Abir Musi, la ¡°leona¡± del antiguo r¨¦gimen en T¨²nez
La presidenta de un partido creado tras la ca¨ªda de Ben Al¨ª se declara heredera de la dictadura y enemiga de los islamistas
A Abir Musi (Jemmal, 45 a?os) nadie le puede acusar de ser hip¨®crita o pusil¨¢nime. En marzo de 2011, cuando los otros dirigentes del r¨¦gimen derrocado de Ben Al¨ª hu¨ªan de T¨²nez o cambiaban de chaqueta para adaptarse al nuevo orden pol¨ªtico, ella fue la ¨²nica abogada que os¨® defender en los tribunales al RCD, el partido del dictador huido. Musi no fue capaz de evitar la disoluci¨®n de la formaci¨®n, de la que era secretaria general. Encima, a la salida del juzgado, fue insultada y zarandeada y tuvo que protegerse en una comisar¨ªa de polic¨ªa cercana. Sin embargo, despu¨¦s de casi 10 a?os de inestabilidad y crisis econ¨®mica en el pa¨ªs, los vientos soplan ahora a favor de los nost¨¢lgicos de la dictadura, y Musi, que hoy preside un partido, ya lidera las encuestas.
Hija de una maestra y un oficial de polic¨ªa, a Musi ya le inculcaron de ni?a la importancia de los valores del orden y la obediencia a la autoridad. Tambi¨¦n la adoraci¨®n a Habib Bourguiba, el autocr¨¢tico padre de la independencia tunecina, cuyo retrato decoraba las paredes del hogar familiar. Bourguiba, nacido tambi¨¦n en la provincia de Monastir, impuso un proyecto de modernizaci¨®n y laicizaci¨®n del pa¨ªs que incluy¨® la aprobaci¨®n del c¨®digo de familia m¨¢s progresista de la regi¨®n. El Partido Desturiano Libre (PDL), fundado por un veterano ministro del derrocado Ben Al¨ª, y del que Musi se convirti¨® en presidenta en 2016, se considera el heredero de su movimiento pol¨ªtico, el Neo-Destur.
Tanto en las paredes de la sede del PDL, como en los discursos de su presidenta, Bourguiba eclipsa a Ben Al¨ª, sin que ello signifique renegar del legado de este ¨²ltimo. ¡°Ten¨ªa cosas buenas y malas, pero la econom¨ªa y la seguridad iban bien¡±, desliz¨® Musi en una reuni¨®n con la prensa extranjera antes de las elecciones presidenciales del pasado invierno, en las que obtuvo un modesto 4% de los votos. Ante los corresponsales mantuvo un gesto distante, y a veces, una actitud quisquillosa. Probablemente, por ser consciente de que su creencia de que las primaveras ¨¢rabes, de la que T¨²nez fue la cuna, brotaron de una conspiraci¨®n extranjera no son muy populares en Occidente. ¡°[La libertad de expresi¨®n] no basta, ni aporta estabilidad, ni un Estado fuerte, ni da de comer¡±, espet¨®.
Al igual que otros l¨ªderes pol¨ªticos de la actual hornada populista, el fen¨®meno Musi se gest¨® en las pantallas de televisi¨®n. Ya sea por las conexiones benalistas de los propietarios de algunos canales tunecinos, o por su capacidad para enzarzarse en acaloradas discusiones, Musi se convirti¨® en una tertuliana omnipresente en el periodo posrevolucionario. Tambi¨¦n es una habitual de los canales saud¨ªes y emirat¨ªes, lo que ha hecho surgir rumores sobre una hipot¨¦tica financiaci¨®n del Golfo. Ella lo niega, pero en un reciente debate, se neg¨® a comentar el acuerdo de normalizaci¨®n de relaciones entre Israel y Emiratos. ¡°Es un asunto interno de Emiratos¡±, se limit¨® a decir.
¡°La base de su carisma es su car¨¢cter combativo y el hecho de mantenerse firme en sus principios. Adem¨¢s, de saber venderlo con un buen show¡±, considera el analista Youssef Cherif. Por eso, esta mujer corpulenta se gan¨® en los medios tunecinos el apodo de ¡°leona¡±, y en algunos franceses el de ¡°la pasionaria tunecina¡±. ¡°Despu¨¦s de que varios partidos hayan pasado por el poder durante la transici¨®n y su gesti¨®n haya sido floja, ella es vista ahora como la ¨²nica alternativa¡±, a?ade.
Su programa gira en torno a la construcci¨®n de un ¡°Estado fuerte¡±, una aut¨¦ntica obsesi¨®n, y una reforma constitucional para transformar el sistema pol¨ªtico en presidencialista. Ahora bien, su principal baza es un antislamismo furibundo. Hace un par de meses, lleg¨® a presentar una moci¨®n para declarar organizaci¨®n terrorista a los islamistas moderados de Ennahda, a los que llama ijuanjis, un t¨¦rmino despectivo para referirse a la hermandad de los Hermanos Musulmanes. De hecho, lleva a?os pidiendo su ilegalizaci¨®n. ¡°No tenemos ning¨²n v¨ªnculo con la Hermandad¡±, insiste Ridha Driss, dirigente de Ennahda, el partido m¨¢s votado en las ¨²ltimas elecciones.
Desencanto popular
El desencanto popular y el ocaso de los otros partidos bourguibistas, como Nid¨¢ Tunis o Qalb Tunis han elevado al PLD de Musi al 35% de intenci¨®n de voto en una encuesta reciente. Entre su base, Rauf, un ch¨®fer jubilado que considera que la ¡°leona¡± es la ¨²nica ¡°con el coraje suficiente para desafiar a los islamistas¡±. ¡°Para algunos j¨®venes que no conocieron el benalismo, ahora el sistema lo representan los islamistas. Ella representa el cambio¡±, comenta por su parte Cherif, que se muestra esc¨¦ptico sobre su capacidad de mantener el poder si lo alcanza: ¡°El partido es solo ella, no dispone de una verdadera estructura. Adem¨¢s, la situaci¨®n econ¨®mica es tan mala, que todos los Gobiernos se queman enseguida, y el suyo no ser¨ªa una excepci¨®n¡±.
Aunque el Parlamento otorg¨® recientemente su confianza a un nuevo Ejecutivo, se cree que su esperanza de vida ser¨¢ corta, y Musi ya se frota las manos con unas hipot¨¦ticas elecciones anticipadas. Probablemente, el ¨²nico capaz de impedir su victoria sea el presidente Kais Said, un independiente que arras¨® el pasado octubre con m¨¢s del 70% de los votos.
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