Trump causa estupor entre los dem¨®cratas al librar de la c¨¢rcel a un exasesor condenado por la trama rusa
Roger Stone deb¨ªa cumplir tres a?os y cuatro meses de prisi¨®n por mentir al Congreso. El fiscal Mueller recalca que el consultor republicano sigue siendo "un criminal convicto"
La intervenci¨®n de Donald Trump en la justicia ha vivido un nuevo cap¨ªtulo para recordar con la decisi¨®n de evitar la pena de c¨¢rcel a su amigo y exasesor Roger Stone. La medida de clemencia es una de las atribuciones de los mandatarios de EE UU, pero este caso plantea una seria cuesti¨®n de conflicto de intereses. Stone fue condenado a tres a?os y cuatro meses por mentir en la investigaci¨®n de la trama rusa. No solo dispara las alarmas la vieja relaci¨®n personal entre ambos, sino que el delito cometido fue obstruir las pesquisas del Congreso en un caso que ten¨ªa en el punto de mira al propio mandatario. En un art¨ªculo de opini¨®n publicado en The Washington Post, el fiscal especial de la trama rusa, Robert S. Mueller, afirm¨® que Stone ¡°sigue siendo un criminal convicto¡±.
Stone, de 67 a?os, es una de las criaturas m¨¢s singulares de ese Washington carne de serie televisiva, mucho antes de que estas se pusieran de moda. Lobista y consultor, ha asesorado a pr¨¢cticamente todos los presidentes republicanos desde Ronald Reagan usando a menudo malas artes, como cuando boicote¨® a un rival republicano de Richard Nixon o cuando trat¨® de infiltrar a un esp¨ªa en la campa?a de otro dem¨®crata. El tatuaje de Nixon en la espalda y la extravagancia de su armario lo han acabado por convertir en un personaje imprescindible de las cloacas pol¨ªticas americanas. A Trump lo conoci¨® hace casi cuatro d¨¦cadas, cuando se lo present¨® ni m¨¢s ni menos que Roy Cohn, el siniestro abogado asesor de Joseph McCarthy.
Que su nombre apareciera en la larga y compleja investigaci¨®n de la trama rusa era casi un imperativo de guion. El Congreso investigaba, por un lado, si el Kremlin hab¨ªa interferido en la campa?a de 2016 para favorecer la victoria de Donald Trump frente a Hillary Clinton y, por otro, si el hoy presidente o su entorno hab¨ªan colaborado en dicha estratagema. El pasado noviembre, Stone fue hallado culpable de siete cargos, entre ellos, mentir bajo juramento sobre sus contactos con WikiLeaks ¡ªen busca de trapos sucios sobre la candidata dem¨®crata¡ª y presionar a otro testigo para que no le contradijera.
La semana pr¨®xima deb¨ªa entrar en una prisi¨®n federal para cumplir tres a?os y cuatro meses por torpedear las pesquisas. La Casa Blanca anunci¨® la suspensi¨®n de la pena el viernes por la noche en un comunicado vehemente, pero que no cuestionaba la culpabilidad del exasesor de Trump en los delitos. ¡°Roger Stone es una v¨ªctima del bulo de Rusia, de la izquierda y de sus aliados en los medios de comunicaci¨®n perpetuado durante a?os en un intento de socavar la Presidencia Trump. Nunca hubo colusi¨®n entre la campa?a de Trump o la Administraci¨®n de Trump con Rusia¡±, se?al¨® el escrito.
La decisi¨®n desat¨® un torrente de cr¨ªticas entre los dem¨®cratas. La senadora Elizabeth Warren, ex precandidata presidencial, calific¨® a Trump como ¡°el presidente m¨¢s corrupto de la historia¡± de EE UU y le acus¨® de haber convertido la democracia ¡°en una burla¡±. Dos comit¨¦s de la C¨¢mara de Representantes, controlada por la oposici¨®n, anunciaron que investigar¨¢n la medida de clemencia. ¡°Con Trump hay dos sistemas judiciales en EE UU: uno para sus amigos criminales y otro para todos los dem¨¢s¡±, afirm¨® el congresista californiano Adam Schiff, presidente del Comit¨¦ de Inteligencia de la C¨¢mara baja.
