La pandemia asesta otro golpe al bolsillo de las familias rusas
Putin, con la popularidad mermada y en v¨ªsperas de una reforma legal clave para su continuidad, promete medidas de apoyo a los hogares con hijos
A carcajadas, Yana Zubkova da impulso a su hija Alisa en el balanc¨ªn. A pizpireta y rubia cr¨ªa de a?o y medio le encanta el parque. Hace unos d¨ªas volvieron a bajar al ajado espacio junto apartamento comunitario en el que viven en Samara, una ciudad en la ribera del Volga. Ya antes de la pandemia de coronavirus sol¨ªan pasar all¨ª horas. Bajar al parquecillo es gratis, comenta la joven, de 21 a?os. Y Zubkova mira cada rublo. Dej¨® de trabajar antes de que naciera la peque?a y su marido est¨¢ cumpliendo el servicio militar obligatorio en Komi, a unos 1.800 kil¨®metros de casa. As¨ª que los ¨²nicos ingresos de su hogar proceden ahora de los subsidios sociales del Estado por Alisa y del plan econ¨®mico que da el Ej¨¦rcito a los reclutas por cada hijo. En total completan unos 12.130 rublos (155 euros); el equivalente al salario m¨ªnimo ruso. ¡°Haciendo muchos equilibrios y con algo de ayuda me las arreglo, pero los gastos se acumulan; y las cosas en vez de mejorar est¨¢n cada vez peor¡±, comenta la joven de cabello rojizo.
Zubkova explica que ha utilizado ya toda la paga extraordinaria de 10.000 rublos (120) que el Estado dio hace unas semanas a las familias por cada hijo para hacer frente al impacto del coronavirus para pagar gastos corrientes. De momento Alisa y ella est¨¢n en casa de su padre, en un barrio de bloques bajos que en la ¨¦poca de la antigua URSS alberg¨® a trabajadores de una metal¨²rgica, as¨ª que no tiene que pagar alquiler. ¡°La vida es cara y habr¨¢ que ver si cuando Andrei, mi esposo, regrese encuentra un trabajo¡±, dice. En un pa¨ªs poco acostumbrado al paro, el desempleo ha subido hasta el 6,1%; el m¨¢ximo desde 2012. Y eso que los expertos creen que con el retraso burocr¨¢tico todav¨ªa no ha llegado a aflorar la cifra real de personas que han perdido sus trabajos. Este 2020 es el sexto a?o consecutivo en el que los ingresos reales de los rusos caen. Ahora, con los efectos econ¨®micos de la pandemia y el descenso de los precios del petr¨®leo, puede que la bajada a¨²n sea mayor de la esperada. Y el golpe m¨¢s fuerte de los problemas acumulados lo est¨¢n sintiendo familias como la de Zubkova y en ciudades medias como Samara, de 1,1 millones de habitantes, lejos de los focos empresariales m¨¢s desarrollados de Mosc¨² o San Petersburgo.
Los seis a?os de estancamiento econ¨®mico derivado de las sanciones occidentales por anexionarse la pen¨ªnsula de Crimea unidos a la crisis sanitaria y social provocada por la covid-19 est¨¢n haciendo mella en la popularidad del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, que se ha desplomado desde principios de a?o a m¨ªnimos hist¨®ricos ¡ªun 59%, una cifra todav¨ªa envidiable para los l¨ªderes occidentales, sin embargo¡ª. Tambi¨¦n pierde puntos entre su granero de votantes. Los grandes planes esbozados por el presidente ruso a principios de a?o para subir el gasto estatal en programas de sanidad o educaci¨®n y estimular los ingresos de las familias para aumentar la natalidad ¡ªsu gran caballo de batalla¡ª parecen ahora m¨¢s que nunca una entelequia.
Con el 13% de sus 145 millones de habitantes viviendo en la pobreza, seg¨²n datos oficiales, y con la perspectiva de que la econom¨ªa rusa se va a contraer un 5,5% este a?o, seg¨²n el Fondo Monetario Internacional, el l¨ªder ruso ha vuelto a aplicar una vieja receta conocida: prometer subsidios, cr¨¦ditos, beneficios y pagas extraordinarias para las familias; sobre todo las numerosas. Ya lo hizo a principios de a?o, justo al tiempo de anunciar una reforma constitucional que con el tiempo se ha revelado estructural. Y lo ha vuelto a repetir esta semana, en v¨ªsperas de la votaci¨®n de las enmiendas a la Carta Magna que le allanar¨ªan en camino para volver a presentarse a las presidenciales de 2024 y quedarse otros 12 a?os en el sill¨®n del Kremlin.
¡°Son medidas 2x1¡±, las define el economista Artiom Torchinksi. ¡°Son beneficiosas para las familias con hijos y al mismo tiempo son un soborno para los votantes¡±, comenta. La consulta popular sobre la reforma de la Constituci¨®n que empez¨® el jueves y termina el 1 de julio no es vinculante. Ni siquiera hay un porcentaje m¨ªnimo para que sea v¨¢lida, pero el Kremlin quiere tener una alta participaci¨®n para legitimar el proyecto que esta sembrado de ¡®medidas gancho¡¯, como la que garantiza que las pensiones deben subir conforme a la inflaci¨®n y que el salario m¨ªnimo debe establecerse por encima de la l¨ªnea de pobreza. Puntos que, seg¨²n Torchinksi, no tendr¨¢n ninguna consecuencia porque ya est¨¢n regulados y que son un ¡°tel¨®n propagand¨ªstico¡± para la medida m¨¢s relevante: la que permitir¨ªa a Putin perpetuarse. Y el proyecto se vota completo: s¨ª o no a todo.
