La mentira racista tiene consecuencias
Como demuestra la historia del fascismo, poner el racismo y la violencia pol¨ªtica en tela de juicio es de capital importancia para la supervivencia de la democracia
¡°Cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos. ?Gracias!¡±. Twitter se?al¨® que este tuit ¡°glorifica la violencia¡±. El autor de tan totalitario mensaje no fue un fascista cualquiera sino nada menos que el presidente norteamericano, Donald Trump.
Nada de esto es nuevo de parte de Trump pero marca una diferencia con respecto a Twitter, que d¨ªas antes tambi¨¦n hab¨ªa se?alado que un tuit presidencial faltaba a la verdad. No es novedoso que Trump, un populista de extrema derecha, mienta o amenace a los manifestantes que protestan en distintos puntos de Estados Unidos por la ejecuci¨®n policial de un afroamericano indefenso, pues el presidente se ha dedicado a elogiar o promover acciones racistas y represivas de diversos grupos terroristas de derecha y neonazis. De hecho, el d¨ªa anterior el caudillo de la Casa Blanca hab¨ªa hecho un retuit de un mensaje de un seguidor, ¡°un cowboy de Trump¡± que advert¨ªa que ¡°el ¨²nico dem¨®crata bueno es un dem¨®crata muerto.¡±
Periodistas arrestados en vivo, asesinatos de minor¨ªas por la polic¨ªa, y un aumento de la miseria y el racismo en el marco de una crisis global, ?se est¨¢ convirtiendo Estados Unidos en la Alemania de Weimar? Los paralelos con el momento en que la democracia alemana fue destruida desde adentro por el fascismo son reales pero no pueden confundirnos. Todav¨ªa la democracia de Estados Unidos puede defenderse de estos ataques.
La ofensiva de Trump contra las redes sociales se suma a los recurrentes ataques a la prensa independiente que el caudillo define como ¡°enemigos del pueblo¡±, y que son moneda corriente, pero est¨¢ claro que estamos viendo un incremento del acercamiento del populismo de Trump al universo mental del fascismo.
?C¨®mo es posible que la Casa Blanca promueva y provoque actos de racismo tan cercanos a los modos de los fascistas? Desde un punto vista hist¨®rico se nota que estamos en presencia de un nuevo cap¨ªtulo en la historia del fascismo y el populismo, dos ideolog¨ªas pol¨ªticas distintas que ahora comparten un objetivo: fomentar el racismo sin evitar la violencia pol¨ªtica. A diferencia del fascismo, en su historia el populismo (de Juan Domingo Per¨®n a Hugo Ch¨¢vez y Silvio Berlusconi) fue una concepci¨®n autoritaria de la democracia que a partir de 1945 reelabor¨® el legado del fascismo para recombinarlo con distintos procedimientos democr¨¢ticos. El populismo emergi¨® como una forma de posfascismo reformulada en funci¨®n de una era democr¨¢tica. En otras palabras: el populismo es el fascismo adaptado a la democracia. Hist¨®ricamente, el populismo rechaz¨® la centralidad del racismo y la violencia en la pol¨ªtica pero los nuevos populistas vuelven a hacer de la violencia y la discriminaci¨®n un eje central de su acci¨®n.
En este marco, no es de extra?ar que, en los Estados Unidos, gente ideol¨®gicamente alineada con Trump pueda embarcarse en acciones de violencia pol¨ªtica y actos racistas. Estas formas de violencia pol¨ªtica tienen lugar fuera del ¨¢mbito del Gobierno y el l¨ªder norteamericanos. Pero Trump es responsable moral y ¨¦ticamente de promover un clima de violencia racista y de ataque a los medios, en particular a trav¨¦s de las redes sociales.
El resultado es un clima de violencia fomentado en nombre de mentiras racistas disfrazadas de verdades. La historia nos ense?a hasta qu¨¦ punto las mentiras fascistas y racistas tuvieron consecuencias horrendas. Sabemos lo que sucedi¨® cuando se hizo realidad la mentira fascista. Si el fascismo alem¨¢n triunf¨®, no fue solo por la gente que apoy¨® las pol¨ªticas racistas de Hitler, sino tambi¨¦n por la gente a la que simplemente no le import¨® que el racismo fuera un elemento caracter¨ªstico del nacionalsocialismo. La diferencia clave entre ese momento y este es la condena amplia que reciben las mentiras racistas del presidente y el impacto que tienen en amplios sectores de la sociedad norteamericana que las resiste.
A diferencia de la ¨¦poca dictatorial de Hitler y Mussolini, cuando se elimin¨® la libertad de prensa, hoy la prensa independiente sigue trabajando en los Estados Unidos. Su tarea es esencial para la democracia. Acusar a los medios de mentir, de ser poco confiables, presupone la idea de que la ¨²nica fuente de verdad es el l¨ªder. En una ¨¦poca en que el presidente norteamericano demoniza a los periodistas y a las minor¨ªas, la prensa independiente sigue informando sobre las mentiras y el racismo y corroborando los hechos. A esta defensa de la democracia se suma ahora Twitter y esto le molesta mucho a Trump como tambi¨¦n a sus ac¨®litos postfascistas de Vox en Espa?a y esbirros muy cercanos al totalitario presidente de Brasil, Jair Mes¨ªas Bolsonaro, el Trump de los Tr¨®picos que quiere destruir a la democracia de su pa¨ªs.
Como demuestra la historia del fascismo, poner las mentiras racistas y la violencia pol¨ªtica en tela de juicio es de capital importancia para la supervivencia de la democracia. Tanto en Estados Unidos como en Espa?a y Brasil, las mentiras racistas y la glorificaci¨®n de la violencia constituyen ataques graves contra la democracia. Lo que hacen es menoscabar la confianza en las instituciones democr¨¢ticas, tal como lo hicieron los fascistas. Hoy sabemos que hay que defender la democracia de manera activa, porque las instituciones y tradiciones democr¨¢ticas no son tan fuertes como muchos creen. Las mentiras, la glorificaci¨®n de la violencia y el racismo, en efecto, pueden destruir la democracia.
Federico Finchelstein es catedr¨¢tico de Historia de la New School of Social Research de Nueva York. Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica para EL PA?S.
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