La pol¨¦mica por Stone estalla despu¨¦s de otros episodios ins¨®litos sobre la intervenci¨®n del Gobierno en asuntos judiciales. El pasado 7 de mayo, el Departamento de Justicia decidi¨® retirar los cargos a Michael Flynn, el primer consejero de Seguridad Nacional de Trump, pese a que se hab¨ªa declarado dos veces culpable de mentir al FBI sobre sus contactos con Mosc¨², tambi¨¦n en el marco de la trama rusa.
Trump ya llevaba tiempo reclamando la exculpaci¨®n de Flynn, con un argumento similar al usado ahora con Stone: que hab¨ªan ca¨ªdo v¨ªctimas de una supuesta ¡°caza de brujas¡± contra el presidente. El fiscal especial de la trama rusa, Robert S. Mueller, dio por probado que hubo injerencia de Mosc¨² en la campa?a de 2016, aunque no hall¨® pruebas de conchabanza con ning¨²n ciudadano estadounidense. Al no haber colusi¨®n, argumenta Trump, no se les debe castigar. Stone, sin embargo, fue condenado por mentir en las investigaciones, al igual que Flynn.
El presidente volvi¨® a provocar pol¨¦mica el pasado 20 de junio, cuando destituy¨® al m¨¢s alto fiscal del distrito sur de Nueva York, Geoffrey Berman, que fue quien proces¨® a Michael Cohen (exabogado personal de Trump) y estaba investigando a otro personaje clave del entorno del presidente, su tambi¨¦n abogado personal Rudy Giuliani. El fiscal general y jefe del Departamento de Justicia, William Barr, hab¨ªa comunicado el relevo de Berman el d¨ªa anterior, sin explicar los motivos, pero este se hab¨ªa resistido, lo cual deriv¨® en un pulso p¨²blico. El fiscal acab¨® abandonando el cargo de forma voluntaria.
Antes, Trump ya hab¨ªa disparado las alarmas con el cese del fiscal general Jeff Sessions, al que culpa en buena parte de la investigaci¨®n de la trama rusa, y el despido del director del FBI James Comey cuando investigaba el caso, lo que deriv¨® en el nombramiento de Mueller como fiscal especial independiente.
La decisi¨®n de un presidente de evitar la c¨¢rcel de un convicto acarrea cr¨ªticas muy a menudo. En enero de 2017, a escasos d¨ªas de dejar la presidencia, Barack Obama hizo lo propio con la pena de Chelsea Manning, la exanalista militar condenada por filtrar cientos de miles de documentos secretos a WikiLeaks. La excarcelaci¨®n de Manning, que hab¨ªa cumplido seis de los 35 a?os impuestos, fue reprobada por muchos republicanos. La decisi¨®n, sin embargo, no entraba en el terreno del conflicto de intereses ni ten¨ªa lugar despu¨¦s de una implicaci¨®n personal del presidente en favor de la convicta.
Queja del fiscal general
La propia pena impuesta a Stone ya hab¨ªa causado rifirrafes p¨²blicos ins¨®litos. Cuatro fiscales hab¨ªan pedido que se le condenase a entre siete y nueve a?os de prisi¨®n y Trump lo critic¨® abiertamente en Twitter. El Departamento de Justicia intervino para pedir una pena m¨¢s leve y los fiscales dimitieron. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el tribunal dict¨® los 40 meses de prisi¨®n. ¡°Me encantar¨ªa ver a Roger exonerado porque personalmente creo que se le ha tratado muy injustamente¡±, dijo entonces el presidente.
Barr se lleg¨® a quejar de que los pronunciamientos p¨²blicos del mandatario complicaban su trabajo, aunque neg¨® que este le hubiese pedido nunca nada sobre un caso penal. ¡°Eso no significa que no tenga, como presidente, el derecho legal de hacerlo, lo tengo, pero hasta ahora he decidido no hacerlo¡±, respondi¨® Trump.
