifestantes coreaban los versos del rapero Tomiyama: ¡°7.000 d¨®lares por una jaula, ?y todav¨ªa crees que nos importa ir a la c¨¢rcel?¡± A ra¨ªz de la pandemia, el paro juvenil ha aumentado y los alquileres siguen por las nubes. Pek¨ªn tiene un plan, pero levanta resquemor: desde 2017 est¨¢ desarrollando el proyecto Great Bay Area para unir las ciudades de Hong Kong, Macao, Shenzhen y otras ciudades de Cant¨®n. A los residentes de Hong Kong eso supuestamente les permitir¨ªa acceder a una vivienda y a escuelas m¨¢s baratas. A cambio, ser¨ªan fagocitados por el sistema chino. Como dice Steve Tsang, polit¨®logo y director del SOAS China Institute, est¨¢ claro que erosi¨®n de derechos y libertades va a haber, la clave es que esta sea soportable. Para muchos eso es claudicar. La cuesti¨®n es cu¨¢nto van a obtener resistiendo.
En los a?os 70 Hong Kong era el tercer centro de negocios del mundo, un territorio industrial que hab¨ªa logrado reinventarse en capital financiera. Fue el laboratorio capitalista de una China pobre. Hoy es un lugar fascinante venido a menos. Se debate, pero cada vez con m¨¢s cautela. En 2015 desaparecieron cinco libreros locales, entre ellos Gui Minhai, que editaba libros sobre la c¨²pula del Partido. Este a?o ha sido condenado a diez a?os de c¨¢rcel por espionaje. China ha ido imponi¨¦ndose tambi¨¦n en lo econ¨®mico: Hong Kong apenas supone el 3% de su econom¨ªa, la mitad de lo que han perdido por la pandemia. Por eso, al Partido Comunista, que mide cuidadosamente los riesgos, le compensa dar ejemplo de mano dura. El lema nihilista de los manifestantes hongkoneses m¨¢s radicales, lam chao (si nos quem¨¢is, nos quemamos todos; destrucci¨®n mutua), tiene pocos visos de funcionar. M¨¢s im¨¢genes de la ciudad destrozada como las que vimos el a?o pasado solo servir¨¢n para que China agarre m¨¢s fuerte el volante.
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