A Olga Gorkunova le da igual si las medidas son propaganda. ¡°Se ha hecho en un buen momento, mucha gente necesita el dinero as¨ª que para qu¨¦ pensar en una motivaci¨®n oculta¡ Putin es un buen presidente; ahora mismo no hay nadie que pueda reemplazarle¡±, remarca la mujer, de 35 a?os, madre divorciada de cuatro hijos de entre cuatro y 18 a?os. Como casi la mitad de los rusos, Gorkunova no tiene ahorros. Ninguno. Con su salario de unos 25.000 rublos (319 euros) mensuales como secretaria en una peque?a compa?¨ªa de Recursos Humanos y la pensi¨®n que de pascuas a ramos le pasa el padre de los ni?os, la familia no llega a final de mes. Gorkunova trata de hacer horas extra cuando puede y la compa?¨ªa lo permite.
Pero sobre todo tira de dos tarjetas de cr¨¦dito. ¡°Ni siquiera son para caprichos, las uso para cosas b¨¢sicas, alg¨²n imprevisto porque se ha roto un electrodom¨¦stico, zapatos para los ni?os, material para la escuela¡±, comenta en su peque?a oficina instalada en una estaci¨®n de autobuses a las afueras de Samara. A ritmo que los ingresos reales de los rusos ca¨ªan han ido aumentando los cr¨¦ditos y los pr¨¦stamos personales para consumidores. Y tambi¨¦n ha habido un boom en el uso de pr¨¦stamos r¨¢pidos, a menudo con intereses usureros que est¨¢n causando verdaderos estragos.
Tatiana Push los conoce de cerca. Esta trabajadora social menuda y de voz pausada es voluntaria desde hace a?os en Domik Detsv, una ONG que ayuda a familias con ni?os a navegar por la burocracia de las ayudas y que les proporciona una ¡®cesta b¨¢sica¡¯ con alimentos y productos de higiene que se ha convertido en fundamental para 42 hogares; la mayor¨ªa de mujeres solas con varios hijos. A Push, de 43 a?os, no le convencen las ¨²ltimas medidas de apoyo a las familias anunciadas por Putin. ¡°Suenan bien, son la m¨²sica que muchas personas en dura situaci¨®n econ¨®mica quieren escuchar, pero no van a la ra¨ªz del problema. En este caso es como si hubieran pensado: ¡®Vamos a rociarlos con una lluvia de rublos, a ver si mejora la popularidad¡±, dice en la sede de la organizaci¨®n, una peque?a habitaci¨®n en el bajo de un edificio repleta de cajas para repartir. ¡°Adem¨¢s, muchas familias tienen miedo de que todos esos programas queden en papel mojado en cuanto Putin tenga su preciada nueva Constituci¨®n¡±, remarca.
Push se plantea por qu¨¦ el Gobierno ruso es reacio a gastar en est¨ªmulo econ¨®mico y en hacer un verdadero plan estructural de apoyo. Pero efectivamente el Kremlin prioriza el ahorro y pese a que la situaci¨®n es delicada se muestra reticente a abrir las arcas del llamado Fondo de Bienestar, donde tiene ahorrado unos 165.000 millones de d¨®lares procedentes de los ingresos del petr¨®leo en los tiempos de bonanza.
Samara va despertando del confinamiento, todo a punto para la votaci¨®n que culminar¨¢ el mi¨¦rcoles. La ciudad recupera actividad, aunque la mayor¨ªa de los bares y restaurantes est¨¢n todav¨ªa cerrados y ofrecen servicios para llevar. La mayor¨ªa de las familias que se acercan a la sede de Domik Detsv no llevan mascarilla. All¨ª, Ekatererina Nemtsova, acaba de llenar una bolsa roja de paquetes de arroz, leche, aceite, harina o pasta de dientes que Push y su compa?ero voluntario Ant¨®n Rubin, tienen perfectamente etiquetados. Es una organizaron sin ¨¢nimo de lucro pero eso no significa que cualquiera se pueda un pasar por all¨ª y recibir la ayuda, explica Push. Las autoridades hacen auditor¨ªas a fondo y aunque la ONG se nutre de donaciones privadas, las familias tienen que documentar que tienen bajos recursos para recibir el apoyo.
Nemtsova, que trabaja como limpiadora, cuenta que esta sola con sus tres hijos de cinco, ocho y 14 a?os. No tiene muchas esperanzas en que las nuevas ayudas vayan a cambiar las cosas para familias como la suya, ni en que la reforma de la Constituci¨®n vaya a suponer m¨¢s garant¨ªas sociales, como insinu¨® Putin el pasado lunes en un discurso a la naci¨®n retransmitido por televisi¨®n: ¡°Si hay m¨¢s apoyo, estupendo, pero lo dudo¡±, dice Nemtsova esc¨¦ptica, ¡°el Estado diga lo que diga, no siempre cumple, he aprendido a arregl¨¢rmelas totalmente por mi cuenta. No espero nada¡±.
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