Este s¨¢bado, el presidente defendi¨® su decisi¨®n. ¡°Roger Stone estaba en el punto de mira de una caza de brujas ilegal que jam¨¢s debi¨® tener lugar. ?Los criminales est¨¢n en el otro lado, incluyendo a Obama y Biden [su rival en las urnas en noviembre], que espiaron mi campa?a y les agarraron!¡±, escribi¨®, alentando de nuevo acusaciones sobre los dem¨®cratas a las que la justicia no encuentra base.
La medida de gracia a Roger Stone, que se encontraba en arresto domiciliario en su casa de Florida, no borra la condena del lobista, pero le libra de ingresar en prisi¨®n. Los abogados de Stone hab¨ªan pedido postergar el encarcelamiento alegando los riesgos de contagio del coronavirus, pero el tribunal concedi¨® tan solo 15 d¨ªas de pr¨®rroga, del 30 de junio al 15 de julio. La pandemia no salv¨® a Stone, pero s¨ª Trump.
Las controvertidas medidas de clemencia del presidente
No es la primera vez que la clemencia presidencial de Donald Trump arrastra una pol¨¦mica en Estados Unidos. En agosto de 2017 utiliz¨® otra de las prerrogativas de su cargo e indult¨® al exsheriff Joe Arpaio, considerado por muchos como el rostro de la ofensiva discriminatoria contra los inmigrantes en Estados Unidos.
Arpaio hab¨ªa sido condenado por un juez federal por aterrorizar a los sin papeles del condado de Maricopa (Phoenix) bas¨¢ndose en criterios racistas, pero este ignor¨® la decisi¨®n de los jueces y sigui¨® con sus t¨¢cticas. Tras la insubordinaci¨®n, una magistrada federal lo encontr¨® culpable de desacato. Pero el mandatario le otorg¨® el perd¨®n presidencial incluso antes de que se conociera la sentencia.
En abril de 2018, el republicano tambi¨¦n utiliz¨® esta extraordinaria medida con Lewis Libby, quien fue jefe de gabinete del exvicepresidente republicano Dick Cheney. Conocido como Scooter, fue condenado en 2007 por perjurio y obstrucci¨®n a la justicia durante la investigaci¨®n de la filtraci¨®n a la prensa de la identidad de la exesp¨ªa de la CIA Valerie Plame. La condena fue parte de un caso relacionado con la Guerra de Irak y las inexistentes armas qu¨ªmicas que la Administraci¨®n de George W. Bush utiliz¨® como pretexto para la intervenci¨®n militar en ese pa¨ªs en 2003. Bush par¨® la entrada en prisi¨®n de Libby en su d¨ªa, pero Trump le otorg¨® despu¨¦s el perd¨®n completo.
Una de las medidas de gracia m¨¢s sorpresiva fue la que aprob¨® el pasado febrero para el dos veces gobernador dem¨®crata por Illinois Rod Blagojevich, de 63 a?os. Le acort¨® la condena y le ha librado as¨ª de cumplir el resto de la pena, siete a?os m¨¢s en prisi¨®n. Blagojevich hab¨ªa sido condenado en 2011 a 14 a?os de c¨¢rcel por 17 cargos, entre ellos el de intentar vender al mejor postor el esca?o del Senado que Barack Obama dej¨® libre al ganar la presidencia en 2008. Tambi¨¦n extorsion¨® a directivos de un hospital infantil y a ejecutivos del negocio de las carreras de caballos para conseguir presupuesto para su campa?a a cambio de favores pol¨ªticos.
El veredicto que lo declar¨® culpable se mantiene. Trump ha actuado sobre las sentencias de 11 personas, pero ha recibido 7.786 peticiones de clemencia, seg¨²n el Departamento de Justicia. El expresidente Barack Obama lo hizo en 1.715 casos en sus ocho a?os en la Casa Blanca, y George W. Bush solo en 11.
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