El Hombre de Skandia, de testigo a asesino
Stig Engstr?m, que se suicid¨® hace 20 a?os, quedar¨¢ en la memoria pol¨ªtica de Suecia como la persona que mat¨® a Olof Palme, padre del Estado de bienestar
Testigo, sospechoso e inculpado. Stig Engstr?m, conocido como El Hombre de Skandia (por el nombre de la empresa en la que trabajaba), ha sido un habitual en la investigaci¨®n policial m¨¢s extensa y, probablemente, m¨¢s importante de Suecia: el asesinato del primer ministro Olof Palme en 1986. Engstr?m, sin embargo, se suicid¨® hace dos d¨¦cadas, con 66 a?os, y su desaparici¨®n hace imposible que la fiscal¨ªa contin¨²e con las pesquisas, por lo que da as¨ª carpetazo al caso que conmovi¨® a la Europa de los a?os ochenta del siglo pasado.
Engstr?m naci¨® en Bombay en 1934. De padres suecos, volvi¨® al pa¨ªs escandinavo cuando ten¨ªa 12 a?os. Fue un mal estudiante ya en la primaria y, como no es extra?o con los ni?os rezagados, ingres¨® en una escuela militar. All¨ª pudo labrarse una carrera hasta llegar a sargento. Autodefinido en varias entrevistas en la prensa sueca como ¡°extremadamente t¨ªmido¡±, aunque seguro de s¨ª mismo, abandon¨® la carrera castrense y acab¨® trabajando como dise?ador gr¨¢fico en la empresa de seguros Skandia, en la que acab¨® jubil¨¢ndose. En sus oficinas, cercanas a la escena del crimen, fue visto por ¨²ltima vez justo antes de que Palme agonizara en la acera sobre un charco de su propia sangre.
Pese a que al d¨ªa siguiente del asesinato ten¨ªa planificado un viaje de esqu¨ª, el ya autor oficial del magnicidio de Palme le dijo a su esposa que deb¨ªa volver ese viernes a la oficina a terminar unos asuntos. Entr¨® y sali¨® varias veces del edificio, pero minutos antes del suceso, hacia las 11 de la noche del viernes 28 de febrero de 1986, Engstr?m se march¨® en direcci¨®n al metro de Estocolmo. Vest¨ªa abrigo oscuro, gorro y gafas, seg¨²n las im¨¢genes de las c¨¢maras de seguridad, que han sido revisadas una y otra vez por los investigadores. Especialmente desde 2017, cuando el equipo del fiscal Krister Petersson decidi¨® reabrir el caso, cerrado anteriormente por falta de pruebas.
Ese abrigo, ese gorro y esas gafas son una estampa casi familiar en la bibliograf¨ªa del magnicidio. El propio Engstr?m, que ten¨ªa problemas econ¨®micos y estaba en tratamiento por beber demasiado, seg¨²n la prensa local, llam¨® a la polic¨ªa al d¨ªa siguiente del asesinato, el s¨¢bado, con la voluntad de reconocer que ¨¦l estuvo all¨ª pero que no fue el responsable del crimen. El Hombre de Skandia se acerc¨® al punto donde Palme fue disparado, cerca del Grand Cinema para, seg¨²n su versi¨®n, darle los primeros auxilios.
Eso fue lo que cont¨® en un primer momento, que fue el primero en intentar reanimar a Palme, que yac¨ªa en la acera donde hoy hay una placa en su memoria, y que se?al¨® a los dem¨¢s viandantes con el dedo la direcci¨®n por donde el autor de los disparos se hab¨ªa esfumado. Nadie le vio. Ning¨²n testigo de la veintena de ellos que los investigadores han situado en la escena ha respaldado la coartada de El Hombre de Skandia. Todos los testimonios aseguraron, sin embargo, que un hombre de similar apariencia a la de Engstr?m desapareci¨® en la noche, corriendo por un callej¨®n, tras disparar por la espalda y a quemarropa a Palme y dejar herida a su esposa Lisbet, que muri¨® hace dos a?os. Los testigos aseguraron que el hombre a la fuga llevaba abrigo oscuro, gorro y gafas.
Ideolog¨ªa
Stig Engstr?m era un hombre conservador. En los a?os ochenta lleg¨® a militar en el Partido Moderado (los conservadores tradicionales y en la actualidad l¨ªderes de la oposici¨®n) y era muy cr¨ªtico con las pol¨ªticas del progresista Palme. Gente de su entorno ha declarado a la prensa local que hablaba muy mal del socialdem¨®crata, considerado por muchos dentro y fuera de Escandinavia como el padre del Estado de bienestar, pero que tampoco le ve¨ªan capaz de asesinar. La fiscal¨ªa ha reconocido que el m¨®vil del magnicidio no es claro, pese a que Palme y Engstr?m estuvieran en las ant¨ªpodas ideol¨®gicas.
Tras revisar los m¨¢s de 700.000 folios de sumario (la prensa local asegura que ocupan 250 metros de estanter¨ªa), cuestionar a m¨¢s de 10.000 personas, imputar a 130 y acusar a otra (Christer Pettersson, un delincuente que fue encarcelado y liberado poco despu¨¦s por falta de pruebas contundentes), la Fiscal¨ªa ha llegado hasta donde ha podido. Las autoridades creen que los indicios que apuntan a El Hombre de Skandia son suficientes para cerrar la herida. ¡°Aunque la escena era un caos, ¨¦l [Engstr?m] claramente no actu¨® como dijo en un primer momento que actu¨®¡±, sostiene el fiscal.
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